Objeci¨®n de conciencia consecuente
Los lectores escriben sobre la objeci¨®n frente al aborto o la eutanasia, las demoras en las citas m¨¦dicas, el precio de los combustibles y el compromiso para combatir el cambio clim¨¢tico
En tiempos del servicio militar obligatorio, exist¨ªa la figura del objetor de conciencia, que rechazaba ser instruido en el uso de las armas por convicciones personales absolutamente respetables y optaba por desempe?ar otro tipo de servicios sociales en lugar de los castrenses. Despu¨¦s de haber recurrido a la objeci¨®n, se imped¨ªa al interesado ingresar en las Fuerzas Armadas, a¨²n despu¨¦s de su profesionalizaci¨®n e independientemente del cuerpo elegido. Algo similar deber¨ªa hacerse con la objeci¨®n de conciencia en la sanidad p¨²blica. Esta opci¨®n, siendo igualmente respetabil¨ªsima, deber¨ªa incap...
En tiempos del servicio militar obligatorio, exist¨ªa la figura del objetor de conciencia, que rechazaba ser instruido en el uso de las armas por convicciones personales absolutamente respetables y optaba por desempe?ar otro tipo de servicios sociales en lugar de los castrenses. Despu¨¦s de haber recurrido a la objeci¨®n, se imped¨ªa al interesado ingresar en las Fuerzas Armadas, a¨²n despu¨¦s de su profesionalizaci¨®n e independientemente del cuerpo elegido. Algo similar deber¨ªa hacerse con la objeci¨®n de conciencia en la sanidad p¨²blica. Esta opci¨®n, siendo igualmente respetabil¨ªsima, deber¨ªa incapacitar al profesional sanitario que la alegue para ejercer en el sistema p¨²blico, al menos en aquellas ¨¢reas en las que su cumplimiento choque con el derecho ¡ªigual de inalienable¡ª de los pacientes a, por ejemplo, morir con dignidad o abortar. Ni qu¨¦ decir tiene que aquellos que, habiendo objetado en la sanidad p¨²blica, realizasen estos procedimientos en la privada, estar¨ªan m¨¢s cerca de la insumisi¨®n¡ Y los insumisos terminaban en la c¨¢rcel.
David Barbas Garc¨ªa. Pamplona
Mi hijo quiere ir al pediatra
Mi hijo no quiere ser segundo viol¨ªn. No, ¨¦l lo que quiere es ir al pediatra. Pero en una ciudad en la que se puede pedir cita por una aplicaci¨®n, mi hijo no puede ir al pediatra porque ¡°no hay cita en los pr¨®ximos 15 d¨ªas¡±. Mi hijo no puede ir al pediatra por una decisi¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica. Y esto no se hace viral. Quiz¨¢s no ayude que en su medio, cada d¨ªa, publiquen declaraciones sin contenido de la presidenta de mi comunidad, pero no publiquen, cada d¨ªa, que mi hijo no puede ir al pediatra. No, el mundo no est¨¢ mal, es mi hijo el que est¨¢ mal, pero no puede ir al pediatra.
Marcos Belmonte Palacios. Madrid
Echar combustible o ir en patinete
Todo el mundo quej¨¢ndose de la subida de la luz y yo hoy vengo a quejarme de la subida de la gasolina. Cada vez que mi coche me pita indic¨¢ndome que est¨¢ en la reserva, lo ¨²nico que me apetece es ponerme a llorar. Me pregunto en qu¨¦ momento 20 euros se han convertido en escasos 12 litros de combustible. No quer¨¢is imaginarme cuando entro al coche, pongo el contacto y solo me sube dos rayitas el indicador del dep¨®sito. En definitiva, pens¨¦ en comprarme un patinete el¨¦ctrico, pero entonces record¨¦ el precio de la luz. As¨ª que creo que me dise?ar¨¦ alg¨²n veh¨ªculo que no me obligue a gastarme la mitad de mi sueldo para ir al trabajo.
Emma Hidalgo Buera. Begues (Barcelona)
Compromisos clim¨¢ticos
La encuesta reci¨¦n publicada en EL PA?S concluye que el 90% de los espa?oles estamos preocupados por el cambio clim¨¢tico. Pero pensamos que las medidas para combatirlo no deben afectar a nuestro bolsillo, que no debemos tener restricciones para movernos en coche, que nuestro comportamiento no tiene impacto en el medio ambiente, y por tanto que la lucha contra el cambio clim¨¢tico no nos obliga a modificar nuestros h¨¢bitos. Una parte importante de nosotros votamos a formaciones pol¨ªticas negacionistas, porque en realidad pensamos que la culpa la tienen otros: las grandes empresas y los pol¨ªticos que no votamos. Como dec¨ªa mi madre¡ mucho te quiero perrito, pero pan poquito.
Jorge M. Moreno. Pozuelo de Alarc¨®n (Madrid)