Incierto futuro
El Congreso ha exhibido el mecanismo republicano de control del ejecutivo, que marca la frontera con la tiran¨ªa, desenfundado solo en cuatro ocasiones, dos de ellas con Trump
Donald Trump puede salir airoso del segundo impeachment o procedimiento de destituci¨®n al que est¨¢ sometido en el Senado. Tiene toda la apariencia de un argumento convincente el que esgrime su defensa: dif¨ªcilmente se puede destituir a quien ya ha sido sustituido en su funci¨®n presidencial. Ayuda tambi¨¦n una lectura escrupulosa de la Constituci¨®n, que prev¨¦ esta especie de juicio parlamentario solo para el presidente: no si¨¦ndolo ya Trump ahora, solo puede enjuiciarle un tribunal ordinario.
Unos torpes picapleitos contratados a toda prisa por el expresidente han esgrimido estos argumentos, sumados a otro m¨¢s peregrino: sus llamamientos a ¡°combatir como el diablo¡± para impedir la certificaci¨®n de la victoria de Biden eran inocentes met¨¢foras, con las que el presidente ejerc¨ªa su leg¨ªtima y sagrada libertad de expresi¨®n, protegida por la Primera Enmienda.
El argumento definitivo, de temible eficacia en el primer impeachment hace un a?o, poco tiene que ver con las pruebas y con un veredicto justo. Quien va a dirimir el resultado es el partido republicano, la venerable casa pol¨ªtica tomada por el trumpismo, en un envite en el que se juega su prestigio y su futuro, puesto que debe decidir si prefiere cerrar los ojos ante el mayor ataque sufrido por las dos C¨¢maras del Congreso en toda su historia o sumarse a la acusaci¨®n contra el presidente que incit¨® a la insurrecci¨®n contra los congresistas para interrumpir el proceso electoral, en vez de protegerles como era su obligaci¨®n.
Como los grandes transatl¨¢nticos, los bordos de los viejos partidos son lentos y largos, y ni siquiera es seguro que al final tomen un buen rumbo. Un solo senador republicano vot¨® contra Trump hace un a?o. Cinco lo hicieron en una primera votaci¨®n a finales de enero. Fueron ya seis el martes. Ser¨¢ dif¨ªcil que cambien los 11 que faltan, temerosos de la reacci¨®n de los 74 millones de votos trumpistas.
La segunda y m¨¢s que probable exoneraci¨®n de Trump no clausura en ning¨²n caso el largo itinerario judicial que le espera al expresidente. Aun saliendo formalmente absuelto a falta de la mayor¨ªa cualificada de 67 senadores sobre 100, el juicio parlamentario no ser¨¢ del todo en vano. El legado del horror quedar¨¢ bien caracterizado y sus pruebas exhibidas en p¨²blico: el impeachment tambi¨¦n es un ejercicio de pedagog¨ªa pol¨ªtica.
Sentar¨¢ un saludable precedente, que impide futuros abusos de poder e incluso golpes presidenciales: no puede haber vacaciones constitucionales para ning¨²n presidente, ni siquiera en los ¨²ltimos d¨ªas de su mandato. El Congreso ha exhibido el mecanismo republicano de control del ejecutivo, que marca la frontera con la tiran¨ªa, desenfundado solo en cuatro ocasiones, dos de ellas con Trump. Tambi¨¦n queda reivindicada la divisi¨®n de poderes, tan maltratada estos cuatro a?os. Tras el aperitivo, llegar¨¢ la acci¨®n independiente de la justicia, que le espera a la salida del Senado con un abultado pliego de cargos civiles y penales, estatales y federales, como para ocupar el resto de sus d¨ªas.
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