La verdad asoma
Casi todas las leyes sociales llegan tarde y tan solo se corresponden con una realidad terca que no conoce otra cosa que la experiencia humana
La verdad tiene u?as que rompen el saco que la esconde. Lo hace t¨ªmidamente, pero su rasgadura alcanza la luz. En su largo recorrido una verdad se nutre de todo lo que encuentra a su paso, que la hace m¨¢s s¨®lida y permanente. La verdad es una suma, exactamente lo contrario de un dogma, que es el resultado de imponer el silencio a todo lo que le contradice. Fue muy sorprendente que la sociedad espa?ola no discutiera con madurez alrededor de ...
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La verdad tiene u?as que rompen el saco que la esconde. Lo hace t¨ªmidamente, pero su rasgadura alcanza la luz. En su largo recorrido una verdad se nutre de todo lo que encuentra a su paso, que la hace m¨¢s s¨®lida y permanente. La verdad es una suma, exactamente lo contrario de un dogma, que es el resultado de imponer el silencio a todo lo que le contradice. Fue muy sorprendente que la sociedad espa?ola no discutiera con madurez alrededor de la legislaci¨®n sobre eutanasia. Ni tan siquiera en el Parlamento, los llamados a hacerlo ofrecieron otra cosa que refutaciones y defensas a o¨ªdos tapados. Pero la verdad asoma desde hace tiempo en la forma en que se quitan la vida muchos enfermos sin perspectiva a los que el sistema no ha garantizado un proceso de final digno. Personas con enfermedades terminales y horizonte de solo dolor tratan de encontrar en la nueva ley una respuesta conforme a su decisi¨®n final, enmarcada en la descripci¨®n de ese acto, tan personal, que es la eutanasia. Hace poco hemos sabido del caso de una mujer mayor y enferma que respond¨ªa con precisi¨®n al perfil de alguien con derecho a la eutanasia y a quien en el hospital p¨²blico que la trataban le aplicaron desprecio y mareo con tr¨¢mites que en el fondo ocultaban una indecente forma de obstaculizar su decisi¨®n libre y razonada. Esta inasistencia es una forma de crimen.
Tambi¨¦n la verdad ha aparecido con rabiosa frecuencia cuando hablamos del aborto. Las legislaciones sobre este asunto solo tienen una finalidad, la de lograr que las mujeres no tengan que recurrir a la interrupci¨®n furtiva del embarazo, sin condiciones de higiene ni salud, bajo el amparo de mafias. Al final, pens¨¦moslo, casi todas las leyes sociales llegan tarde y tan solo se corresponden con una realidad terca que no conoce otra cosa que la experiencia humana. En el caso del aborto, adem¨¢s, las mujeres padecen sobre su reproducci¨®n una tutela milenaria, paternalista y cruel, que de haberla padecido los hombres, hace siglos que estar¨ªa desestimada. Pues estas mujeres se enfrentan en algunos lugares de Espa?a a una objeci¨®n tejida en la estructura de la medicina p¨²blica que las expulsa hacia cl¨ªnicas privadas especializadas. Conviene que la ley ponga atenci¨®n a este dilema, pues si todo el equipo cl¨ªnico de un hospital se declara objetor lo que se precisa es introducir aquellos profesionales dispuestos a cumplir con la ley sin que nadie les fuerce en una direcci¨®n u otra. El corporativismo puede encubrir, sucede en todos los oficios, la mala praxis bajo la forma de un chantaje grupal.
Tambi¨¦n la enfermedad mental se abre paso con terquedad en un panorama de desprecio supino. Los centros no est¨¢n adecuados a la demanda masiva, la atenci¨®n de urgencia es traum¨¢tica para pacientes y familiares, y mientras se defiende la libertad para tomar ca?as nadie refuerza estos servicios p¨²blicos, que ahora mismo contribuyen con su precariedad al estigma social. Son tres l¨ªneas de atenci¨®n que no se resuelven con la pamema propagand¨ªstica de un nuevo hospital ni con otra declaraci¨®n mentirosa de apoyo a la medicina p¨²blica. Porque la verdad que asoma en cada caso relacionado con estos sucesos ¨ªntimos y nos habla de desatenci¨®n, abandono, desamparo y desprecio. No hay ning¨²n enigma, lo que hay es una realidad oculta que es indignante porque no encuentra altavoz ni eco entre los ciudadanos.