?Y por qu¨¦ no pedir perd¨®n?
Cuidado: la propuesta de Casado de crear un museo de historia nacional puede conducirnos a reconocer excesos
Fant¨¢stica idea ha tenido Pablo Casado para afrontar los sudores fr¨ªos de quienes a?oran el imperio. Mientras las estrellas medi¨¢ticas de la derecha acaparan los focos con el ataque al indigenismo (Ayuso) o el choteo sobre el presidente elegido por los mexicanos (Aznar), este l¨ªder del PP que tanto les sabe ir a la zaga ha puesto sobre la mesa una propuesta a todas luces interesante: un museo de la historia nacional. Claro que s¨ª.
Cuando llegue al poder y una vez derogada la ley del aborto, la de e...
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Fant¨¢stica idea ha tenido Pablo Casado para afrontar los sudores fr¨ªos de quienes a?oran el imperio. Mientras las estrellas medi¨¢ticas de la derecha acaparan los focos con el ataque al indigenismo (Ayuso) o el choteo sobre el presidente elegido por los mexicanos (Aznar), este l¨ªder del PP que tanto les sabe ir a la zaga ha puesto sobre la mesa una propuesta a todas luces interesante: un museo de la historia nacional. Claro que s¨ª.
Cuando llegue al poder y una vez derogada la ley del aborto, la de educaci¨®n, la de vivienda, la reforma de las pensiones y alg¨²n otro asunto socialcomunista al que pasar el plumero, llegar¨¢ la hora del museo. La hora de la historia. Convendr¨¢ entonces buscar modelos y que se fijen, por ejemplo, en el Tropenmuseum de ?msterdam, que ha transformado lo que era el t¨ªpico expositorio de objetos arramplados en tierras lejanas en un acercamiento honesto al valor de otras culturas, a los efectos de la esclavitud, al apropiacionismo y a mont¨®n de debates que hoy desaf¨ªan lo aprendido. Dos personas trabajan a tiempo completo all¨ª en la investigaci¨®n de c¨®mo llegaron las piezas para empezar a devolver las que procedan. El mismo proceso han iniciado Francia y Alemania, mientras estos y otros pa¨ªses del entorno europeo van pidiendo perd¨®n o reconociendo los excesos del pasado colonial.
En Espa?a, mientras tanto, se sigue llamando ¡°descubrimiento¡± lo que otros han aprendido a llamar ¡°encuentro de dos mundos¡±. As¨ª se denomina por ejemplo la fiesta del 12 de octubre en Chile y miren cu¨¢ntas acepciones tiene a ese lado del Atl¨¢ntico lo que aqu¨ª se llama Hispanidad, seg¨²n el recuento de la web Statista: D¨ªa de las Culturas, de la Interculturalidad, del Di¨¢logo intercultural, de la Naci¨®n pluricultural, de la Resistencia Ind¨ªgena, de la Descolonizaci¨®n, de la Diversidad cultural y de la Naci¨®n pluricultural. El mapa puede consultarse aqu¨ª.
Conocer la historia es conocer esto, incluso aceptarlo. Es saber que en Madrid se visitaba en el Retiro un zoo que enjaulaba a filipinos y, en Barcelona, otro de negros, como recuerda Gabriela Wiener en su ¨²ltimo libro. Que esclavistas espa?oles destacados secuestraron a miles de africanos para llenarse los bolsillos y que eso ha dejado huellas a¨²n dolorosas. Muchos lo saben.
Por eso es buena idea crear un museo para conocer la historia. Si ya fu¨¦ramos capaces de abordarla sin soflamas ni orejeras, sin prejuicios, con verdad, ser¨ªa redondo. Tal vez incluso concluir¨ªamos que el Papa (y el Gobierno brit¨¢nico, holand¨¦s, franc¨¦s, alem¨¢n, etc¨¦tera, etc¨¦tera) han hecho bien. F¨ªjense, hasta podr¨ªamos plantearnos pedir perd¨®n. Conocer la historia es, al fin y al cabo, el primer paso para superarla. Ojal¨¢. @bernagharbour