Guerras sigilosas
La UE no debe quedar indiferente ante el mayor ciberataque de la historia
Casi ha pasado inadvertido el ciberataque masivo que acaba de sufrir el Gobierno de Estados Unidos por parte de piratas inform¨¢ticos vinculados a los servicios secretos de la Federaci¨®n Rusa. La curva ascendente de la pandemia y la accidentada transici¨®n presidencial, con un presidente derrotado que se niega a reconocer los resultados electorales y espera todav¨ªa corregir el veredicto de las urnas, han dejado en...
Casi ha pasado inadvertido el ciberataque masivo que acaba de sufrir el Gobierno de Estados Unidos por parte de piratas inform¨¢ticos vinculados a los servicios secretos de la Federaci¨®n Rusa. La curva ascendente de la pandemia y la accidentada transici¨®n presidencial, con un presidente derrotado que se niega a reconocer los resultados electorales y espera todav¨ªa corregir el veredicto de las urnas, han dejado en segundo plano el mayor ataque inform¨¢tico sufrido por la Administraci¨®n estadounidense en la historia.
No se trata de un episodio m¨¢s en la pol¨¦mica relaci¨®n entre Putin y Trump, sino de un caso preocupante de persistente ciberespionaje que concierne a todos los pa¨ªses con los que Rusia sostiene una actitud disruptiva, como es el caso de los socios de la Uni¨®n Europea, en su mayor¨ªa miembros adem¨¢s de la Alianza Atl¨¢ntica. Sumados a los ataques qu¨ªmicos a miembros de la oposici¨®n rusa y a antiguos agentes secretos, incluso en territorio europeo, estos ciberataques conforman un cuadro de sigilosa actividad propia ya no de una guerra fr¨ªa sino de guerras asim¨¦tricas.
La Casa Blanca ya no se ha ocupado de esta crisis de seguridad, que afecta a cinco departamentos ¡ªTesoro, Estado, Seguridad Nacional, Energ¨ªa y Comercio¡ª, e incluso al sistema de defensa nuclear, adem¨¢s de a empresas privadas. El presidente derrotado, Donald Trump, ha atribuido el ataque a China, en abierta contradicci¨®n con las informaciones suministradas por su propia Administraci¨®n. No es de extra?ar en este personaje atrabiliario al que est¨¢ empezando a abandonar el partido republicano, sobre todo despu¨¦s de su denegaci¨®n de la firma presidencial al acuerdo presupuestario bipartidista para proporcionar ayudas a los ciudadanos y a las empresas afectadas por la pandemia y los confinamientos. El presidente electo, Joe Biden, en cambio, ha declarado prioritaria la ciberseguridad y se ha mostrado dispuesto a enfrentarse a este ataque desde el primer d¨ªa de su presidencia.
La presidencia de Trump quedar¨¢ vinculada para la historia a la actividad de los servicios secretos de Putin. Le ayudaron a alcanzar la presidencia en 2017 y est¨¢n aprovechando los ¨²ltimos meses de su mandato para infiltrarse en la Administraci¨®n y obtener informaci¨®n estrat¨¦gica, desde las armas nucleares hasta la vacuna contra la pandemia. En los ¨²ltimos nueve meses, al menos, la agencia p¨²blica de ciberseguridad de Estados Unidos ha detectado una paciente, sofisticada y muy bien organizada actividad de penetraci¨®n inform¨¢tica que significa un ¡°grave riesgo¡± para los Gobiernos locales, estatales y federal, y que tambi¨¦n puede afectar a pa¨ªses, empresas e instituciones europeas.
En los mismos d¨ªas en que se ha conocido el ataque, la Comisi¨®n Europea acaba de publicar su estrategia de ciberseguridad, vinculada a los aspectos de transformaci¨®n digital incluidos en el plan de recuperaci¨®n econ¨®mica posterior a la pandemia. La instalaci¨®n de la nueva Administraci¨®n dem¨®crata a partir de la toma de posesi¨®n de Joe Biden, el 20 de enero, debe ser la oportunidad para que Washington y Bruselas estrechen su cooperaci¨®n frente a la amenaza creciente de los servicios rusos. Tambi¨¦n en el plano de la ciberseguridad, el lazo transatl¨¢ntico debe inspirarse en el principio del Tratado Atl¨¢ntico que considera el ataque a cualquiera de los socios como un atentado a la seguridad de todos.