Fuego eterno
Un volc¨¢n en erupci¨®n nos da a entender que la humanidad est¨¢ bailando sobre unas placas tect¨®nicas movedizas, aunque de momento todav¨ªa pueden sonar los ¡®Conciertos de Brandemburgo¡¯
Un volc¨¢n en erupci¨®n podr¨ªa ser un fen¨®meno religioso, ante el cual habr¨ªa que arrodillarse presos de p¨¢nico como los primates, puesto que nuestra cultura no ha superado todav¨ªa la neurosis del infierno. El volc¨¢n de La Palma nos obliga a contemplar en directo la forma en que el caos cre¨® este planeta cuyo trabajo a¨²n no ha terminado. Una sucesi¨®n de terremotos y de impactos de meteoritos quebr¨® la corteza terrestre y por sus fisuras emergieron los v¨®mitos de magma,...
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Un volc¨¢n en erupci¨®n podr¨ªa ser un fen¨®meno religioso, ante el cual habr¨ªa que arrodillarse presos de p¨¢nico como los primates, puesto que nuestra cultura no ha superado todav¨ªa la neurosis del infierno. El volc¨¢n de La Palma nos obliga a contemplar en directo la forma en que el caos cre¨® este planeta cuyo trabajo a¨²n no ha terminado. Una sucesi¨®n de terremotos y de impactos de meteoritos quebr¨® la corteza terrestre y por sus fisuras emergieron los v¨®mitos de magma, de gases y de fuego emitidos desde el fondo de la tierra. La convulsi¨®n s¨ªsmica form¨® valles, llanuras, montes y cordilleras mientras las primeras larvas de la vida surgieron del esp¨ªritu que flotaba sobre las aguas hace miles de millones de a?os. La vida es una simple an¨¦cdota frente al fuego eterno, una aventura de la qu¨ªmica org¨¢nica que un d¨ªa desaparecer¨¢ sin dejar rastro. Un volc¨¢n en erupci¨®n nos da a entender que la humanidad est¨¢ bailando sobre unas placas tect¨®nicas movedizas, aunque de momento dentro de ese caos sin sentido todav¨ªa pueden sonar los Conciertos de Brandemburgo, de Johann Sebastian Bach. La Tierra rota como una dinamo sobre s¨ª misma dando vueltas alrededor del sol a 30 kil¨®metros por segundo, si bien da la sensaci¨®n de que la historia humana en su locura vuela hacia ninguna parte a mayor velocidad todav¨ªa dejando atr¨¢s una estela de crueldad, de belleza y de culpa. Del fuego del volc¨¢n se sirvieron los sacerdotes para acrecentar su poder al asimilarlo al castigo del infierno. Solo un pensamiento impuro pod¨ªa condenarte por toda la eternidad al fuego eterno. Pero el infierno, seg¨²n la mitolog¨ªa, era el Averno, nombre que recib¨ªa el cr¨¢ter de un volc¨¢n cerca de Cumas, en la Campania, por donde se bajaba al inframundo. Hoy el fuego del infierno, que tanto nos acongojaba cuando ¨¦ramos ni?os, ya parece estar en poder de los poetas, de los turistas y de los cient¨ªficos.