La mente, instrucciones de montaje
La biotecnolog¨ªa avanza hacia la construcci¨®n de minicerebros en el laboratorio
Los m¨¦dicos ya saben trasplantar h¨ªgados y corazones, intestinos y pulmones, c¨®rneas, huesos y ri?ones, y alg¨²n d¨ªa extender¨¢n su arte a todos los dem¨¢s ¨®rganos. Con una excepci¨®n: el cerebro. Porque aqu¨ª ya no nos enfrentamos a un problema t¨¦cnico, sino a una imposibilidad filos¨®fica. Si te trasplantan el ri?¨®n de un donante, sigues siendo t¨². Si te trasplantan el cerebro, ese ya no eres t¨², sino el donante. El trasplante de cerebro deber¨ªa llamarse trasplante de cuerpo, porque el resultado es la mente del donante viviendo en un cuerpo nuevo: tu cuerpo, desocupada lectora.
Todos somos ...
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Los m¨¦dicos ya saben trasplantar h¨ªgados y corazones, intestinos y pulmones, c¨®rneas, huesos y ri?ones, y alg¨²n d¨ªa extender¨¢n su arte a todos los dem¨¢s ¨®rganos. Con una excepci¨®n: el cerebro. Porque aqu¨ª ya no nos enfrentamos a un problema t¨¦cnico, sino a una imposibilidad filos¨®fica. Si te trasplantan el ri?¨®n de un donante, sigues siendo t¨². Si te trasplantan el cerebro, ese ya no eres t¨², sino el donante. El trasplante de cerebro deber¨ªa llamarse trasplante de cuerpo, porque el resultado es la mente del donante viviendo en un cuerpo nuevo: tu cuerpo, desocupada lectora.
Todos somos conscientes de existir (cogito ergo sum, pienso luego existo, en el c¨¦lebre tuit de Descartes), pero ?d¨®nde est¨¢ nuestro yo? El fil¨®sofo Daniel Dennett public¨® en 1998 una colecci¨®n de ensayos titulada Brainchildren (hijos del cerebro, a falta de mejor traducci¨®n) y dedicada al problemilla de c¨®mo dise?ar una mente, y otro libro anterior en colaboraci¨®n con el f¨ªsico Douglas Hofstadter, The Mind¡¯s I (un juego de palabras entre el ojo de la mente y el yo de la mente, que suenan igual en ingl¨¦s). Los editores espa?oles han traducido muchas obras de este fil¨®sofo de la ciencia, pero no estas dos, que son mis favoritas.
Dennett propon¨ªa en esos ensayos un experimento mental que responde a la pregunta de d¨®nde est¨¢ nuestro yo. Imagina que el doctor Mengele te extrae el cerebro del cr¨¢neo y lo pone encima de la mesa, teniendo cuidado de conservar las conexiones con tus ¨®rganos sensoriales, que siguen donde siempre hab¨ªan estado. En estas condiciones, podr¨¢s ver tu propio cerebro en una mesa desde metros de distancia, pero ?acaso sentir¨¢s que tu yo est¨¢ encima de la mesa? No. Tu yo seguir¨¢ estando en el mismo sitio de siempre, entre las dos orejas y un poco por detr¨¢s de los ojos. ?No es cierto? Ah¨ª, muy cerca de tus sentidos, es donde sentir¨¢s que est¨¢s, por mucho que tu raz¨®n sepa que tu cr¨¢neo est¨¢ hueco y tus pensamientos residen en ese extra?o objeto arrugado que Mengele ha puesto en la mesa.
Si estos experimentos mentales te dan que pensar, los avances en biolog¨ªa del desarrollo har¨¢n que te estalle la cabeza. Las c¨¦lulas madre humanas que los cient¨ªficos han aprendido a utilizar en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas pueden, en las condiciones adecuadas, generar racimos de neuronas que se organizan a imitaci¨®n de las c¨¦lulas del cerebro en desarrollo y forman unas estructuras muy similares a las del c¨®rtex de los neonatos. Basta cultivar las c¨¦lulas en el laboratorio durante 250 o 300 d¨ªas (unos nueve meses), algo que nadie hab¨ªa hecho antes, y que es justo el tiempo que le lleva al feto nacer con esos mismos circuitos puestos de serie. Los genes que se activan o reprimen son los mismos en ambos casos, y en la misma secuencia temporal.
Como en la par¨¢bola de Dennett, estos ¡°organoides¡± o minibrains (minicerebros) carecen de ojos y o¨ªdos, pero si te los trasplantaran a tu cr¨¢neo, ese ya no ser¨ªas t¨², sino un producto biotecnol¨®gico. Las cuestiones filos¨®ficas son aqu¨ª parecidas a las que plantean los computadores avanzados. ?Existen varias formas de inteligencia? ?O todo ser inteligente debe converger en la misma clave? Piensa sobre ello, porque el cerebro no es el contenedor de tu mente. Es tu mente.