Todav¨ªa suena la sirena de alarma
El problema ya no es Donald Trump, sino la recuperaci¨®n del Partido Republicano, ahora en manos de la extrema derecha supremacista
No ha pasado el peligro. No bastan ni la victoria de Joe Biden, ni el silencio en las redes sociales de Donald Trump, el incitador en jefe del asalto al Capitolio. Menos todav¨ªa tras su exoneraci¨®n por un Senado que solo ha conseguido sumar al repudio del trumpismo a siete de los 17 senadores republicanos necesarios.
El veredicto de culpabilidad habr¨ªa servido para desposeerle de todos los derechos que todav¨ªa ostenta y, sobre todo, para evitar el ensue?o de su candidatura republicana para 2024. Aun exonerado, con las pruebas que le hacen responsable del mot¨ªn, y en especia...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
No ha pasado el peligro. No bastan ni la victoria de Joe Biden, ni el silencio en las redes sociales de Donald Trump, el incitador en jefe del asalto al Capitolio. Menos todav¨ªa tras su exoneraci¨®n por un Senado que solo ha conseguido sumar al repudio del trumpismo a siete de los 17 senadores republicanos necesarios.
El veredicto de culpabilidad habr¨ªa servido para desposeerle de todos los derechos que todav¨ªa ostenta y, sobre todo, para evitar el ensue?o de su candidatura republicana para 2024. Aun exonerado, con las pruebas que le hacen responsable del mot¨ªn, y en especial la cronolog¨ªa de sus llamamientos incendiarios y de sus t¨ªmidas y tard¨ªas apelaciones a evitar la violencia, bastan para inhabilitarle. Ante los votantes republicanos m¨¢s moderados, sobre todo, pero tambi¨¦n ante la historia como el mayor bald¨®n de la instituci¨®n presidencial.
Trump ya no es el problema. La dificultad se traslada ahora al Partido Republicano, pieza imprescindible del sistema pol¨ªtico. La alarma que nos advierte del peligro seguir¨¢ sonando mientras el republicanismo no se recupere como fuerza democr¨¢tica, dispuesta a aceptar la alternancia y a desembarazarse de la extrema derecha que lo ha convertido en el partido del supremacismo blanco.
No ser¨¢ f¨¢cil. Trump convenci¨® a 74 millones de votantes con su visi¨®n regresiva de un pa¨ªs de hegemon¨ªa blanca, hostil a los inmigrantes y a las minor¨ªas, anterior a los combates de los a?os sesenta en favor de los derechos civiles y la emancipaci¨®n de las mujeres. Arracimada por el trumpismo, toda la extrema derecha, incluidos grupos tan ex¨®ticos como los conspiranoicos de QAnon, encontraron refugio en el republicanismo y libraron la batalla de Capitol Hill el 6 de enero, como un episodio m¨¢s de la guerra santa racial contra los invasores extranjeros e izquierdistas.
Veinte a?os despu¨¦s del 11-S, cuando Estados Unidos percibi¨® su vulnerabilidad frente al exterior y declar¨® la guerra global contra el terror, el asalto al Capitolio revela una nueva vulnerabilidad y un nuevo peligro terrorista, que en realidad era antiguo, pero oculto e interno y por tanto m¨¢s insidioso, como es la fortaleza de una extrema derecha tan s¨®lidamente arraigada como para tomar el Partido Republicano y la Casa Blanca durante cuatro a?os. Los expertos se?alan su extrema peligrosidad, en muchos aspectos incluso por encima del yihadismo, y la dificultad para combatirlo en un pa¨ªs donde las armas circulan libremente. La alarma sigue disparada. Y el peligro persiste.