La elecci¨®n envenenada
?A qui¨¦n favorece la infecci¨®n de Trump y como afectar¨¢ a la recta final de la carrera presidencial?
Por fin, Donald Trump dio positivo en algo, en la prueba del coronavirus, por cuya difusi¨®n en EE UU tanto ha hecho con su pol¨ªtica negacionista y su mofa de la pandemia. La acumulaci¨®n de negativos en su ca¨®tica presidencia pesa en exceso para hacerle temer por una derrota electoral ante Joe Biden el 3 de noviembre. Una pelea de dos hombres blancos entrados en edad. El presidente, 74 a?os, sobrepeso, alime...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Por fin, Donald Trump dio positivo en algo, en la prueba del coronavirus, por cuya difusi¨®n en EE UU tanto ha hecho con su pol¨ªtica negacionista y su mofa de la pandemia. La acumulaci¨®n de negativos en su ca¨®tica presidencia pesa en exceso para hacerle temer por una derrota electoral ante Joe Biden el 3 de noviembre. Una pelea de dos hombres blancos entrados en edad. El presidente, 74 a?os, sobrepeso, alimentaci¨®n basura e hipertensi¨®n, y el aspirante dem¨®crata, 77 a?os, una historia m¨¦dica con dos aneurismas cerebrales, en un momento hist¨®rico de acelerado cambio y enormes retos globales.
La campa?a est¨¢ envenenada por la covid que ha atrapado a Trump, infectada de caos por el presidente rompedor que act¨²a como una enorme bola de derrumbe de edificios. Contra las cuerdas, se ha convertido en el mayor peligro para la elecci¨®n con su ins¨®lita declaraci¨®n de que puede no aceptar el resultado. La muerte de la prestigiosa juez dem¨®crata Ruth Bader Ginsburg le puede dar una ventaja de seis votos conservadores, frente a tres liberales, en el Tribunal Supremo, si finalmente este recibe la patata caliente de decidir una votaci¨®n discutida. Trump se mueve bien en el barro, provoca fuertes reacciones positivas en sus bases e igual de negativas entre los dem¨®cratas, de las que se retroalimenta borrando el espacio central.
As¨ª que esta era la sorpresa de octubre para dar la vuelta a la elecci¨®n, donde los sondeos nacionales le dan a Biden una ventaja de entre siete y 10 puntos que se estrecha en los Estados bisagra. El ¡°adormilado Joe¡±, seg¨²n machaca el presidente, no est¨¢ hoy m¨¢s d¨¦bil que Trump, ingresado en el hospital militar Walter Reed, sometido como un conejillo de indias a terapias experimentales. La covid se presenta, como escrib¨ªa el poeta Gabriel Celaya, como un arma cargada de futuro.
?A qui¨¦n favorece la infecci¨®n de Trump y como afectar¨¢ a la recta final de la elecci¨®n? Hay dudas sobre la celebraci¨®n de los dos debates presidenciales que restan. Reina la confusi¨®n sobre el verdadero estado m¨¦dico del presidente. As¨ª de enrarecido est¨¢ el ambiente en Washington. Al final, ser¨¢ la pandemia, ?est¨²pido! el arma para producir el cambio. Biden no ilusiona al pa¨ªs, aparece como lo que es, un hombre cansado, sin brillo, honrado, un buen tipo; es el encargado de echar a Trump, que no es lo mismo que elegir convencidos a Biden, que super¨® en el primer debate las bajas expectativas que suscita.
Los dem¨®cratas plantean la elecci¨®n como un refer¨¦ndum sobre un presidente impopular. Puede ser suficiente para sacar a Trump de la Casa Blanca. Betsy Wallace, negra, dem¨®crata, de un pueblo de Carolina del Norte, resum¨ªa certeramente a The Economist de qu¨¦ va la elecci¨®n: ¡°Puedes poner a un tiesto contra Trump, que votar¨ªamos por el tiesto¡±. El presidente aun no se ha rendido, est¨¢ herido pero no muerto, pol¨ªticamente. ¡°En EE UU se dispara el peligro¡±, advert¨ªa ayer el novelista Richard Ford en El Pa¨ªs Semanal. ?Qui¨¦n dispara?