Escalada en el Magreb
La ruptura de relaciones diplom¨¢ticas entre Argelia y Marruecos eleva la tensi¨®n en una zona sometida a cambios decisivos
La ruptura de relaciones diplom¨¢ticas entre Marruecos y Argelia, anunciada oficialmente el 24 de agosto, no es una anecd¨®tica disputa como tantas otras entre estos dos pa¨ªses vecinos y hermanos, tan vinculados hist¨®ricamente como permanentemente enzarzados en contenciosos bilaterales. Desde el absurdo cierre de fronteras entre ambos pa¨ªses en 1994, perjudicial para todos, no se hab¨ªa desbordado el statu quo ni alcanzado ...
La ruptura de relaciones diplom¨¢ticas entre Marruecos y Argelia, anunciada oficialmente el 24 de agosto, no es una anecd¨®tica disputa como tantas otras entre estos dos pa¨ªses vecinos y hermanos, tan vinculados hist¨®ricamente como permanentemente enzarzados en contenciosos bilaterales. Desde el absurdo cierre de fronteras entre ambos pa¨ªses en 1994, perjudicial para todos, no se hab¨ªa desbordado el statu quo ni alcanzado el nivel de tensi¨®n actual, con creciente temor al estallido de alg¨²n incidente de mayor gravedad.
La iniciativa de la ruptura ha partido del Gobierno argelino, al parecer ofendido por Rabat por tres motivos. Por el supuesto espionaje a sus gobernantes desde el Ejecutivo marroqu¨ª a trav¨¦s del sistema israel¨ª Pegasus, por las manifestaciones de un alto diplom¨¢tico de Rabat en favor de la autodeterminaci¨®n de la Kabilia y por las acusaciones a Argel de complicidad con la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n lanzadas por el ministro de Exteriores israel¨ª en viaje oficial a Marruecos.
Menos circunstanciales son las causas perfectamente conocidas de la tensi¨®n tradicional entre ambos pa¨ªses. Argel acusa ahora a Rabat respecto a la Kabilia de lo mismo que Rabat acusa a Argel respecto al S¨¢hara, con la diferencia que marca el estatus internacional como territorio con derecho a la autodeterminaci¨®n reconocido por Naciones Unidas respecto a la excolonia espa?ola. Cuenta tambi¨¦n la rivalidad por la hegemon¨ªa regional entre ambos pa¨ªses vecinos, exacerbada por el reconocimiento de la soberan¨ªa marroqu¨ª sobre el S¨¢hara por parte de Donald Trump ya en los ¨²ltimos compases de su presidencia, una vez derrotado en las urnas.
Esta trascendental decisi¨®n diplom¨¢tica, que Joe Biden no ha querido corregir, es una prolongaci¨®n de los Acuerdos de Abraham, enhebrados en la Casa Blanca entre Israel, Arabia Saud¨ª y Emiratos ?rabes Unidos para ampliar el reconocimiento ¨¢rabe del Estado sionista y construir una zona de prosperidad y de seguridad, especialmente frente a la amenaza que representan los proyectos nucleares de Ir¨¢n. El desarrollo geopol¨ªtico de la alianza busca tambi¨¦n una nueva hegemon¨ªa en el norte de ?frica, garantizada ya por el Egipto de Al Sisi, la implicaci¨®n de Marruecos y la instalaci¨®n de ¨¦mulos del modelo egipcio en Libia y en T¨²nez. Corresponde tambi¨¦n a la retirada declarada por Trump de Oriente Pr¨®ximo y ahora corroborada por Biden, y a la subrogaci¨®n del cuidado geopol¨ªtico de la regi¨®n a sus aliados. Encaja incluso en la nueva hegemon¨ªa la consolidaci¨®n de un emirato talib¨¢n siguiendo el modelo saud¨ª, facilitado especialmente por Trump en su acuerdo de retirada de Afganist¨¢n.