Asimetr¨ªa pol¨ªtica (y testicular)
Se ha establecido una equivalencia falaz entre Podemos y Vox para justificar alianzas electorales cuando no son lo mismo: las ideas del primero no cuestionan la democracia como hace la extrema derecha
En nuestra vida cotidiana, buscamos la simetr¨ªa. Los psic¨®logos de la Gestalt ya mostraron que la simetr¨ªa nos proporciona una sensaci¨®n de orden y estabilidad. Si tratamos con alguien cuyo rostro presente alguna asimetr¨ªa llamativa, como en un retrato de Picasso, nos sentimos inc¨®modos y percibimos fealdad. Lo mismo sucede si entramos en una estancia en la que los cuadros cuelguen inclinados en las paredes o los muebles se dispongan desordenadamente.
Tendemos a imponer simetr¨ªa incluso all¨ª donde no la hay. Esto da lugar a lo que se conoce como falacia de la falsa equivalencia, en la q...
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En nuestra vida cotidiana, buscamos la simetr¨ªa. Los psic¨®logos de la Gestalt ya mostraron que la simetr¨ªa nos proporciona una sensaci¨®n de orden y estabilidad. Si tratamos con alguien cuyo rostro presente alguna asimetr¨ªa llamativa, como en un retrato de Picasso, nos sentimos inc¨®modos y percibimos fealdad. Lo mismo sucede si entramos en una estancia en la que los cuadros cuelguen inclinados en las paredes o los muebles se dispongan desordenadamente.
Tendemos a imponer simetr¨ªa incluso all¨ª donde no la hay. Esto da lugar a lo que se conoce como falacia de la falsa equivalencia, en la que suponemos que cosas distintas son asimilables, algo as¨ª como comparar peras con manzanas.
Viene todo esto a cuento de una falacia de falsa equivalencia que se ha establecido en la pol¨ªtica espa?ola, sobre todo en los ambientes conservadores, seg¨²n la cual Podemos y Vox son dos partidos equivalentes. Cada uno representa una opci¨®n radical, uno a la izquierda del PSOE, otro a la derecha del PP y son, por tanto, im¨¢genes especulares situadas en los m¨¢rgenes del espectro ideol¨®gico. A favor de esta tesis obran las encuestas de opini¨®n, pues los ciudadanos tienden a situar a Podemos y Vox en los extremos, si bien no hay simetr¨ªa perfecta: en la escala de 1 a 10 de ideolog¨ªa, a Podemos se le coloca a 1,4 puntos de la extrema izquierda y a Vox a s¨®lo 0,6 puntos de la extrema derecha (seg¨²n la encuesta postelectoral del CIS de 2019).
De esta manera, se argumenta o bien que si el PP no deber¨ªa pactar con Vox, tampoco lo deber¨ªa hacer el PSOE con Podemos, o bien que si el PSOE ha pactado con Podemos, el PP podr¨ªa hacer lo mismo con Vox. La derecha, curiosamente, bascula entre ambas alternativas. Unos d¨ªas dice que el Gobierno de coalici¨®n presidido por Pedro S¨¢nchez es ileg¨ªtimo por haber permitido la entrada de Podemos en el Ejecutivo y otros que no hay ning¨²n motivo para excluir la posibilidad de gobernar con Vox.
Lo que me interesa analizar no es la incoherencia del PP, sino si, verdaderamente, es lo mismo que el PSOE pacte con Podemos y que el PP lo haga con Vox. Es decir, si estando ambos partidos situados en los extremos de la escala ideol¨®gica, son equivalentes por ello a efectos de una coalici¨®n de gobierno.
Puede que a muchos les parezca una perogrullada lo que voy a decir a continuaci¨®n, pero estoy convencido de que muchos otros piensan de manera distinta. En mi opini¨®n, la simetr¨ªa entre Podemos y Vox se rompe desde el momento en que abandonamos el plano de la ideolog¨ªa y nos situamos en el plano de la democracia. Los dos partidos, desde luego, se sit¨²an en posiciones ideol¨®gicas m¨¢s extremas que PP y PSOE, pero lo m¨¢s importante no es eso, sino si son equivalentes en sus credenciales democr¨¢ticas. Es ah¨ª donde deja de haber simetr¨ªa y entra la falsa equivalencia. Es esta falsa equivalencia la que contamina los juicios sobre la legitimidad de las f¨®rmulas de coalici¨®n.
Podemos tiene propuestas que, l¨®gicamente, producen rechazo e incluso una sensaci¨®n de ofensa en amplias capas de la ciudadan¨ªa. Entre otras muchas cosas, es un partido abiertamente republicano, tiene una visi¨®n cr¨ªtica de la Transici¨®n espa?ola, est¨¢ a favor de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n de Catalu?a, promueve el impago de una parte de la deuda p¨²blica y apuesta por el lenguaje inclusivo. Este programa gustar¨¢ m¨¢s o menos desde la posici¨®n ideol¨®gica de cada cual, pero me parece evidente que ninguno de los puntos mencionados entra en colisi¨®n con los principios de la democracia. Pone en cuesti¨®n, desde luego, los cimientos del sistema: la monarqu¨ªa, la unidad de Espa?a y la propia Transici¨®n. Pero nada de eso, por muy sagrado que se considere, destruye o erosiona la democracia como tal. Puede haber democracia sin monarqu¨ªa, con Catalu?a fuera de Espa?a si as¨ª lo desea una mayor¨ªa de catalanes, y sobre bases distintas de la Constituci¨®n de 1978.
En cambio, Vox defiende medidas excluyentes que contradicen principios democr¨¢ticos b¨¢sicos. La m¨¢s notoria de todas ellas es la ilegalizaci¨®n de partidos nacionalistas. Vox antepone su exacerbado nacionalismo espa?ol a la democracia. La ilegalizaci¨®n de los partidos nacionalistas significar¨ªa, por ejemplo, que el 67% de los votantes del Pa¨ªs Vasco en las elecciones auton¨®micas de 2020, que optaron por partidos nacionalistas (PNV y Bildu), quedar¨ªan sin representaci¨®n pol¨ªtica. De ah¨ª que resulte un sarcasmo que haya quien considere que Vox forma parte del ¡°constitucionalismo¡± y que el grupo al que me he referido en alguna ocasi¨®n como ¡°los intelectuales de Col¨®n¡± promuevan la movilizaci¨®n ciudadana en contra de los indultos a los l¨ªderes independentistas, sin hacer ascos a los apoyos que reciben de la extrema derecha. Prohibir partidos no violentos, s¨®lo por sus ideas, con un apoyo mayoritario en algunas zonas de Espa?a, es una aberraci¨®n democr¨¢tica. Aunque suele hablar en t¨¦rminos deliberadamente ambiguos, Vox muestra tambi¨¦n su car¨¢cter excluyente cuando se refiere a la inmigraci¨®n y las cuestiones de g¨¦nero. Su xenofobia y homofobia son innegables. Con Vox la democracia se estrecha y bordea el autoritarismo.
La legitimidad de Podemos y Vox como potenciales socios de coalici¨®n es, por tanto, muy distinta. Insisto, m¨¢s all¨¢ de la simpat¨ªa ideol¨®gica que tengamos por cada partido, no hay raz¨®n para afirmar que la inclusi¨®n de Podemos en el Gobierno sea un peligro para la democracia, mientras que, claramente, la de Vox s¨ª lo es. Puede que en otros ¨¢mbitos ocurra al rev¨¦s, pero desde luego en el plano de an¨¢lisis m¨¢s fundamental, que es el de democracia frente a autoritarismo, Podemos y Vox no son equivalentes.
Precisamente porque no lo son, la derecha lleva tiempo desenterrando la propaganda anticomunista de la Guerra Fr¨ªa, como si hubiera alg¨²n peligro de involuci¨®n totalitaria de signo comunista en los pa¨ªses occidentales. ?Cu¨¢ntas veces no han o¨ªdo lo de ¡°Gobierno social-comunista¡±? De lo que se trata con esta palabrer¨ªa anacr¨®nica es de deslegitimar la coalici¨®n que actualmente gobierna Espa?a.
Puesto que democr¨¢ticamente hablando Podemos y Vox no son lo mismo, cabe argumentar la necesidad, en el caso de Vox, de establecer un cord¨®n sanitario (no ilegalizando el partido, ni eliminando sus derechos pol¨ªticos, sino renunciando a formar coalici¨®n con ¨¦l o a depender de sus votos). Esto requiere que los partidos inequ¨ªvocamente democr¨¢ticos se pongan de acuerdo en evitar que la extrema derecha pueda condicionar la formaci¨®n de gobierno. As¨ª, en caso de que PP y Vox sumaran una mayor¨ªa absoluta, el resto de grupos pol¨ªticos deber¨ªa prestar sus votos al PP para que este gobierne sin necesidad de contar con Vox. En eso consiste un cord¨®n sanitario y se justifica por la necesidad de preservar un bien mayor como la democracia.
En t¨¦rminos democr¨¢ticos y de inclusi¨®n, Podemos y Vox no son equivalentes. Por mucha querencia que tengamos a la simetr¨ªa, hay excepciones. Las excepciones, de hecho, no son exclusivas de la pol¨ªtica; se dan tambi¨¦n en la naturaleza y, curiosamente, tambi¨¦n en torno a la distinci¨®n entre izquierda y derecha. La asimetr¨ªa m¨¢s llamativa se produce en los machos de la especie humana, cuyo test¨ªculo izquierdo cuelga m¨¢s bajo que el derecho. Por algo ser¨¢.
Ignacio S¨¢nchez-Cuenca es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Carlos III de Madrid.