Trump campeador
El expresidente acaba de demostrar que responde a la leyenda del Cid, capaz de ganar batallas despu¨¦s de muerto
Puede que Donald Trump est¨¦ pol¨ªticamente liquidado. No cabe descartar que la justicia termine despedaz¨¢ndole, especialmente por sus responsabilidades en el asalto al Congreso el 6 de enero, actualmente bajo investigaci¨®n parlamentaria. Tampoco se excluye que ni siquiera alguno de los suyos, su hija Ivanka o su yerno Jared Kushner, hagan carrera pol¨ªtica en la estela del patriarca. A pesar de todas las derrotas, la elecci¨®n presidencial y luego el desesperado golpe de mano para evita...
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Puede que Donald Trump est¨¦ pol¨ªticamente liquidado. No cabe descartar que la justicia termine despedaz¨¢ndole, especialmente por sus responsabilidades en el asalto al Congreso el 6 de enero, actualmente bajo investigaci¨®n parlamentaria. Tampoco se excluye que ni siquiera alguno de los suyos, su hija Ivanka o su yerno Jared Kushner, hagan carrera pol¨ªtica en la estela del patriarca. A pesar de todas las derrotas, la elecci¨®n presidencial y luego el desesperado golpe de mano para evitar la proclamaci¨®n del vencedor por el Congreso, Trump acaba de demostrar que responde a la leyenda del Cid Campeador, capaz de ganar batallas despu¨¦s de muerto.
La elecci¨®n del republicano Glenn Youngkin como gobernador de Virginia, justo en el primer aniversario de la derrota presidencial, es el resultado de una extraordinaria movilizaci¨®n de los votantes conservadores, especialmente los sociol¨®gicamente trumpistas, convocados por una astuta campa?a centrada en las guerras culturales y en la oposici¨®n a la presidencia dem¨®crata, sobre todo a sus pol¨ªticas fiscales, en la que el nombre del expresidente nunca fue pronunciado por el candidato. Terry McAuliffe, el candidato dem¨®crata derrotado, en cambio, ha hecho campa?a contra Trump, insistiendo en su identificaci¨®n con Youngkin, como la han hecho su partido e incluso el presidente Joe Biden.
Se entiende muy bien. El balance dem¨®crata en el a?o transcurrido desde la elecci¨®n es sumamente pobre. Nada ha conseguido de sustancial de su ambicioso programa legislativo, todo pendiente de las divisiones dentro del campo dem¨®crata y de dos senadores disidentes que obstaculizan la legislaci¨®n para garantizar el derecho de voto y billonarios paquetes de recuperaci¨®n de la covid y de inversiones en infraestructuras. Tampoco ayudan la persistencia de la epidemia y el incremento del precio de la cesta de la compra, especialmente de la energ¨ªa. Todo culminado por una desastrosa gesti¨®n de la retirada de Afganist¨¢n, que ha destruido las expectativas de una renovaci¨®n del liderazgo mundial levantadas por Biden. Su ¨²nica victoria cierta es que ha echado a Trump de la Casa Blanca.
Con estos mimbres, los dem¨®cratas han ca¨ªdo en la tentaci¨®n de mantener a Trump como el espantajo que moviliza a los electores. As¨ª es como Virginia ha resultado el primer pelda?o de la recuperaci¨®n republicana. Luego, dentro de un a?o, las elecciones de mitad de mandato pondr¨¢n el Congreso y el Senado a tiro de una doble mayor¨ªa republicana, que puede dejar a Biden sin m¨¢rgenes y preparar el regreso a la presidencia. El miedo ha conseguido movilizar a los dem¨®cratas en una jornada de alta participaci¨®n, pero m¨¢s han funcionado las ganas de derrotar a Joe Biden en una votaci¨®n vicaria, motivados los republicanos por los dos objetivos de las campa?as conservadoras, m¨¢s all¨¢ de Estados Unidos: trasladar los debates al campo cultural de los sentimientos, identidades y creencias, e impedir mientras tanto que los dem¨®cratas gobiernen. Si no aprenden, ya sabemos lo que les espera, y nos espera.