Covid-19 y salud mental
Es urgente prevenir y hacer seguimiento de las consecuencias psicol¨®gicas a largo plazo de la pandemia
Despu¨¦s de casi diez meses de pandemia, la fatiga psicol¨®gica est¨¢ haciendo mella en la sociedad. Entre las muchas secuelas que el coronavirus va a dejar en todas las esferas de la vida hay una que no deber¨ªa ser ignorada: la de los efectos sobre la salud mental. La prevenci¨®n de los contagios y la atenci¨®n sanitaria de los afectados por la covid-19 han centrado hasta ahora las prioridades asistenciales, pero la persistencia de la amenaza y los constantes ...
Despu¨¦s de casi diez meses de pandemia, la fatiga psicol¨®gica est¨¢ haciendo mella en la sociedad. Entre las muchas secuelas que el coronavirus va a dejar en todas las esferas de la vida hay una que no deber¨ªa ser ignorada: la de los efectos sobre la salud mental. La prevenci¨®n de los contagios y la atenci¨®n sanitaria de los afectados por la covid-19 han centrado hasta ahora las prioridades asistenciales, pero la persistencia de la amenaza y los constantes retrocesos en el control de la pandemia est¨¢n teniendo graves consecuencias mentales que hay que atender con urgencia para evitar que se cronifiquen.
El aislamiento social, el temor al contagio, la incertidumbre, la angustia financiera, el miedo o los duelos mal resueltos est¨¢n minando la salud mental de muchas personas. Un metan¨¢lisis de 55 estudios publicados constata un aumento de los trastornos de ansiedad, depresi¨®n y estr¨¦s postraum¨¢tico. Tambi¨¦n muestra un importante incremento de los casos de insomnio, con un dato especialmente preocupante: su incidencia es dos veces m¨¢s alta entre el personal sanitario, lo que constituye un indicador del impacto que tiene en ellos el sobreesfuerzo y la tensi¨®n acumulada. Es urgente desarrollar mecanismos de prevenci¨®n, seguimiento y refuerzo psicol¨®gico de los trabajadores sanitarios, especialmente ahora que afrontan una nueva situaci¨®n de extrema presi¨®n asistencial.
La OMS ya advirti¨® en octubre que la pandemia hab¨ªa paralizado o reducido los dispositivos de salud mental justo cuando m¨¢s necesarios eran para atenuar los efectos sobre las personas con trastornos mentales y la poblaci¨®n general. Para empezar, una parte considerable de los afectados por la covid-19 sufre secuelas mentales que deben ser atendidas. La pandemia ha descompensado tambi¨¦n a muchos enfermos mentales en tratamiento, que han sufrido reca¨ªdas al no poder recibir asistencia presencial o mantener la terapia de grupo. A todo ello hay que a?adir la sintomatolog¨ªa que est¨¢ desencadenando en personas que han sufrido p¨¦rdidas cercanas y no han podido hacer el duelo, que han perdido el trabajo o est¨¢n solas en un momento de tanta incertidumbre.
Durante la primera oleada de la pandemia ya se observ¨® un aumento del consumo de medicamentos para tratar la ansiedad, la depresi¨®n y el estr¨¦s. En concreto, entre enero y septiembre la venta de estos f¨¢rmacos creci¨® en Espa?a un 4%, unos 4,4 millones de envases m¨¢s, hasta superar los 110 millones dispensados. El peligro es que una parte de las afectaciones mentales de car¨¢cter reactivo se cronifiquen si no reciben la atenci¨®n adecuada y deriven en patolog¨ªa mental persistente. Es preciso, por tanto, reforzar los dispositivos de salud mental de manera que puedan hacer frente a las necesidades no atendidas y afrontar el previsible de la demanda.