Estados Unidos somete a plesbiscito la ola de populismo mundial
Los votantes eligen este martes entre el sello nacionalista de Donald Trump y la moderaci¨®n de Joe Biden
Con las elecciones presidenciales de este martes, Estados Unidos somete a plebiscito la ola de populismo que ha sacudido la pol¨ªtica a uno y otro lado del Atl¨¢ntico en los ¨²ltimos a?os. La apertura de los primeros colegios electorales en la costa este del pa¨ªs supone el arranque de una jornada clave dentro y fuera de Estados Unidos. Una derrota contundente de Donald Trump supondr¨ªa un repudio al giro nacionalista y divisivo que ha experimentado el pa¨ªs, del mismo modo que su reelecci¨®n causar¨ªa conmoci¨®n en medio mundo. Su rival dem¨®crata y favorito en las encuestas, Joe Biden, encarna a un pol¨ªtico tradicional y moderado, un veterano ejemplar de ese establishment de Washington al que, con sus glorias y miserias, muchos a?oran.
Los estadounidenses eligen algo m¨¢s que a su l¨ªder de los pr¨®ximos cuatro a?os, escogen a la persona con la que salir de la crisis econ¨®mica m¨¢s grave desde la Gran Depresi¨®n de 1929; la peor pandemia en un siglo y, tambi¨¦n, deben superar una ola de tensiones raciales que no viv¨ªan desde la muerte de Martin Luther King. Para cuando abran las sedes electorales este martes, casi 100 millones de ellos habr¨¢n votado ya de forma anticipada, un r¨¦cord que apunta a una gran participaci¨®n y da muestra de ese convencimiento general de que, en efecto, este pa¨ªs de 330 millones de habitantes, del tama?o de un continente y la econom¨ªa de un gigante, se juega el futuro de varias generaciones.
Varones, blancos y mayores. Trump, de 74 a?os, y Biden, de 77; resultan antag¨®nicos en todo lo dem¨¢s. El actual presidente percibi¨® el hartazgo de la clase trabajadora blanca, empobrecida y temerosa de la inmigraci¨®n, y gan¨® las elecciones con la promesa de un renacer industrial, bajo la premisa de que un hombre de negocios sabr¨ªa dirigir el pa¨ªs mejor que la clase pol¨ªtica. El ascenso del populismo no comenz¨® aquel 8 de noviembre de 2016. Para entonces, Francia ya hab¨ªa contemplado el auge de un nuevo lepenismo y el Reino Unido hab¨ªa votado a favor del Brexit. La victoria de Trump, sin embargo, ejerci¨® de amplificador, alumbr¨® una recua de imitadores y convirti¨® a personajes perif¨¦ricos como Steve Bannon en estrellas ultraconservadoras en Europa. Ahora, el populismo ha sufrido retrocesos en pa¨ªses como el Reino Unido, donde mengua el apoyo al Brexit; o en Alemania, con un frenazo de la extrema derecha. Estados Unidos ofrece una nueva gran prueba de resistencia a los movimientos populistas. Si estos crecen ante el desgaste del poder, ?c¨®mo navegan su propia erosi¨®n cuando se convierten en aparato de Gobierno?
El propio Trump ha planteado la elecci¨®n como un plebiscito sobre su persona y su liderazgo. El Partido Republicano ni siquiera se ha molestado en aprobar una nueva plataforma, una suerte de principios y promesas que equivale a los programas electorales europeos que los partidos deliberan en su convenci¨®n del verano, cuando votan a sus candidatos presidenciales. Por primera vez, el Grand Old Party de Abraham Lincoln anunci¨® que se limitaba a ¡°respaldar de forma entusiasta¡± la agenda del presidente.
La pandemia ha arrebatado al magnate una de sus grandes bazas electorales, una econom¨ªa que iba viento en popa, con el nivel de desempleo m¨¢s bajo en medio siglo y el ciclo expansivo m¨¢s prolongado de la historia. La crisis sanitaria ha mostrado, adem¨¢s, la versi¨®n m¨¢s err¨¢tica de Trump, decidido a jugar el papel de antisistema desde el coraz¨®n del sistema, declarando la guerra a las directrices de prevenci¨®n de su propio Gobierno. La media de sondeos nacionales le sit¨²a a seis puntos y medio de distancia de Biden, seg¨²n el sitio web de encuestas Real Clear Politics, una brecha amplia, pero que se ha estrechado en los ¨²ltimos d¨ªas.
Temor a disturbios
El presidente sigue abonado al mensaje antiestablishment ¡ª"Derrocaremos a la clase pol¨ªtica fracasada y salvaremos el sue?o americano", tuiteaba el lunes¡ª y agita miedos ancestrales para tratar de movilizar a sus bases. Promete ley y orden ante las protestas contra el racismo y un escudo ante el comunismo. Alerta de que, con Biden, la econom¨ªa tardar¨¢ m¨¢s en abrir y caer¨¢ en manos del socialismo autoritario.
No est¨¢ claro el efecto que pueda lograr esta advertencia m¨¢s all¨¢ de sus seguidores m¨¢s fieles. La trayectoria moderada del vicepresidente de la era Obama, elegido senador por primera vez en 1972, es de sobra conocida y, aunque con el tiempo ha virado a la izquierda, como lo ha hecho el conjunto del Partido Dem¨®crata, forma parte de la corriente centrista. El sector m¨¢s progresista asumi¨® que el veterano pol¨ªtico concentraba el mayor n¨²mero de apoyo y decidi¨® cerrar filas. Biden avisa de una subida de impuestos ¡°a los m¨¢s ricos¡±, al mismo tiempo que lanza gui?os a los propios votantes republicanos.
Los dem¨®cratas buscan superar el trauma de 2016, cuando una candidata de manual como Hillary Clinton cay¨® derrotada, en contra de los pron¨®sticos, ante un millonario sin ninguna experiencia pol¨ªtica, famoso por su papel de presentador ogro en un programa de telerrealidad, El Aprendiz.
Como hizo en 2016, Trump vuelve a sembrar las dudas sobre el rigor del proceso, a alentar, sin base, las sospechas de fraude. La polarizaci¨®n pol¨ªtica se ha agravado y el pa¨ªs que siempre se ha enorgullecido de sus transiciones pac¨ªficas de poder, amaneci¨® ayer tapiado y repleto de guardias de seguridad adicionales ante el temor a disturbios. El hombre que gane las elecciones asume las riendas de un pa¨ªs roto.
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