¡®Pasado imperfecto¡¯
Algunos revisionistas han pretendido rescatar a Franco del infierno de la Historia y regresarlo hasta el presente, pero debemos oponernos al blanqueo de nuestra historia reciente
El libro de Tony Judt, que da t¨ªtulo a esta pieza, tiene la virtud de dejar al descubierto la honda cobard¨ªa moral en la que incurrieron la mayor parte de los intelectuales parisinos y poetas de caf¨¦ de la Rive Gauche entre 1944-1956. Con anterioridad, hacia finales de los a?os 1930, la intelectualidad francesa ya hab¨ªa condescendido con los juicios de mero escarmiento de Mosc¨². La reacci¨®n habitual, como la de Malraux, se limitaba a llamar la atenci¨®n: ¡°as¨ª como la Inquisici¨®n no afect¨® la dignidad fundamental del cristianismo, los juicios de Mosc¨² no han sido una deshonra para la dignidad fu...
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El libro de Tony Judt, que da t¨ªtulo a esta pieza, tiene la virtud de dejar al descubierto la honda cobard¨ªa moral en la que incurrieron la mayor parte de los intelectuales parisinos y poetas de caf¨¦ de la Rive Gauche entre 1944-1956. Con anterioridad, hacia finales de los a?os 1930, la intelectualidad francesa ya hab¨ªa condescendido con los juicios de mero escarmiento de Mosc¨². La reacci¨®n habitual, como la de Malraux, se limitaba a llamar la atenci¨®n: ¡°as¨ª como la Inquisici¨®n no afect¨® la dignidad fundamental del cristianismo, los juicios de Mosc¨² no han sido una deshonra para la dignidad fundamental del comunismo.¡± (Hollander, Political Pilgrims, Oxford, 1981: 161).
Durante 1940-44, hubo c¨®mplices conspicuos, como Drieu La Rochelle y Brasillach, que defendieron la colaboraci¨®n con la Alemania nazi. En otros casos, como Sartre y Mounier, se renunci¨® a la acci¨®n y se mantuvo una actitud relativamente pasiva (Lottman, La Rive Gauche, Blume, 1985: 234 y 284), lo que no les impidi¨® publicar y estrenar sus obras a pesar de que, seg¨²n Beauvoir, la primera regla era no escribir en los peri¨®dicos de la zona ocupada. En ello coincid¨ªan tambi¨¦n los intelectuales resistentes. Por otra parte, la salida triunfante de la Uni¨®n Sovi¨¦tica de la II Guerra Mundial exacerb¨® la miop¨ªa colectiva ante el estalinismo y su avalancha de asesinatos y purgas en el centro y el este de Europa. El apoyo de estos intelectuales tibios ayud¨® al terror estalinista, su indignaci¨®n, en cambio, habr¨ªa ayudado a sofocarlo.
En Pasado imperfecto, el historiador ingl¨¦s realiza un ejercicio de recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica del que salen maltrechos los bobos (bourgeois-boh¨¨me) de aquellos a?os, clientes habituales de Les Deux Magots, del Caf¨¦ de Flore, la Rotonde, la Coupole, la cervecer¨ªa Lipp, el D?me¡ Eran los herederos de quienes, en los a?os treinta, constituyeron lo que Albert Thibaudet denomin¨® La R¨¦publique des professeurs. El fino an¨¢lisis de Judt quiz¨¢ haya ayudado al pa¨ªs vecino a asumir errores, ajustar cuentas y pasar esa p¨¢gina turbia de su historia. No parece que ocurra lo mismo en Espa?a, donde nos complacemos en la melancol¨ªa y nos cuesta hacer el duelo, incapaces de aceptar los a?os de nuestra guerra civil con su infinita tristeza. Todo parece dise?ado para posponer el duelo nacional, como la declaraci¨®n del estado de guerra, que no se levant¨® hasta el 7 de abril de 1948.
Tras el reciente fallecimiento de Elena Aub, hija segunda de Max Aub, quiz¨¢s valga la pena recuperar las impresiones que plasm¨® su padre en La gallina ciega sobre su viaje a Espa?a, 30 a?os despu¨¦s de haberla abandonado como un republicano vencido. Durante su visita, no se cans¨® de repetir: ¡°he venido, pero no he vuelto¡±. Aub encontr¨® una Espa?a amn¨¦sica: ¡°[n]i estamos ¨Cmi generaci¨®n¨C en el mapa. Todo es paz. Es curioso c¨®mo eso de los veinticinco ¡ªo treinta¡ª a?os de paz ha hecho mella, o se ha metido en el meollo de los espa?oles. No se acuerdan de la guerra ¡ªni de la nuestra ni de la mundial¡ª, han olvidado la represi¨®n o por lo menos la han aceptado. Ha quedado atr¨¢s. Bien. Acepto lo que veo, lo que toco, pero ?es justo?, ?c¨®mo van a crecer estos ni?os? Todav¨ªa m¨¢s ignorantes de la verdad que sus padres. Porque estos no quieren saber, sabiendo; en cambio, estos nanos no sabr¨¢n nunca. Es una ventaja, dir¨¢n. Es posible. No lo creo.¡± [Aub, La gallina ciega, Alba, 1995:251].
Embarrar nuestra historia no es una ventaja. Aquellos nanos de los que hablaba Aub hemos crecido y, a pesar de la ley del hielo y a diferencia de ilustres franceses de la gauche caviar, no nos hemos instalado en el olvido. Necesitamos reconciliarnos con nuestra historia, que es, sobre todo, la historia de nuestros padres. Debemos hacerlo sin enredarnos en la confusi¨®n de turbios sentimientos, sin concesiones, con veracidad. Sin sumirnos en la melancol¨ªa y el resentimiento, con la determinaci¨®n de hacer un pacto con esa realidad acontecida, para apoderarnos de ella antes de que ella se adue?e de nosotros.
Esta es, en mi opini¨®n, la principal virtud del documental La amarga derrota de la Rep¨²blica, producido por la Asociaci¨®n Amigos de la Fundaci¨®n Juan Negr¨ªn, que tendemos oportunidad de admirar estos d¨ªas en el Festival de Cine y Televisi¨®n Reino de Le¨®n. Quien por all¨ª asome advertir¨¢ que nuestra Guerra Civil no fue ¨²nicamente la expresi¨®n hispano-espa?ola de un conflicto de furia, sa?a y r¨¢fagas de fren¨¦tica brutalidad, un tiempo de verg¨¹enza nacional, en suma. Tambi¨¦n fue el catalizador en la galvanizaci¨®n de fuerzas frente el nazismo y el estalinismo, y que perjudic¨® a la Rep¨²blica.
En la primavera de 1936, una delegaci¨®n de escritores franceses, entre quienes se encontraban Andr¨¦ Malraux, Jean Cassou, y Henri-Ren¨¦ Lenormand, se desplaz¨® hasta Madrid para expresar su apoyo pol¨ªtico al nuevo Gobierno. Fue recibida por Manuel Aza?a, nuevo presidente espa?ol y, como ellos, escritor. Como sabemos, tras la insurrecci¨®n del 17 de julio, el Gobierno de la Rep¨²blica solicit¨® ayuda militar de Francia, donde gobernaba asimismo un Ejecutivo de Frente Popular. Sin embargo, la oposici¨®n de la derecha francesa y, sobre todo, de su aliada Gran Breta?a, con importantes intereses en Espa?a, decantaron al Gobierno de L¨¦on Blum hacia la no intervenci¨®n. Ello no impidi¨® intervenir por sus propios medios a algunos escritores de la R¨¦publique des professeurs, como Malraux. Apenas iniciada la contienda, fue recibido en Espa?a por ?lvarez del Vayo, a la saz¨®n presidente del Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, con el fin de explorar c¨®mo pod¨ªan ayudar los franceses al Gobierno leg¨ªtimo de la Rep¨²blica. Semanas m¨¢s tarde, inici¨® la compra de aviones franceses con destino a Espa?a a trav¨¦s de un pariente de su mujer, Clara Malraux.
Situado en el periodo de la Europa de entreguerras, y con el fracaso de la Sociedad de Naciones en los asuntos de Espa?a, Abisinia y China como tel¨®n de fondo, el documental se centra en la figura de Patricio Azc¨¢rate. Testigo de excepci¨®n de la Batalla del Ebro, Patricio encarna una fuente primaria de enorme valor hist¨®rico, que nos gu¨ªa por los cruciales acontecimientos de las postrimer¨ªas de la guerra. Otra figura clave es la de Negr¨ªn, cuyos rasgos y conflictos traza su nieta Carmen con pulcritud extrema y fina elegancia cartesiana. Negr¨ªn persegu¨ªa, a toda costa, enlazar la guerra civil espa?ola con el conflicto europeo, pero, como se?ala ?ngel Vi?as, fracas¨® debido a la traici¨®n de Casado que buscaba una rendici¨®n pactada con Franco.
Algunos revisionistas han pretendido rescatar a Franco del infierno de la Historia y regresarlo hasta el presente, pero debemos oponernos al blanqueo de nuestra historia reciente. Hacerles el juego ser¨ªa el mejor elogio que el vicio puede hacer a la virtud, remedando a Talleyrand. Es m¨¢s saludable ver el documental, aceptar lo sucedido y recordar, con Arist¨®teles, que ¡°los hombres no delinquen por las cosas necesarias [¡] sino tambi¨¦n para gozar o satisfacer deseos; [¡] Los mayores delitos tienen por causa los excesos, no la necesidad; los hombres no se hacen tiranos para no pasar fr¨ªo.¡± (Pol¨ªtica, 126a). Quien quiera conocer el ambiente y emociones de aquellos a?os, la gratitud del pueblo espa?ol a los h¨¦roes de las Brigadas Internacionales, su salida al exilio, y la de tantos compatriotas, har¨ªa bien en dirigir su atenta mirada a este material historiogr¨¢fico de valor inestimable.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Valencia y doctor en filosof¨ªa. Su ¨²ltimo libro es El fracaso de las ¨¦lites. Lecciones y escarmientos de la Gran Crisis (Pasado & Presente).