La unidad de la Uni¨®n
El problema del Reino Unido no es el nacionalismo escoc¨¦s, sino Inglaterra cuyo encaje en su estructura regional tiene que resolver el pa¨ªs
A vueltas con el nuevo desaf¨ªo escoc¨¦s uno piensa en la iron¨ªa que tiene que en un pa¨ªs cuyo nombre oficial incluye el adjetivo ¡°unido¡±, el concepto de unidad nacional no exista como tal. En el Reino Unido, parad¨®jicamente, el concepto de la Uni¨®n se disuelve felizmente en centurias de inveterado pragmatismo ingl¨¦s, tan renuente a definir conceptos y m¨¢s c¨®modo desarrollando su vida pol¨ªtica seg¨²n sus usos y costumbres. La noci¨®n de unidad nacional ¡ªde honda raigambre jacobina y por ello ajena al sentir i...
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A vueltas con el nuevo desaf¨ªo escoc¨¦s uno piensa en la iron¨ªa que tiene que en un pa¨ªs cuyo nombre oficial incluye el adjetivo ¡°unido¡±, el concepto de unidad nacional no exista como tal. En el Reino Unido, parad¨®jicamente, el concepto de la Uni¨®n se disuelve felizmente en centurias de inveterado pragmatismo ingl¨¦s, tan renuente a definir conceptos y m¨¢s c¨®modo desarrollando su vida pol¨ªtica seg¨²n sus usos y costumbres. La noci¨®n de unidad nacional ¡ªde honda raigambre jacobina y por ello ajena al sentir ingl¨¦s¡ª es desconocida en la isla brit¨¢nica.
Al ingl¨¦s nunca se le ocurri¨® codificar en qu¨¦ consiste la Uni¨®n y ni siquiera hay un momento fundacional de la Uni¨®n pues ha sido un proceso de incorporaci¨®n gradual. El Reino Unido nunca naci¨®; se fue haciendo.
Quiz¨¢ ello explique por qu¨¦ no existe un gentilicio para designar al natural del Reino Unido (brit¨¢nico no ser¨ªa preciso del todo) o por qu¨¦ durante los Juegos Ol¨ªmpicos de 2012 en Londres, el equipo nacional era ¡°Team GB¡± (relativo a Gran Breta?a) y no ¡°Team UK¡± (relativo al Reino Unido) que habr¨ªa sido lo normal.
Lo extraordinario del Reino Unido es que cada territorio se ha incorporado por separado y siempre mediante una ley del Parlamento aprobada para cada naci¨®n. Tras varios siglos de invasiones inglesas en Gales, que de facto ya ven¨ªa perteneciendo a Inglaterra, en 1536 el principado se incorpora de iure bajo Enrique VIII. Eran los tiempos de la Reforma inglesa y un inquieto Enrique VIII quer¨ªa asegurarse la lealtad de Gales. Gales, que no lleg¨® a ser elevado a reino, es el ¨²nico territorio no representado en la Union Jack.
En cambio, la uni¨®n de Inglaterra y Escocia se forj¨® con arreglo al Tratado de la Uni¨®n de 1707. Ve entonces la luz Gran Breta?a. Aquella Uni¨®n estuvo estimulada por el extraordinario fracaso en el Darien, cuando Escocia, sin experiencia alguna en estas lides, financi¨® una expedici¨®n para fundar colonias en el actual Panam¨¢. El desastre caribe?o fue tal que una arruinada Escocia se vio obligada a unirse a Inglaterra mediante un tratado. No sorprende pues, que de los 25 art¨ªculos del Tratado de la Uni¨®n, 14 lidien con asuntos econ¨®micos y fiscales para garantizarse el acceso a los mercados ingleses. A cambio de renunciar a tener su propio parlamento, Escocia se asegur¨® su propio sistema legal y el mantenimiento de la iglesia presbiteriana. Irlanda del Norte, en cambio, se incorpora por defecto y con escasa pompa a la Uni¨®n, pues la forman los seis condados protestantes del Norte que quedan tras la independencia de Irlanda en 1922.
Ning¨²n documento constitucional crea el Reino Unido. As¨ª, ning¨²n texto legal regula las cuatro naciones que lo forman. La Uni¨®n se vuelve a cuestionar otra vez por el nacionalismo escoc¨¦s que a pesar de 300 a?os de ¨¦xitos, amenaza con un segundo refer¨¦ndum. Volviendo la mirada atr¨¢s, parece un sarcasmo que fuera precisamente un rey escoc¨¦s, Jacobo VI, el primero en unir las coronas de Inglaterra y Escocia. Orillan todos los avances intelectuales, pol¨ªticos, sociales y en educaci¨®n que tuvieron lugar durante el llamado Scottish Englightment y que habr¨ªan sido imposibles en una Escocia aislada y arruinada. Fue precisamente durante el Imperio brit¨¢nico cuando Escocia descoll¨® proporcionando excelentes administradores y gestores que despachaban asuntos en todos los territorios brit¨¢nicos.
Salvo el caso excepcional de Irlanda del Norte (que tiene el derecho reconocido a unirse a Irlanda), el Reino Unido no reconoce el derecho de autodeterminaci¨®n de sus territorios, lo que en la pr¨¢ctica se traduce en que Escocia no puede unilateralmente salir de la Uni¨®n. Ni siquiera tiene un derecho a convocar un refer¨¦ndum de independencia. A lo m¨¢s que puede aspirar como ya sucedi¨® en 2014, es a solicitar al Gobierno brit¨¢nico que le transfiera temporalmente la facultad de convocar un refer¨¦ndum de esta naturaleza.
Es cosa conocida que el Reino Unido no tiene una constituci¨®n codificada y en consecuencia no existe el concepto de unidad nacional. En derecho espa?ol o franc¨¦s, la unidad de la naci¨®n es esencial pues la soberan¨ªa nacional recae precisamente en el propio pueblo. Esto nos lleva inmediatamente al concepto clave, el de soberan¨ªa. Mientras en el Reino Unido el pueblo brit¨¢nico no es soberano pues lo es su parlamento, en Espa?a es el pueblo espa?ol ¡ªsujeto de la soberan¨ªa nacional¡ª qui¨¦n decide qu¨¦ es Espa?a. Se entiende que el concepto de unidad nacional no sea tan relevante en un pa¨ªs que desconoce la soberan¨ªa nacional.
El propio Disraeli ya nos advert¨ªa en las postrimer¨ªas del XIX que a Inglaterra no la gobierna la l¨®gica sino el Parlamento. Como el Reino Unido no tiene una constituci¨®n codificada su organizaci¨®n territorial es espont¨¢nea y abierta. En la mayor¨ªa de las constituciones, el legislador dise?a c¨®mo se organiza territorialmente el pa¨ªs. El caso contrario se da en el Reino Unido, que no tiene previsiones sobre su estructura regional. Mientras en Espa?a es el constituyente quien orienta el sistema auton¨®mico o regional, en Inglaterra es el Parlamento ¡ªsiempre soberano¡ª quien decide en cada momento y seg¨²n las circunstancias sobre c¨®mo organizarse territorialmente.
Hace unas d¨¦cadas las demandas del nacionalismo escoc¨¦s lograron que el gobierno laborista de los noventa liderara lo que se dio en llamar devolution y que simplemente consisti¨® en ¡°devolver¡± competencias a Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Fue una mera transferencia de competencias, pero que indirectamente empezaba a crear ¡ªsin propon¨¦rselo¡ª un sistema de tendencia federal. Esas transferencias se hicieron ad hoc sin contar con el andamiaje institucional y legal propio de las naciones federales. De la noche a la ma?ana se pas¨® de un estado unitario a un estado federalizante.
Como siempre ocurre cuando se tratan asuntos ingleses, la organizaci¨®n territorial del pa¨ªs brit¨¢nico no est¨¢ plasmada en ning¨²n sitio. Se trata de un sistema ¨²nico en tanto que no est¨¢ regulado como tal y es asim¨¦trico porque Inglaterra, que re¨²ne a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, no tiene parlamento propio. Adem¨¢s, en virtud del principio de soberan¨ªa del Parlamento, el Parlamento de Westminster podr¨ªa legislar en cualquier momento y recuperar las competencias que en su d¨ªa ¡°devolvi¨®¡±. No existe una teor¨ªa del estado federal o auton¨®mico al contrario de lo que sucede en Espa?a, Alemania o EE UU Su actual organizaci¨®n regional es simplemente decisi¨®n del gobierno de turno.
Es parad¨®jico que el pa¨ªs que -hecho imperio- organiz¨® una cuarta parte del mundo, cre¨® nuevos pa¨ªses, dividi¨® territorios, traz¨® fronteras y dise?¨® nuevas administraciones, no haya podido emular para s¨ª mismo aquella extraordinaria precisi¨®n administrativa. En el fondo, en la cuesti¨®n escocesa, subyace lo de siempre, que Inglaterra m¨¢s que un pa¨ªs, es una actitud frente a los problemas pol¨ªticos y no una naci¨®n organizada conscientemente. En mil a?os de historia brit¨¢nica se encuentran pocos momentos ¡°constitutivos¡± que quiebren con el pasado. Sus instituciones evolucionan gradualmente y su sistema territorial es abierto, asim¨¦trico y circunstancial. Debatir sobre el concepto de naci¨®n o su organizaci¨®n territorial le ha parecido al ingl¨¦s, desde siempre, una indulgencia al pensamiento abstracto y una impertinencia continental.
Pero el problema de la Uni¨®n no es el nacionalismo escoc¨¦s. Es Inglaterra. El pa¨ªs tiene que resolver el encaje de Inglaterra en su estructura regional. El Reino Unido se asoma lentamente a una encrucijada constitucional pues tarde o temprano las pasiones desbordadas de Escocia pondr¨¢n en suerte a la Uni¨®n. Abocado el nacionalismo escoc¨¦s a repetir el error del Darien, las instituciones brit¨¢nicas, forjadas en esa fragua lenta de la Historia tienen ante s¨ª la tarea de garantizar que el Reino Unido contin¨²e siendo, en efecto, un reino unido.
Eduardo Barrachina es abogado y presidente de la C¨¢mara de Comercio Espa?ola en Londres.