S¨¢nchez y la equidistancia
Mientras se reaccione a la violencia por afinidad ideol¨®gica, todo ir¨¢ mal
En la segunda semana de campa?a, entre balas y bulos, con la agenda fuera de control despu¨¦s de que las amenazas irrumpieran por correo postal, Pedro S¨¢nchez se sum¨® a la denuncia de la equidistancia liderada por Iglesias: ¡°los equidistantes, los que dicen que ni fascismo ni antifascismo...¡±. Esa falacia de falso dilema sin duda le resultar¨¢ infantil al lector adulto, pero es el marco conceptual de la seg...
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En la segunda semana de campa?a, entre balas y bulos, con la agenda fuera de control despu¨¦s de que las amenazas irrumpieran por correo postal, Pedro S¨¢nchez se sum¨® a la denuncia de la equidistancia liderada por Iglesias: ¡°los equidistantes, los que dicen que ni fascismo ni antifascismo...¡±. Esa falacia de falso dilema sin duda le resultar¨¢ infantil al lector adulto, pero es el marco conceptual de la segunda parte de campa?a. Y no, claro, los llamados equidistantes no se sit¨²an entre el fascismo o antifascismo, sino en el eje de la democracia liberal frente a la democracia populista con que tensan el sistema desde los dos extremos. Un dem¨®crata no ha de ser s¨®lo antifascista, que va de suyo, sino algo m¨¢s: antitotalitario; o por situarse en la Europa actual, anti-iliberal. Y esto sucede por los dos extremos con populismos m¨¢s o menos ramplones.
Claro que todo esto obedece a la mec¨¢nica electoral, bajo la consigna del todo vale para disputar la victoria apelando a emociones primarias. Durante d¨¦cadas, en Espa?a, ha habido demasiado acoso, atentados y asesinatos a derecha e izquierda como para tener alguna lecci¨®n aprendida sobre las amenazas. En fin, quiz¨¢ para algo habr¨¢ servido esta situaci¨®n ¡ªque Vox y Podemos han llevado a su terreno embarrado por sus mal¨ªsimas perspectivas electorales¡ª si se reflexiona sobre la violencia. Algunos, adem¨¢s de exigir a la derecha condenas inexcusables, deber¨ªan preguntarse: ?cu¨¢l fue mi reacci¨®n cuando Rivera recibi¨® una foto suya con una bala clavada en su frente? ?C¨®mo reaccionaba yo cuando en Euskadi o Catalu?a se boicoteaban los m¨ªtines de la derecha? ?Cu¨¢nto me call¨¦ con los CDR? ?Cu¨¢nto con Bildu? El cartel de los menas es abominable, pero ?y el tuit de Puigdemont sobre la vacunaci¨®n de polic¨ªas y guardias civiles? El Gobierno, lejos de plantar cara a ese poder xen¨®fobo del Estado que excluye a la mitad de la poblaci¨®n, se ofreci¨® a tapar la inmundicia con vacunas. Mientras se reaccione a la violencia por afinidad ideol¨®gica, todo ir¨¢ mal.
Esta campa?a, de hecho, ha llevado al paroxismo una inercia peligrosa que conecta con las miserias del independentismo catal¨¢n: no rivalizar con el adversario, sino deslegitimarlo como si fuese inaceptable moralmente, hasta plantear su exclusi¨®n. No es nuevo, pero se ha desmadrado. Y una vez m¨¢s con mucho cinismo tras ese lenguaje del cord¨®n sanitario. ?Vox, a todo esto, es m¨¢s inaceptable que Bildu? En fin, claro que ser¨ªa saludable que los partidos liberales apuesten por no sumar con iliberales; pero ?se asume el coste? ?se entiende que le prestar¨¢s al otro tus votos para ello? ?Va, por ejemplo, el PSOE a ofrecer sus votos al PP para que gobierne sin Vox? Por supuesto, dicen que ¡°no es no¡±. ?Entonces? El PSOE lleva tiempo alimentando a Vox, desde la foto de Col¨®n, porque eso moviliza a su electorado; como hab¨ªa hecho el PP con Podemos, cuyo pacto con S¨¢nchez descalificar¨ªa despu¨¦s indignamente de ¡°Gobierno ileg¨ªtimo¡±. Todo esto no s¨®lo es hip¨®crita, sino cada vez m¨¢s corrosivo. Y s¨ª, hay que ser equidistante, o al menos muy distante, ante toda amenaza iliberal.