Contra la degradaci¨®n de la pol¨ªtica (y II)
La preeminencia del mercado de relatos aplasta la b¨²squeda eficaz de soluciones
En la din¨¢mica de degradaci¨®n que sufre la pol¨ªtica espa?ola, adem¨¢s de las end¨¦micas lacras de corrupci¨®n, transfuguismo e ineficacia en m¨²ltiples aspectos de gesti¨®n, destaca especialmente en esta ¨¦poca la excesiva preeminencia de la cultura del relato. La comunicaci¨®n es fundamental en pol¨ªtica, no cabe ingenuidad al respecto, pero en Espa?a el dominio de la pol¨ªtica del relato ¡ªel excesivo af¨¢n de conquistar adhesi¨®n a trav¨¦s del mensaje oral o del gesto¡ª se ha tornado tan...
En la din¨¢mica de degradaci¨®n que sufre la pol¨ªtica espa?ola, adem¨¢s de las end¨¦micas lacras de corrupci¨®n, transfuguismo e ineficacia en m¨²ltiples aspectos de gesti¨®n, destaca especialmente en esta ¨¦poca la excesiva preeminencia de la cultura del relato. La comunicaci¨®n es fundamental en pol¨ªtica, no cabe ingenuidad al respecto, pero en Espa?a el dominio de la pol¨ªtica del relato ¡ªel excesivo af¨¢n de conquistar adhesi¨®n a trav¨¦s del mensaje oral o del gesto¡ª se ha tornado tan fuerte que parece aplastar a la pol¨ªtica de las soluciones de manera enfermiza. Cuando la venta del mensaje es la prioridad, las din¨¢micas pol¨ªticas sufren una seria perturbaci¨®n. Por un lado, las diatribas verbales, aunque insustanciales, emponzo?an el terreno para la pol¨ªtica real, en la cual se hace m¨¢s dif¨ªcil hallar puntos de encuentros despu¨¦s de las llamaradas ret¨®ricas que queman naves. La ligereza dial¨¦ctica, como en un castigo dantesco, se torna en pesadez f¨¢ctica, incapacidad de actuar con agilidad y pragmatismo. Por el otro, la obsesi¨®n del mensaje puede llegar a alterar los objetivos.
Los acontecimientos de los ¨²ltimos d¨ªas precisamente muestran un encadenamiento de sucesos pol¨ªticos ¡ªque no de pol¨ªticas¡ª que est¨¢n m¨¢s relacionados con el efectismo del relato, del titular y con el cortoplacismo que con una estrategia de luces largas ligada a los intereses de la poblaci¨®n. Ejemplos de esa escasa ejemplaridad hay en todos los grandes partidos e instituciones, aunque en la graduaci¨®n de responsabilidades destacan los partidos en los extremos del espectro y sectores mayoritarios del PP. En el Congreso de los Diputados, los l¨ªderes y portavoces se han acostumbrado a emplear la sesi¨®n de control para sus virulentos cruces de ataques, ocurrencias y descalificaciones que nada tienen que ver con la gesti¨®n, como deber¨ªa, sino con el pavoneo y los pellizcos verbales de vuelo gallin¨¢ceo que no aportan nada constructivo sino que, por el contrario, rebanan cualquier asomo de centrar el debate en asuntos de calado. Triste exponente de esta tendencia fue el pasado mi¨¦rcoles la increpaci¨®n de un diputado del PP contra Errej¨®n ¡ª¡±?vete al m¨¦dico!¡±¡ª cuando ¨¦ste intent¨® poner sobre la mesa los problemas de salud mental durante la pandemia. Pidi¨® disculpas, pero el en¨¦simo da?o queda hecho, con la imagen de un parlamentarismo insoportablemente infantilizado.
El Congreso no es el ¨²nico entorno en sufrir esta lacra. Las din¨¢micas del Gobierno tambi¨¦n son zarandeadas por la religi¨®n del relato, especialmente cuando se trata de exhibir las discrepancias en la coalici¨®n. M¨²ltiples indicios refuerzan la sensaci¨®n de que se hace m¨¢s pol¨ªtica en los despachos de mercadotecnia del mensaje que a trav¨¦s del debate franco en el Consejo de Ministros.
M¨¢s all¨¢ del Parlamento y el Gobierno, toda la pol¨ªtica espa?ola parece instalada en una campa?a permanente, pervirtiendo las estaciones naturales de la democracia. La vida intelectual de los partidos aparece deformada, entre hiperliderazgos e hipersensibilidad al sondeo. Casi todo tiene sabor a tacticismo en vez de estrategia; juego de poder antes que inter¨¦s ciudadano. La moci¨®n de Ciudadanos y el PSOE en Murcia, m¨¢s proclamada que atada, y el adelanto electoral en Madrid, m¨¢s destinado a amarrar el poder que a las verdaderas necesidades de la comunidad, son dos ejemplos. Pero sobre todo hieren las omnipresentes consignas simplistas e incendiarias que se escuchan, desde el ¡°socialismo o libertad¡± ¡ªque luego deriv¨® a ¡°comunismo o libertad¡±¡ª a la lucha contra ¡°la derecha criminal¡±, por no hablar de la lamentable dial¨¦ctica de tanta pol¨ªtica catalana. Todas ellas en beneficio exclusivo del partido ¡ªda igual el da?o de polarizaci¨®n y resentimiento que generan en la colectividad¡ª. Una cadena de vaciedades con gran sonoridad.
No tiene por qu¨¦ ser as¨ª. Hay ejemplos en Europa que muestran liderazgos diferentes. Y hay en Espa?a muchos servidores p¨²blicos deseosos de trabajar en un entorno diferente. Ojal¨¢ logren imponerse. La pol¨ªtica espa?ola necesita imperiosamente corregir su infructuoso rumbo.