?Est¨¢s ah¨ª, Espa?a?
En Ceuta la polic¨ªa multa a un menor por no llevar cintur¨®n, pero nadie se ocupa de su comida o su futuro
Qu¨¦ l¨¢stima que los menores que vinieron de Marruecos no sab¨ªan que deb¨ªan gritar ¡°?Espa?a! ?Espa?a!¡± para ser bienvenidos, como deben hacer los afganos al llegar al aeropuerto de Kabul para que las diligentes tropas espa?olas les ayuden a subirse a aviones para volar a Torrej¨®n. Claro que tampoco habr¨ªan podido, boqu...
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Qu¨¦ l¨¢stima que los menores que vinieron de Marruecos no sab¨ªan que deb¨ªan gritar ¡°?Espa?a! ?Espa?a!¡± para ser bienvenidos, como deben hacer los afganos al llegar al aeropuerto de Kabul para que las diligentes tropas espa?olas les ayuden a subirse a aviones para volar a Torrej¨®n. Claro que tampoco habr¨ªan podido, boqueando como estaban para respirar a la vez que cruzaban la frontera a nado en aguas turbulentas.
Esto ha ocurrido: un joven voluntario de los que ayudan a los menores que sobreviven en las calles de Ceuta trasladaba a uno de ellos al m¨¦dico cuando recibi¨® el alto de la polic¨ªa. El chico no se hab¨ªa puesto el cintur¨®n. Diligente tambi¨¦n, el agente le puso una multa que pagar¨¢ el conductor y les dej¨® seguir a su destino. En el centro de salud atendieron a varios, y los voluntarios espa?oles que les intentan ayudar les sufragaron gafas, pomadas y lo que hizo falta. Por fortuna existen almas buenas y una sociedad civil que sabe dar la talla.
Si llama la atenci¨®n lo diligente que fue este agente es porque, de forma correcta y seguramente preocupado por un eventual accidente de coche que perjudicara al menor, sancion¨® la ausencia de cintur¨®n. As¨ª se aprende. El rastro de esa diligencia se pierde ah¨ª porque, m¨¢s all¨¢ del eventual accidente, las autoridades no se preocuparon de qu¨¦ pod¨ªan comer esos chicos de la calle, el muelle, el bosque, que se acurrucan a dormitar entre rocas, cables, casetas y trozos de contenedores para afanarse por la ma?ana para acicalarse unos a otros el pelo ¡ªson presumidos¡ª, lucir la mejor ropa disponible y buscarse la vida. Tampoco en la Pen¨ªnsula ha habido dirigentes tan diligentes como para acogerlos como Dios manda en un reparto entre regiones.
Llena de orgullo conocer la movilizaci¨®n para recibir a colaboradores afganos en Kabul y se entiende que ese ¡°?Espa?a! ?Espa?a!¡± que hemos escuchado en sus bocas como seguro de salvaci¨®n nos toque la vena patri¨®tica, para qu¨¦ nos vamos a enga?ar.
Lo incomprensible es que, simult¨¢neamente, el Ministerio del Interior y el Gobierno de Ceuta hayan intentado deshacerse de los menores con una devoluci¨®n masiva que los jueces han parado. Mientras consegu¨ªan devolver a los 55 primeros, otros 200 que hab¨ªan confiado en ¡°Espa?a, Espa?a¡± han huido, desconfiados ya de lo que este gran pa¨ªs va a hacer con ellos. Se suman a otros cientos. Y es que la Espa?a que hemos visto en Kabul no estaba en Ceuta ni en ninguna de las comunidades aut¨®nomas que no han querido acogerles.
Y ahora, ?a qui¨¦n ponemos la multa?