La econom¨ªa pol¨ªtica de Trump
Estados Unidos puede protegerse contra las turbulencias, pero hacerlo contra una gran recesi¨®n es mucho m¨¢s dif¨ªcil. Ese es el peligro si los dem¨®cratas llegan a la Casa Blanca pero no ganan en el Senado
Han pasado cuatro a?os desde 2016. En v¨ªsperas de unas elecciones hist¨®ricas en Estados Unidos, merece la pena preguntarse en qu¨¦ consisti¨® el fen¨®meno de Trump y qu¨¦ nos dice sobre lo que es hoy ese pa¨ªs.
Hay que empezar, desde luego, por el propio Trump: el rey de los narcisistas. El presidente de los reality shows. El regreso al ni?o malcriado, el lado m¨¢s s¨®rdido de la generaci¨®n del baby boom. Pero el presidente no ser¨ªa nadie sin su base: los hombres blancos, los habitantes de zonas rurales en las que gusta incluso a las mujeres. Luego est¨¢n las tropas de choque, las...
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Han pasado cuatro a?os desde 2016. En v¨ªsperas de unas elecciones hist¨®ricas en Estados Unidos, merece la pena preguntarse en qu¨¦ consisti¨® el fen¨®meno de Trump y qu¨¦ nos dice sobre lo que es hoy ese pa¨ªs.
Hay que empezar, desde luego, por el propio Trump: el rey de los narcisistas. El presidente de los reality shows. El regreso al ni?o malcriado, el lado m¨¢s s¨®rdido de la generaci¨®n del baby boom. Pero el presidente no ser¨ªa nadie sin su base: los hombres blancos, los habitantes de zonas rurales en las que gusta incluso a las mujeres. Luego est¨¢n las tropas de choque, las milicias ciudadanas que se formaron en 2016 cuando Trump llam¨® a ¡°construir un muro¡± y los hombres armados hasta los dientes que desfilaron por Charlottesville en 2017. Y los blancos evang¨¦licos, fieles defensores del conservadurismo, que en la ¨¦poca de Reagan fueron la vanguardia de una nueva ola, pero hoy est¨¢n a la defensiva y ven en Trump a un extra?o protector. Trump tambi¨¦n inspir¨® a ide¨®logos de la derecha en las guerras culturales, personajes como Steve Bannon. Y desde 2016 ha atra¨ªdo a unas 80 personas de extrema derecha con fortunas de m¨¢s de 1.000 millones de d¨®lares; el 9% de los m¨¢s ricos de EE UU. No los gigantes tecnol¨®gicos de Silicon Valley, sino due?os de fondos de riesgo, constructoras, casinos y petroleras. En Washington, Trump se apoya en el Partido Republicano, sobre todo en el mism¨ªsimo Mefist¨®feles, el senador Mitch McConnell. Pero Trump no es leal miembro del partido. No procede de sus filas. Entre 2001 y 2009 estuvo inscrito en las filas de los votantes dem¨®cratas. La m¨¢xima prioridad de McConnell es defender su poder. Y para eso necesita complacer a sus donantes y asegurar la base de derechas que, en el manipulado mapa electoral de Estados Unidos, constituye la ¨²nica amenaza posible para la mayor¨ªa de los senadores actuales. Y es esa base, no la direcci¨®n del partido, la que adora a Trump. Por ¨²ltimo, a la coalici¨®n de Trump hay que a?adir los grupos de presi¨®n y de intereses del mundo empresarial.
Cualquier presidente republicano sabe que los empresarios le van a recibir con los brazos abiertos. Pero los grandes grupos empresariales no apoyaron demasiado a Trump en 2016. Nunca se hab¨ªan encontrado con un candidato tan err¨¢tico y an¨¢rquico. Su nacionalismo econ¨®mico les produc¨ªa rechazo. Parec¨ªa evidente la victoria de Hillary Clinton y no conviene crearse enemigos poderosos.
Todo cambi¨® la noche del 8 de noviembre de 2016. El poder y el dinero cuentan. Trump llen¨® su Gobierno de gente del mundo empresarial y el resultado son recortes de impuestos, desregulaci¨®n y un poder judicial que dictar¨¢ fallos favorables a las empresas durante d¨¦cadas. Adem¨¢s, los tres primeros a?os del mandato de Trump fueron buenos para la econom¨ªa. Hubo una ligera vacilaci¨®n en 2019, cuando la escalada de la guerra comercial con China asust¨® a los mercados. Pero la econom¨ªa estadounidense se adapt¨® con una facilidad sorprendente a la nueva actitud agresiva contra Pek¨ªn. Quiz¨¢ Trump podr¨ªa obtener unas concesiones que no hab¨ªa conseguido nadie. Mientras tanto, la Reserva Federal contribuy¨® con un est¨ªmulo monetario.
Si 2020 hubiera transcurrido como estaba previsto, no cabe duda de que el mundo empresarial habr¨ªa apoyado firmemente la reelecci¨®n de Trump. Sobre todo si los dem¨®cratas hubieran escogido como candidato a Bernie Sanders y no a Joe Biden, algo que podr¨ªa haber ocurrido si el virus hubiera llegado unas cuantas semanas antes y hubiera impulsado la campa?a de Sanders en favor de la sanidad universal.
Pero los dem¨®cratas nominaron a Biden, el candidato m¨¢s centrista que hab¨ªa. El coronavirus caus¨® la conmoci¨®n m¨¢s grave que ha sufrido la econom¨ªa estadounidense desde 1945. Y las protestas de Black Lives Matter sacaron a la luz la faceta m¨¢s fea y polarizadora de la pol¨ªtica de Trump.
Todo esto espanta a gran parte de los estadounidenses. Y est¨¢ profundamente en desacuerdo con la cultura corporativa de las grandes empresas, que presume del mantra de la diversidad. Los l¨ªderes del Partido Dem¨®crata no fueron los ¨²nicos que se arrodillaron en el verano de 2020. Lo hicieron tambi¨¦n los m¨¢ximos directivos de J. P. Morgan, encabezados por el propio Jamie Dimon. La captaci¨®n de fondos de Joe Biden ha ido de maravilla. Organizaciones de empresarios como Business Roundtable est¨¢n promoviendo las nuevas iniciativas contra el cambio clim¨¢tico que son anatema para Trump. La C¨¢mara de Comercio, en otro tiempo el grupo de presi¨®n m¨¢s fiel a los republicanos, ha hecho p¨²blico su respaldo a una serie de dem¨®cratas centristas para la C¨¢mara de Representantes.
La gran esperanza de una gran parte de la clase pol¨ªtica estadounidense, tanto dem¨®crata como republicana, es que Trump pierda y sus bases vayan desapareciendo a medida que fallezcan sus partidarios m¨¢s viejos, Estados Unidos se haga a la idea de ser una sociedad mucho m¨¢s heterog¨¦nea, en la que se oiga a los negros y los hispanos junto a la menguante mayor¨ªa blanca y el dominio de los graduados universitarios en la econom¨ªa y la sociedad se agudice todav¨ªa m¨¢s.
Ahora bien, Trump no es un candidato corriente. La parte m¨¢s radical de sus partidarios se ha lanzado a la ofensiva. El plan para secuestrar y ejecutar a la gobernadora de Michigan es significativo. Existe la posibilidad innegable de una crisis constitucional. Y, vista la experiencia, no est¨¢ claro c¨®mo reaccionar¨ªan los republicanos del Congreso y el Tribunal Supremo. Cada bando teme que el otro intente ama?ar las elecciones. En los mercados financieros, los gestores de fondos se han asegurado contra el posible caos pol¨ªtico en noviembre mediante la compra de VIX, el llamado ¨ªndice del miedo.
Podemos protegernos contra las turbulencias. Pero protegerse contra una gran recesi¨®n es mucho m¨¢s dif¨ªcil, y ese es el peligro si los dem¨®cratas llegan a la Casa Blanca, pero no ganan en el Senado. En ese caso, es previsible que McConnell se convierta en una oposici¨®n implacable. En 2009, Obama dispuso de dos a?os para sacar adelante un est¨ªmulo fiscal y su reforma de la sanidad. Biden tendr¨ªa trabas desde el inicio. Sin est¨ªmulos, las perspectivas para la econom¨ªa y para decenas de millones de ciudadanos son muy pesimistas.
Hay una tercera posibilidad. Que gane Biden. Que los dem¨®cratas ganen en el Congreso. Y que sean ellos los que se pongan la zancadilla a s¨ª mismos. En retrospectiva, muchos piensan que esta es la amarga lecci¨®n de la presidencia de Obama: un Gobierno de tecn¨®cratas reformistas que ten¨ªan miedo de su propia sombra. En 2020 las deudas se han disparado en todo el mundo. Biden habla bien sobre las energ¨ªas verdes y la sanidad, pero no hay que descartar la posibilidad de un desastre autoinfligido. El que el Partido Dem¨®crata haya estado tan estrechamente unido al mundo empresarial desde la ¨¦poca de Bill Clinton hace que ahora est¨¦ lleno de ideas disfuncionales sobre d¨¦ficits y deuda.
Ir¨®nicamente, lo mejor para la econom¨ªa estadounidense en 2020 ser¨ªa una abrumadora victoria dem¨®crata con una poderosa minor¨ªa de izquierdas, encabezada por figuras como Alexandria Ocasio-Cortez, que presione para obtener la inversi¨®n en infraestructuras y las reformas asistenciales que con tanta urgencia necesita el pa¨ªs. Quiz¨¢ las empresas intentar¨ªan eludir las normas y los impuestos. Seguramente, habr¨ªa una reacci¨®n en los tribunales. Pero un programa as¨ª no solo permitir¨ªa crecer, sino que ser¨ªa la ¨²nica posibilidad de volver a consolidar la sociedad estadounidense y convencer a los trabajadores de que el Gobierno tambi¨¦n piensa en ellos. Con desaf¨ªos como el cambio clim¨¢tico, con la profunda polarizaci¨®n existente en Estados Unidos, limitarnos a esperar a que la demograf¨ªa y los cambios estructurales hagan desaparecer a las bases de extrema derecha es peligroso. Fue lo que hicieron los dem¨®cratas en 2016. Y ya sabemos cu¨¢l fue el resultado.
Adam Tooze es profesor de Historia en la Universidad de Columbia, donde dirige el Instituto Europeo.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.