Inocencia perdida
En el ¨¢mbito internacional el prestigio de EE UU, y por extensi¨®n de la democracia, han salido mal parados. Restaurar la credibilidad requerir¨¢ la incriminaci¨®n de su presidente
Los atentados del 11-S al coraz¨®n financiero de Estados Unidos representaron un abrupto despertar del pueblo estadounidense a los ciclos inclementes de la historia. Cay¨® la imagen de cumbre inexpugnable frente a las amenazas exteriores, consolidada al finalizar la Guerra Fr¨ªa. Lleg¨® el fin de la inocencia.
Igualmente, el asalto al Capitolio el d¨ªa de la Epifan¨ªa (se manifest¨® la demencia desesperada de Trump, carb¨®n para el Partido Republicano) ha supuesto el fin del ¡°excepcionalismo¡± estadounidense en su variante moralizante de democracia sin par. Las im¨¢genes de hordas variopintas rom...
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Los atentados del 11-S al coraz¨®n financiero de Estados Unidos representaron un abrupto despertar del pueblo estadounidense a los ciclos inclementes de la historia. Cay¨® la imagen de cumbre inexpugnable frente a las amenazas exteriores, consolidada al finalizar la Guerra Fr¨ªa. Lleg¨® el fin de la inocencia.
Igualmente, el asalto al Capitolio el d¨ªa de la Epifan¨ªa (se manifest¨® la demencia desesperada de Trump, carb¨®n para el Partido Republicano) ha supuesto el fin del ¡°excepcionalismo¡± estadounidense en su variante moralizante de democracia sin par. Las im¨¢genes de hordas variopintas rompiendo cristales e individuos a lo Village People tomando el Senado acabaron con el ideal de 200 a?os de armon¨ªa. Los b¨¢rbaros, que esta vez profanaban el coraz¨®n fundacional del pa¨ªs, no proven¨ªan de un lugar remoto, sino del propio tejido social, enardecidos por la m¨¢xima autoridad electa, el presidente. Un shock de dif¨ªcil digesti¨®n. De nuevo, la inocencia perdida.
Y por extra?o que parezca, est¨¢s mismas im¨¢genes normalizan la democracia en su imperfecci¨®n. Ponen de relieve que la estadounidense es incompleta, como otras tantas. En este sentido, nunca dej¨® de serlo. Los sucesos del Capitolio entroncan con un pasado de supremacismo blanco brutal e intransigente hacia aquellos cambios que alterasen su statu quo. Las transformaciones demogr¨¢ficas, y su reflejo actual en la p¨¦rdida de dos esca?os definitivos a favor de los dem¨®cratas en el Estado de Georgia, han reavivado la pulsi¨®n.
Pero no nos abandonemos al confort de los estereotipos, por muy tranquilizador que resulte etiquetar la causa. El trumpismo no es un fen¨®meno exclusivo del ¡°privilegio del hombre blanco¡±. Los an¨¢lisis electorales muestran un panorama pol¨ªtico de perturbadora complejidad, una coalici¨®n arco¨ªris de derechas, apunta el profesor Yasheng Huang, que atraviesa diferentes categor¨ªas econ¨®micas, ¨¦tnicas, y sociales. En noviembre, aquellos grupos a los que Trump vilipendi¨® a lo largo de cuatro a?os, han incrementado su apoyo. El movimiento Black Lives Matter, la proclama del muro antinmigraci¨®n, el cierre del pa¨ªs a musulmanes, la ret¨®rica mis¨®gina, no han impedido un aumento de votos entre musulmanes, asi¨¢ticos, latinos, varones afroamericanos, mujeres blancas e hispanas de los Estados fronterizos con M¨¦xico.
EE UU est¨¢ dividido en sus entra?as y el Partido Republicano, a su vez, fragmentado en dos. Seg¨²n un sondeo publicado por The Economist, el 45% de los votantes republicanos defend¨ªan las acciones de los insurrectos frente a un 43% que se opon¨ªa, y un 58% pensaba que las protestas fueron ¡°m¨¢s pac¨ªficas que violentas¡±. En el ¨¢mbito internacional el prestigio de la potencia estadounidense y por extensi¨®n de la democracia como forma de gobierno han sido mal parados. Restaurar la credibilidad, que no la inocencia, requerir¨¢ una incriminaci¨®n que conduzca a la marginaci¨®n definitiva del mandatario. La supervivencia pol¨ªtica de Trump supone un grave riesgo.
@evabor3