El Partido Popular rumbo a Vox
Pablo Casado disipa las ambig¨¹edades y sit¨²a al PP lejos del consenso europeo en relaci¨®n con la ultraderecha
Ayer en Valencia el Partido Popular consigui¨® lanzar in extremis la buscada imagen de unidad en torno a su presidente, Pablo Casado. Ese era el objetivo pol¨ªtico de la convenci¨®n itinerante que termin¨® el domingo, en una plaza de toros ic¨®nica, con lleno total y la consagraci¨®n de Casado como candidato a unos comicios todav¨ªa lejanos, pese al claro tinte electoral de su discurso de clausura. El Partido Popular ¡°sale a ganar¡±, subray¨® Casado, tras dar por terminada una ¡°traves¨ªa del desierto¡± inseparable de los grav¨ªsimos casos de corrupci¨®n que han afectado al partido. Hoy se quiere ¡°ancho, abierto¡±, a la vez que recupera la munici¨®n ideol¨®gica m¨¢s dura contra el Gobierno y un presidente a quien evit¨® nombrar.
Nada de todo ello facilitar¨¢ el funcionamiento de una democracia que necesita renovar con improrrogable urgencia piezas cruciales de su arquitectura institucional. La estrategia pol¨ªtica que ayer desvel¨® Casado surge de la necesidad de agrupar a la derecha como condici¨®n para su potencial victoria electoral. Pero la contraindicaci¨®n de ese prop¨®sito reside en el riesgo de abandonar la moderaci¨®n capaz de preservar la convivencia democr¨¢tica y la deseable construcci¨®n de acuerdos de Estado. Esa nueva estrategia derriba puentes y deja hu¨¦rfanos a votantes que aspiran a una pol¨ªtica donde las soluciones a los problemas nacen de la negociaci¨®n. Entre las zonas m¨¢s templadas de su electorado, los sentimientos pueden ser encontrados: la necesidad de aglutinar al electorado de la derecha puede desmotivar al voto centrista captado a Ciudadanos en las elecciones a la Comunidad de Madrid del pasado 4 de mayo. Entre la posible afirmaci¨®n del PP como partido situado en el espectro liberal conservador y la decantaci¨®n hacia la extrema derecha, Pablo Casado ha escogido el segundo rumbo, decidido a recuperar a lazo al votante que encontr¨® en Vox una trinchera ultranacionalista contra los nuevos movimientos sociales, feministas y LGTBI y contra el independentismo catal¨¢n.
El discurso de Casado tuvo la doble virtud de clarificar la estrategia pol¨ªtica del PP y a la vez culminar el reguero de inquietantes intervenciones diseminadas a lo largo del c¨®nclave. La promesa de derogar o reformar de forma sustancial las leyes de memoria democr¨¢tica, las leyes feministas, la ley de inmigraci¨®n, la ley de la eutanasia, la ley del aborto y la ley de educaci¨®n, adem¨¢s de la previsible bajada de impuestos, mimetiza sin disimulo el tremendismo retr¨®grado de Vox. Octubre de 2020 ha quedado muy lejos, sin rastro de la ruptura con Santiago Abascal que exhibi¨® Casado desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados donde cuaj¨® su mejor discurso hasta hoy durante la respuesta a la moci¨®n de censura de Vox.
Es una mala noticia para la vida pol¨ªtica espa?ola que la derecha descarte el modelo que la canciller alemana Angela Merkel impuls¨® durante a?os para aislar a una ultraderecha incorporada a las instituciones, como sucede con Vox en Espa?a. El respaldo de los presidentes regionales a Casado fue un¨¢nime, pero algunos de ellos exhiben matices diferenciados. La moderaci¨®n m¨¢s cl¨¢sica e institucional del presidente gallego, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, o la reciente disposici¨®n del presidente Jos¨¦ Manuel Moreno Bonilla a negociar los presupuestos de Andaluc¨ªa con el PSOE van en la direcci¨®n contraria al discurso de su presidente.
La convenci¨®n ha dejado muchos baches en esa hipot¨¦tica ruta hacia el centroderecha del PP, tras varios d¨ªas de un estr¨¦s pol¨ªtico que a punto estuvo de desarbolar una maquinaria cuidadosamente armada para entronizar la candidatura de Casado a La Moncloa, sin rival interno aparente y con el apoyo expl¨ªcito de los expresidentes Mariano Rajoy y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Las im¨¢genes televisivas no hac¨ªan f¨¢cil descifrar el s¨¢bado la gestualidad de la presidenta de la Comunidad de Madrid, tras regresar de su viaje por Estados Unidos. Con sus palabras ratific¨® la tregua pol¨ªtica tras las tensiones provocadas por su ausencia en los primeros d¨ªas de la convenci¨®n. Sin embargo, Isabel D¨ªaz Ayuso volvi¨® a defender el indescifrable axioma seg¨²n el cual Madrid es Espa?a, precisamente en el momento en que confesaba p¨²blicamente que su ¡°meta era Madrid¡±. Nadie sabe si esa identificaci¨®n entre Madrid y Espa?a pueda ser desmentida en las urnas y si Madrid funciona o no como una burbuja diferenciada del resto de un pa¨ªs sin los rasgos que han dado al PP madrile?o la mayor¨ªa aplastante en las ¨²ltimas elecciones regionales.
Lo que hasta ayer parec¨ªa ruido medi¨¢tico generado por el formato abierto del c¨®nclave hoy adquiere otro sentido: el mejorable sentido del humor de Aznar y su desconfianza ante el Estado auton¨®mico, o su desd¨¦n hacia la recomendable pr¨¢ctica del perd¨®n, el antiautonomismo inconstitucional de Alejo Vidal-Quadras, la inoportunidad lacerante de la presencia de Nicolas Sarkozy en la v¨ªspera de una nueva condena por corrupci¨®n, el desliz infortunado de Mario Vargas Llosa sobre el valor del voto, o la escas¨ªsima presencia de mujeres denunciada por Paula G¨®mez de la B¨¢rcena han acabado siendo involuntarios aperitivos de la doctrina program¨¢tica de Casado, incluida la mecha patri¨®tica a cuenta del indigenismo. La arenga de Teodoro Garc¨ªa Egea pronunciada el s¨¢bado funcion¨® como proveedor del clima confrontador que impuso Casado, sin calado presidencial en un discurso de ruptura y en clave electoralista. La competencia con Vox y su solidez en las encuestas agravar¨¢n el enconamiento end¨¦mico al que est¨¢ expuesta la vida pol¨ªtica y la misma conversaci¨®n p¨²blica. Ha vuelto el PP, en efecto, pero en Valencia se ha dejado su sentido de Estado.
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