Irlanda
Carabobo fue la batalla que asegur¨® la independencia de Venezuela y que el estrafalario Nicol¨¢s Maduro se propone re-escenificar en junio
A principios de 1817, un hombre llamado Bill Walton recibi¨® en Londres una misi¨®n de parte de un encumbrado arist¨®crata, militar de dilatada hoja de servicios en las guerras contra Napol¨¦on y ahora miembro del Parlamento brit¨¢nico.
El arist¨®crata hab¨ªa hecho la llamada ¡°guerra de la Pen¨ªnsula¡±, que es como los brit¨¢nicos llaman su participaci¨®n en la Guerra de Independencia espa?ola, librada contra la invasi¨®n napole¨®nica. Bill Walton, por su parte, combati¨® en Espa?a a las ¨®rdenes del general Hill, y en 1815 vio acci¨®n en Waterloo. ?La misi¨®n de Walton? Pagar muy discretamente una fianza y sacar de la prisi¨®n de King¡¯s Bench a un impecune sexagenario caraque?o llamado Luis L¨®pez M¨¦ndez.
La prisi¨®n de King¡¯s Bench fue uno de los m¨¢s c¨¦lebres establecimientos penales de la ¨¦poca donde muchos purgaban una pena infamante: la c¨¢rcel por deudas.
El arist¨®crata representaba a un pool de traficantes de armas y exig¨ªa permanecer en el m¨¢s absoluto anonimato. Del propio Walton se supone con bastante fundamento que pudo ser hijo de alg¨²n funcionario colonial ingl¨¦s destacado en las Indias Occidentales. El hecho probado es que Walton se expresaba muy bien en espa?ol, tanto hablado como escrito. Era impresor y periodista y desde hac¨ªa tiempo abogaba por la intervenci¨®n brit¨¢nica en pro de los independentistas de la Am¨¦rica espa?ola.
Walton, pues, sac¨® a L¨®pez M¨¦ndez de la c¨¢rcel, le compr¨® una comida caliente y lo llev¨® directamente a su alojamiento habitual desde 1810, el N¡ã 58 de Grafton Way, hogar de la se?ora Sarah Andrews, ya para entonces viuda del general¨ªsimo Francisco de Miranda. Para irnos entendiendo, s¨¦pase que Bill Walton y L¨®pez M¨¦ndez se conoc¨ªan desde hac¨ªa ya siete a?os.
L¨®pez M¨¦ndez lleg¨® a Londres en 1810, formando parte de un tr¨ªo de enviados pol¨ªticos del movimiento juntista que el 19 de abril de aquel a?o destituy¨® al capit¨¢n general Vicente Emparan. Los otros dos enviados eran los veintea?eros Andr¨¦s Bello y un tal Sim¨®n Bol¨ªvar; L¨®pez M¨¦ndez, distinguido profesor de filosof¨ªa, era el mayor de los tres: ten¨ªa 53 a?os bien cumplidos. La idea general era recabar apoyo brit¨¢nico para la causa independentista.
Ahora, en 1817, Walton y L¨®pez M¨¦ndez iban a convertir la casa de Grafton Way en el cuartel general de una sostenida operaci¨®n de reclutamiento de mercenarios que, a su vez, servir¨ªa para liquidar gran parte del enorme inventario de mosquetes Brown Bess y de los preciados rifles Baker, saldo de las guerras napole¨®nicas.
Puede decirse del rifle Baker que era el AK-47 de las guerras napole¨®nicas. Un arma de devastadora precisi¨®n que en muchas ocasiones hizo la diferencia. Colocar un buen lote de rifles Baker formaba parte de los tejemanejes de Walton y L¨®pez M¨¦ndez en la mejor apuesta que el Imperio Brit¨¢nico pod¨ªa hacer en el apogeo de la Revoluci¨®n Industrial por abrir los mercados de Hispanoam¨¦rica.
Despu¨¦s de Waterloo, Inglaterra desmoviliz¨® su Ej¨¦rcito y puso a media paga a los oficiales excedentarios. Son los oficiales en quienes se inspira la figura de Richard Sharpe, el rudo oficial de fusileros protagonista de la exitos¨ªsima serie brit¨¢nica que lleva su nombre.
Su segundo, el imaginativo sargento mayor Patrick Harper, natural de Donegal, Irlanda, evoca para m¨ª y le pone rostro a la centena de mercenarios irlandeses e ingleses que hace 200 a?os perecieron en la batalla de Carabobo, acribillados inmisericordemente por la mort¨ªfera mosqueter¨ªa espa?ola. Carabobo fue la batalla que asegur¨® la independencia de Venezuela y que el estrafalario Nicol¨¢s Maduro y sus narcogenerales se proponen re-escenificar en junio de este a?o.
Tengo a la vista la n¨®mina de participantes extranjeros en la batalla ¡°de a de veras¡±, con sus muertos y heridos. Fue publicada por el Dublin Evening Post en diciembre de 1821. El predominio irland¨¦s en el conteo de bajas es sobrecogedor. De los 340 combatientes de uno de los regimientos que entraron en acci¨®n, perecieron en cosa de dos horas 11 oficiales y 97 individuos de tropa. Se apellidan Callahan, Doyle, Kelly, Kilpatrick, McGyll, Mullaly, O¡¯Connel, O¡¯Reilly, Sandes¡
He usado la voz ¡°mercenarios¡±, consciente de los remilgos de quienes preferir¨ªan llamarlos ¡°legionarios¡±, palabra ¨¦sta menos cargada de desprecio y m¨¢s frecuente en los manuales de Historia patria. Sin embargo, el diccionario de la Real Academia da como primera acepci¨®n un adjetivo: ¡°Dicho de una tropa: Que por estipendio sirve en la guerra a un poder extranjero¡±.
Me ci?o a esa descripci¨®n del cargo porque ese, justamente, fue el trabajo de Jim Walton: de embarcar (?embaucar?) mercenarios, mosquetes Brown Bess, rifles Baker y otros pertrechos hacia Angostura. L¨®pez M¨¦ndez firmaba y pon¨ªa en los contratos el ¡°sello de goma¡± de una Costaguana llamada Rep¨²blica de Colombia.
La expresi¨®n ¡°legi¨®n brit¨¢nica¡± es descaminadora en extremo y no deja ver que el grueso de las bajas registradas eran j¨®venes irlandeses, muchos de ellos depauperados labriegos, solo en muy pocos casos veteranos de guerra y reclutados todos por los agentes de Bol¨ªvar en Londres con enga?osas promesas m¨¢s tarde incumplidas.
En esto no estoy torciendo la historia en lo m¨¢s m¨ªnimo. El profesor Matthew Brown, distinguido historiador militar brit¨¢nico, catedr¨¢tico de la Universidad de Bristol, ha escrito un libro que recoge su exhaustiva investigaci¨®n de a?os sobre el tema. Se titula Adventuring through Spanish colonies: Sim¨®n Bol¨ªvar, foreign mercenaries and the birth of new nations (Aventur¨¢ndose en las colonias espa?olas: Sim¨®n Bol¨ªvar, los mercenarios extranjeros y el nacimiento de nuevas acciones, Liverpool, 2006).
La base de datos acopiada por el profesor Brown acude al registro de miles de irlandeses de los de abajo, atra¨ªdos por los afiches y volantes impresos por Walton y L¨®pez y enviados a morir a nuestras tierras. Se funda en documentaci¨®n recabada en Inglaterra, Escocia, Irlanda, Espa?a, Ecuador, Venezuela y Colombia.
Entre 1810 y 1825 ¨Cnos dice Brown¨C, casi 7.000 mercenarios brit¨¢nicos e irlandeses zarparon de Inglaterra rumbo a Venezuela. Sus motivos eran diversos: muchos lo hicieron por dinero que nunca llegaron a ver; otros, los menos, anhelaban gloria militar. La mayor¨ªa, sin discusi¨®n, eran irlandeses que murieron en duras condiciones de combate o a causa de las fiebres tropicales.
Pienso en Achaguas, remota poblaci¨®n del llano venezolano que fue centro de operaciones de la caballer¨ªa llanera del general Jos¨¦ Antonio P¨¢ez y donde llegaron los primeros rifleros extranjeros. All¨ª es a¨²n posible apreciar a simple vista un gen dominante en la poblaci¨®n: los ojos grises que los lugare?os viejos llaman de antiguo ¡°el paso del ingl¨¦s¡±. ?Doscientos a?os ya?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.