Harry Lime y los vacunatorios VIP
La vacunaci¨®n en Am¨¦rica Latina se ha politizado y en cada pa¨ªs la corrupci¨®n ha hecho a¨²n m¨¢s obscenamente visibles nuestras desigualdades
Apenas comenzaba la cuarentena planetaria cuando Carlos Gran¨¦s, singular¨ªsimo pensador colombiano y gran ensayista a cuya lectura soy propenso desde hace a?os, public¨® en El Espectador de Bogot¨¢ una columna sobre un subproducto ideol¨®gico del confinamiento: las ¡°utop¨ªas pospand¨¦micas¡±. Esto observaba don Carlos:
¡°El confinamiento nos arrebata el horizonte. Todo lo tenemos demasiado cerca, empezando por nosotros mismos, y por eso es tan dif¨ªcil dejar de o¨ªr nuestro propio eco al reflexionar sobre lo que est¨¢ ocurriendo. Lo vimos cuando los intelectuales p¨²blicos m¨¢s famosos del mo...
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Apenas comenzaba la cuarentena planetaria cuando Carlos Gran¨¦s, singular¨ªsimo pensador colombiano y gran ensayista a cuya lectura soy propenso desde hace a?os, public¨® en El Espectador de Bogot¨¢ una columna sobre un subproducto ideol¨®gico del confinamiento: las ¡°utop¨ªas pospand¨¦micas¡±. Esto observaba don Carlos:
¡°El confinamiento nos arrebata el horizonte. Todo lo tenemos demasiado cerca, empezando por nosotros mismos, y por eso es tan dif¨ªcil dejar de o¨ªr nuestro propio eco al reflexionar sobre lo que est¨¢ ocurriendo. Lo vimos cuando los intelectuales p¨²blicos m¨¢s famosos del momento, Zizek, Agamben, Preciado, salieron en tromba a predecir los cambios a los que nos abocaba el virus. No hubo uno que no viera en la pandemia la confirmaci¨®n de sus teor¨ªas o de sus anhelos revolucionarios¡±.
En efecto, muy pocos, de entre los sabios disponibles en la logosfera, mostraron contenci¨®n a la hora de vaticinar que la pandemia traer¨ªa profundos cambios, no diga usted solamente civilizatorios, sino tambi¨¦n en la m¨¢s rec¨®ndita f¨¢brica individual de los sentimientos morales.
Como cuadra a todas las pestes, la del covid-19 nos interrog¨® con su inesperada y enigm¨¢tica mortandad y eso agit¨® a los savants de la antropolog¨ªa filos¨®fica.
Se insisti¨® en profetizar que de la pandemia saldr¨ªamos ¨C ?saldremos en verdad alg¨²n d¨ªa?¡ª m¨¢s humildes y austeros y, sobre todo, m¨¢s propensos a empatizar, anglicismo este que de tan socorrido se ha tornado ¨¦l mismo tan pand¨¦mico e insustancial como la voz reinventarse. Aunque aceptado por la Real Academia, empatizar no significa lo mismo que el castizo apiadarse, pero en esto, como en tantas otras cosas, suelo ser yo el equivocado.
Pues bien, la mort¨ªfera covid-19, b¨ªblica plaga, nos iba a hacer, quiz¨¢ por lo mismo, m¨¢s temerosos de Dios, m¨¢s humanos. Bastaba ver a Donald Trump ninguneando en horario estelar al beat¨ªfico doctor Anthony Fauci para atisbar cu¨¢n optimista era el pron¨®stico.
Fue precisamente la desalmada contumacia de Trump en la mentira, la demencial atrocidad de su intento de golpe, lo que no nos dej¨® ver que la vacuna hab¨ªa llegado al fin.
En varias presentaciones y dispares fases de prueba, no ser¨¢ por cierto una rareza que las grandes farmac¨¦uticas dispongan en el futuro pr¨®ximo gradaciones y categor¨ªas para el mercadeo de sus vacunas como lo hacen las destiler¨ªas de whisky o las refiner¨ªas petroleras. As¨ª, podr¨ªamos disponer de una Pfizer Premium NonPareil?, una Moderna GoldBlend?, la Sputnik-Lubianka-Severdlov IV, la Oxford AstraXeneca High Yield Blend, la Sinovac All-purpose Standard hasta llegar a las casi 250 vacunas que hoy se anuncian oficialmente en proceso de desarrollo. Ahora se trata de c¨®mo vacunar a la poblaci¨®n mundial.
En nuestra parte del mundo esta tarea no luce imposible, pero se presenta caracter¨ªsticamente problem¨¢tica. Sin organismos de integraci¨®n regional que negocien coordinadamente con la Gran Farmacia, con China y con Rusia, el continente est¨¢ librado a la pugna geopol¨ªtica de las grandes potencias.
La covid-19, si bien no tan contagiosa como lo fue la gripe asi¨¢tica a fines de los a?os 50, compite en toxicidad con otro organismo: el populismo, trastorno autoinmune que arropa la regi¨®n desde hace un cuarto de siglo.
La vacunaci¨®n, cab¨ªa esperarlo, se ha politizado y en cada pa¨ªs la corrupci¨®n ha hecho a¨²n m¨¢s obscenamente visibles nuestras desigualdades. Donde no ha prevalecido un negacionismo genocida, como en Brasil, los jefes pol¨ªticos, como en Per¨². Argentina y Venezuela han privatizado en beneficio propio el orden de precedencia en la vacunaci¨®n mientras propalan logros inexistentes en la lucha contra la pandemia. Las cifra de muertes en todo el continente y el Caribe pasaba de los 650.000 a comienzos de febrero.
La captura en el aeropuerto El Dorado, en Bogot¨¢, de un grupo delictivo que intentaba introducir al pa¨ªs un lote de falsas ?inocuas? vacunas, envasadas con pasmoso parecido a un inoculable original, deja ver que no todo es ¨¢mbito estatal, que a¨²n hay lugar para el talento y esfuerzo privados en esta lucha por una nueva normalidad.
La noticia me hizo recordar que ¡°vacuna¡± es el nombre que las bandas armadas dan en Colombia a la extorsi¨®n.
Y trajo a mi mente una escena memorable de El tercer hombre(1949), el laureado film de Carol Reed con guion de Graham Greene, ambientado en la Viena ocupada por los Aliados y la Uni¨®n Sovi¨¦tica durante la inmediata posguerra.
Los hospitales rebosan de ni?os que mueren v¨ªctimas de una epidemia de difteria. Orson Welles encarna a Harry Lime, un c¨ªnico y fascinador traficante de antibi¨®ticos robados al esfuerzo humanitario internacional.
El astuto Lime, muy buscado por los ej¨¦rcitos ocupantes, se aviene a un encuentro clandestino con su viejo amigo Holly Martins ( Joseph Cotten) quien lo increpa entre incr¨¦dulo e indignado. El di¨¢logo transcurre en lo m¨¢s alto de la rueda de la fortuna en el Prater, afamado parque de diversiones. Martins pregunta a Lime si alguna vez ha visto a una de sus v¨ªctimas.
¡°?V¨ªctimas? No seas melodram¨¢tico¡ªresponde Lime¡ª, mira hacia abajo y dime: ?realmente sentir¨ªas l¨¢stima si alguno de esos puntitos dejara de moverse para siempre? Si te ofreciera 20.000 libras por cada puntito que se detuviese, ?realmente me dir¨ªas que guardase mi dinero?