Julian Assange queda en manos de Joe Biden
Si el fundador de Wikileaks muere a la espera de la decisi¨®n del Gobierno de EE UU, el presidente habr¨¢ perdido la oportunidad de liberar a la prensa de la trampa que dise?¨® su Administraci¨®n
Por un momento pareci¨® que la justicia brit¨¢nica quer¨ªa aprovechar que Trump ha perdido inter¨¦s en la extradici¨®n de Julian Assange para acabar con una d¨¦cada de persecuci¨®n. La jueza de distrito Vanessa Baraitser deneg¨® su extradici¨®n bajo la premisa de que, en el estado mental en el que se encuentra, ser¨ªa ¡°opresivo¡± permitirlo. La misma jueza que asegur¨® hace un a?o que el ...
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Por un momento pareci¨® que la justicia brit¨¢nica quer¨ªa aprovechar que Trump ha perdido inter¨¦s en la extradici¨®n de Julian Assange para acabar con una d¨¦cada de persecuci¨®n. La jueza de distrito Vanessa Baraitser deneg¨® su extradici¨®n bajo la premisa de que, en el estado mental en el que se encuentra, ser¨ªa ¡°opresivo¡± permitirlo. La misma jueza que asegur¨® hace un a?o que el fundador de Wikileaks ¡°cuenta con las protecciones constitucionales y procesales apropiadas¡± y que la petici¨®n ¡°no cruza el l¨ªmite de extradici¨®n por delito pol¨ªtico¡±, dijo que ¡°en estas duras condiciones, el estado del se?or Assange se deteriorar¨ªa empuj¨¢ndole a perseguir el suicidio con la determinaci¨®n monoman¨ªaca de su trastorno del espectro autista¡±.
De ser extraditado, Assange ocupar¨ªa una celda de aislamiento en el mismo Centro de detenci¨®n Alexandria donde se suicid¨® Jeffrey Epstein en agosto de 2019. Tambi¨¦n es el lugar donde intent¨® suicidarse la exsoldado Chelsea Manning, cuando fue encarcelada por segunda vez por negarse a declarar contra Assange.
Parec¨ªa un buen augurio. Dos hackers diagnosticados con autismo y depresi¨®n hab¨ªan sentado precedente en la justicia brit¨¢nica, tras ser perseguidos como esp¨ªas bajo la misma Computer Misuse Act. En 2018, el presidente del Tribunal Supremo Lord Burnett rechaz¨® la extradici¨®n del activista Laurie Love porque ¡°ser¨ªa opresivo por motivo de su estado f¨ªsico y mental¡±. Love hab¨ªa sido acusado de conspirar con Anonymous para perpetrar ciberataques como contra los servidores del Gobierno estadounidense y robar documentos clasificados de la Reserva Federal, el Ej¨¦rcito de EE UU, el Departamento de Defensa, la Nasa y el FBI. En 2012, la extradici¨®n del hacker escoc¨¦s Gary McKinnon, acusado por EE UU de perpetrar ¡°el mayor asalto inform¨¢tico a un sistema militar de todos los tiempos¡± entre 2002 y 2003, tambi¨¦n fue rechazada, esta vez por Theresa May. La entonces ministra del Interior se acogi¨® al art¨ªculo 3 de la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos: ¡°Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona¡±.
Tanto McKinnon como Love disfrutaron de libertad condicional bajo fianza durante los largos a?os que dur¨® su proceso y ambos viven en libertad. La investigaci¨®n contra Love en EE UU sigue oficialmente activa, aunque no ha recibido noticias del Gobierno desde que se rechaz¨® la extradici¨®n, y puede moverse libremente por Inglaterra. Assange, sin embargo, lleva casi una d¨¦cada sin pisar la calle, despu¨¦s de siete a?os en la embajada de Ecuador y otros dos en la prisi¨®n brit¨¢nica esperando extradici¨®n. Y seguir¨¢ encerrado: la jueza Vanessa Baraitser deneg¨® la libertad condicional para el fundador de Wikileaks, bajo la premisa de que ¡°tiene incentivos para fugarse, y debe permitirse al Gobierno estadounidense que recurra la decisi¨®n¡±.
La jueza record¨® que Wikileaks hab¨ªa ayudado a Edward Snowden a refugiarse en Rusia en 2013, un argumento que sus abogados rechazan por dos motivos. Primero, Snowden se qued¨® varado en Rusia cuando el Gobierno estadounidense anul¨® su pasaporte, no por su propia voluntad. Segundo, porque el argumento de la juez vulnera el mismo derecho internacional a recibir asilo al que acudi¨® Theresa May cuando decidi¨® proteger a McKinnon.
El Gobierno estadounidense tiene de plazo hasta el 19 de enero para presentar su apelaci¨®n, el ¨²ltimo d¨ªa de Donald Trump como presidente de EE UU. Pero Zachary Terwilliger, el fiscal que persigue el caso, dejar¨¢ de trabajar dos d¨ªas antes porque acaba de dimitir. ¡°Ser¨¢ interesante ver lo que ocurre con este caso ¡ªdeclar¨® cuando anunci¨® su dimisi¨®n¡ª. Habr¨¢ que tomar algunas decisiones. Algunas tienen que ver con los recursos y d¨®nde quieres invertir tus energ¨ªas¡±.
Si un Gobierno democr¨¢tico puede extraditar a un periodista extranjero para encerrarlo en un centro de alta seguridad por denunciar sus cr¨ªmenes, qu¨¦ nos diferencia de pa¨ªses no democr¨¢ticos como China, Corea del Norte, Siria o Ir¨¢n
Ser¨¢ una de las primeras decisiones de la Administraci¨®n Biden: perseguir o no perseguir a Assange. T¨¦cnicamente, fue el Gobierno del que ¨¦l era vicepresidente el que empez¨® la persecuci¨®n de Wikileaks hace diez a?os, con Obama en la presidencia y Hillary Clinton como secretaria de Estado. Pero tambi¨¦n fue su Administraci¨®n la que decidi¨® no continuar con ella por lo que describieron como ¡°el problema New York Times¡±. ¡°Si el departamento de Justicia imputara a Assange ¡ªpublic¨® The Washington Post en 2013¡ª tambi¨¦n tendr¨ªa que perseguir a The New York Times y otros medios de comunicaci¨®n y periodistas que publicaran material clasificado, incluyendo The Washington Post y el brit¨¢nico The Guardian¡±.
La Administraci¨®n Obama no pod¨ªa imputar a Assange por publicar secretos de Estado que tambi¨¦n han publicado The New York Times, The Guardian, Le Monde, Der Spiegel y EL PA?S. Son las cinco cabeceras con las que trabaj¨® para publicar de forma simult¨¢nea cientos de documentos verificados de indiscutible inter¨¦s p¨²blico acerca de cr¨ªmenes de guerra y abusos de poder por parte del Gobierno de EE UU en Irak, Afganist¨¢n o Guant¨¢namo. Y el Gobierno no puede perseguir a esos peri¨®dicos porque el presidente Nixon demand¨® a The Washington Post y a The New York Times para que no publicaran los papeles del Pent¨¢gono y perdi¨®.
¡°La prensa estar¨¢ para servir a los gobernados, no a los gobernantes ¡ªdeclar¨® el juez de la Corte Suprema en 1971¡ª. El poder censor del Gobierno contra la prensa fue abolido para que la prensa permanezca eternamente libre para censurar al Gobierno. La prensa fue protegida para que pudiera desvelar los secretos del Gobierno y proteger al pueblo¡±. Gracias a ese precedente, el Ejecutivo de EE UU no puede perseguir a los peri¨®dicos y le ser¨ªa dif¨ªcil procesar a Wikileaks. Pero encontr¨® una trampa: pod¨ªan imputar a Julian Assange porque no es un medio de comunicaci¨®n ni est¨¢ contratado por un medio de comunicaci¨®n. Y no acusarlo de periodista sino de esp¨ªa. Y la trampa es doble, porque Assange no hacke¨® ning¨²n ordenador.
La Administraci¨®n Obama decidi¨® no usar la trampa porque atentaba contra la libertad de prensa, pero se la dej¨® hecha a la Administraci¨®n Trump, que acus¨® a Assange de conspirar con su fuente ¡ªla soldado Chelsey Manning¡ª para obtener documentos clasificados del Gobierno de EE UU sin la autorizaci¨®n del mismo. Sin un precedente que rechace categ¨®ricamente ese argumento legal, ning¨²n periodista podr¨¢ volver a publicar documentos clasificados obtenidos de una fuente sin temer una extradici¨®n o a?os de encierro sin fianza, a la espera de resoluci¨®n. Por eso, la trampa no es solo contra Assange sino contra la libertad de prensa en todo el mundo.
Contra cualquier periodista que denuncie a cualquier Gobierno que ha cometido cr¨ªmenes, abusos de poder o fraude. Porque Julian Assange no era ciudadano estadounidense ni trabajaba para el Gobierno estadounidense ni operaba desde suelo estadounidense cuando ocurri¨® la presunta conspiraci¨®n. Si un Gobierno democr¨¢tico puede extraditar a un periodista extranjero para encerrarlo en un centro de alta seguridad por denunciar sus cr¨ªmenes, qu¨¦ nos diferencia de pa¨ªses no democr¨¢ticos como China, Corea del Norte, Siria o Ir¨¢n. Qu¨¦ nos diferencia de Arabia Saud¨ª, cuyo jefe de Gobierno mand¨® descuartizar a Jamal Khashoggi, periodista de The Washington Post y editor en jefe del canal de noticias Al-Arab, en el consulado saud¨ª en Estambul en octubre de 2018.
Joe Biden llega a la Casa Blanca el pr¨®ximo 20 de enero de 2021 y tiene m¨¢s de un problema urgente que resolver. Contener una pandemia, controlar un hackeo masivo, tranquilizar a una sociedad dividida y restaurar la dignidad de las instituciones democr¨¢ticas que pretende liderar. Puede que Julian Assange no sea una de sus prioridades, pero si el fundador de Wikileaks muere en una prisi¨®n brit¨¢nica esperando su decisi¨®n, habr¨¢ perdido la oportunidad de liberar a la prensa de la trampa que dise?¨® su Gobierno hace diez a?os.
Marta Peirano es escritora y periodista.