¡®Tolle, lege¡¯
¡®La vida peque?a¡¯, de Jos¨¦ ?ngel Gonz¨¢lez Sainz, es un libro sabio, o mejor, un conjunto de reflexiones en busca de la sabidur¨ªa
Hay muchos libros interesantes, placenteros o ¨²tiles, pero hay pocos libros sabios. Son libros sabios los ensayos de Montaigne, las cartas de S¨¦neca, las glosas de Don Sem Tob, los pecios de Ferlosio, en fin, un pu?ado. Guardando las distancias (Jos¨¦ ?ngel Gonz¨¢lez Sainz me odiar¨ªa si lo comparara con los anteriores), su reci¨¦n editado La vida peque?a (Anagrama) es un libro sabio, o mejor, un conjunto de reflexiones en busca de la ...
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Hay muchos libros interesantes, placenteros o ¨²tiles, pero hay pocos libros sabios. Son libros sabios los ensayos de Montaigne, las cartas de S¨¦neca, las glosas de Don Sem Tob, los pecios de Ferlosio, en fin, un pu?ado. Guardando las distancias (Jos¨¦ ?ngel Gonz¨¢lez Sainz me odiar¨ªa si lo comparara con los anteriores), su reci¨¦n editado La vida peque?a (Anagrama) es un libro sabio, o mejor, un conjunto de reflexiones en busca de la sabidur¨ªa. Sesenta y tres cap¨ªtulos que deben leerse despacio y a uno por d¨ªa.
No es f¨¢cil decir por qu¨¦ este es un libro sabio, ni mucho menos lo que la sabidur¨ªa cuente en la actualidad. Me valgo de un ejemplo de Don Sem Tob, el cual confiesa que se ti?e las canas, no por vanidad sino para que nadie acuda a importunarle con preguntas dif¨ªciles tras constatar que es un anciano. El sabio se ti?e de beocio para que le dejen en paz. Es la misma t¨¢ctica que elige Gonz¨¢lez Sainz para esbozar las m¨¢s arduas cuestiones en modo ¡°te?ido¡±, o sea, con bella prosa literaria.
Pero ?en qu¨¦ consiste la sabidur¨ªa?, pues en ¡°la festiva asistencia a lo que hay ah¨ª cada vez en un ahora¡±. No es, como se ve, un saber acad¨¦mico. Esto no se aprende en la universidad y no puede ser el fruto de la ense?anza porque es ¡°un saber col¨¦rico que al cabo se acaba transformando en una rara serenidad melanc¨®lica¡±. O lo que es igual, se alcanza la sabidur¨ªa cuando ¡°pacificamos la guerra que nos mueven los continuos chorros de im¨¢genes y palabras a todas horas y con mil ruidos¡± en cada ah¨ª y ahora. Para ello hay que conquistar un silencio a ultranza, ¡°como limpieza previa¡± o preludio del saber. Sin silencio no puede haber atenci¨®n o sabidur¨ªa. Quienes no sigan estos avisos cuenten con el cap¨ªtulo Teor¨ªa del perfecto gilipollas para conocerse mejor.