Partidismo y vacunas
La extrema polarizaci¨®n del debate p¨²blico afecta al proceso de vacunaci¨®n en varios pa¨ªses
Un 70% vacunado, cuanto antes. Ese ha sido el objetivo informal, aproximado que se ha marcado el mundo para construir un muro contra la covid. Espa?a, con su mitad completamente vacunada, ya no est¨¢ lejos de la meta. Pero aun as¨ª nos ha alcanzado una quinta ola. Lo mismo ha sucedido entre varios campeones de la vacunaci¨®n mundial: Chile y Reino Unido primero, EE UU o Israel ahora, se han enfrentado a repuntes de casos de distinta intensidad, im...
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Un 70% vacunado, cuanto antes. Ese ha sido el objetivo informal, aproximado que se ha marcado el mundo para construir un muro contra la covid. Espa?a, con su mitad completamente vacunada, ya no est¨¢ lejos de la meta. Pero aun as¨ª nos ha alcanzado una quinta ola. Lo mismo ha sucedido entre varios campeones de la vacunaci¨®n mundial: Chile y Reino Unido primero, EE UU o Israel ahora, se han enfrentado a repuntes de casos de distinta intensidad, impulsados por las nuevas variantes. En todos ellos se constata que el virus en cualquiera de sus versiones acaba por propagarse sobre todo entre la poblaci¨®n que no dispone de pauta completa de vacunaci¨®n. El hallazgo confirma que las vacunas funcionan a nivel individual, pero dejan en el aire la duda de si ese impreciso 70% traer¨¢ un final definitivo a la pandemia. En lugar de pensar en quimeras de inmunidad grupal inmediata y soluciones r¨¢pidas a un virus que probablemente estar¨¢ con nosotros por mucho m¨¢s tiempo, los esfuerzos de los pa¨ªses deber¨ªan centrarse en ampliar al m¨¢ximo el acceso a las vacunas planteando llegar al 100% de la poblaci¨®n adolescente o adulta como horizonte, m¨¢s que objetivo concreto. Pero para ello el problema ya no ser¨¢ de oferta, sino de demanda.
En EE UU, Reino Unido, Alemania, Israel, Chile, Hungr¨ªa o Polonia el ritmo de dosis puestas diariamente disminuy¨® leve pero significativamente a partir de cierto punto. En Italia o Francia se ha estabilizado. En ning¨²n caso se debi¨® a fallo en el suministro: una vez superados los escollos iniciales de producci¨®n, m¨¢s de 2.000 millones de seres humanos han recibido al menos una dosis durante la primera mitad de 2021. Pero, una vez asegurada la inmunizaci¨®n de los m¨¢s vulnerables, que son tambi¨¦n los que m¨¢s ten¨ªan que perder con una eventual infecci¨®n, el an¨¢lisis riesgo-beneficio del resto de la poblaci¨®n, as¨ª como de sus l¨ªderes pol¨ªticos, se ha ido reajustando. Sin urgencia inmediata, el espacio para sopesar supuestos pros y contras se vuelve mayor. Y, en una ¨¦poca de polarizaci¨®n ideol¨®gica del debate p¨²blico sin precedentes, los argumentos partidistas son de los primeros en ponerse sobre la balanza.
Como la vacunaci¨®n es un ¨¦xito que el gobierno de turno puede arrogarse como propio independientemente de su color ideol¨®gico, su oposici¨®n tiene incentivos para cuestionarla. Tambi¨¦n sucede al rev¨¦s: ciertos Estados, particularmente aquellos de corte autoritario (China, Rusia y sus respectivas ¨®rbitas inmediatas), buscaron en un inicio la implementaci¨®n acelerada de vacunas sin datos suficientes para alabar su eficacia. Cuando estos salieron a la luz, confirmando que efectivamente dichas vacunas funcionaban, ya era tarde y la semilla de la desconfianza hab¨ªa germinado.
Esto produce una variedad de discursos vacuno-esc¨¦pticos dif¨ªciles de colocar bajo un mismo paraguas. En estos meses he le¨ªdo a voces de extrema izquierda (en Colombia), de extrema derecha (en Argentina o Espa?a) e incluso de centro liberal (respecto a China o Rusia) descalificar espec¨ªficamente la efectividad o conveniencia de la vacuna empleada o promocionada por su rival ideol¨®gico, casi siempre bas¨¢ndose en datos parciales o inexactitudes estad¨ªsticas. Las multinacionales farmac¨¦uticas, la conspiraci¨®n social-comunista o la nueva Guerra Fr¨ªa se turnan para servir de decorado para estos discursos. Quien atiende a ellos para considerar si vacunarse o no los pone en la balanza con un plus de confianza debido a que encajan con sus prejuicios, y en varios casos puede desequilibrar las preferencias a favor de aplazar, o directamente ignorar, sus dosis.
Tratar de resolver esto dentro de la propia l¨®gica partidista, como parte del discurso pro-ciencia demasiadas veces intenta (con descalificaciones de plano al rival en sus versiones menos afortunadas), est¨¢ abocado al fracaso: al final, solo refuerza el marco de partida, el de la asociaci¨®n entre ideolog¨ªas y vacunas.
Una t¨¢ctica mucho m¨¢s prometedora es esquivar a los l¨ªderes del discurso vacuno-esc¨¦ptico, para hablar directamente con esa porci¨®n que no est¨¢ segura de qu¨¦ informaci¨®n atender para evaluar riesgos y beneficios en el contexto actual. En lugar de entrar en debates est¨¦riles, resulta mucho m¨¢s prometedor (y emp¨¢tico) atender a sus temores espec¨ªficos, o sus barreras (que a veces son tanto de percepci¨®n como materiales/log¨ªsticas) para llegar hasta estar vacunados, sali¨¦ndonos de la l¨®gica de polarizaci¨®n para escuchar y dar respuesta a problemas concretos.
Si alguien necesita un indicio de que esta es la estrategia m¨¢s apropiada, le basta con observar c¨®mo en varios de los pa¨ªses antes listados la ralentizaci¨®n en la vacunaci¨®n se convirti¨® nuevamente en repunte cuando los casos tambi¨¦n empezaron a subir. Es decir: un aumento evidente de los riesgos de no vacunarse devolvi¨® el equilibrio a la balanza del riesgo y el beneficio para al menos alguna gente. Solo as¨ª, alimentando el an¨¢lisis de las personas sin circunscribirnos a nuestras pasiones ni asumir que s¨®lo dependemos de ellas para tomar decisiones, lograremos cumplir con la m¨¢xima de que hasta que todo el mundo no est¨¦ seguro, nadie lo estar¨¢ completamente.
Jorge Galindo es soci¨®logo y co-editor de Politikon.