?Qu¨¦ se juega en Chile en las elecciones de este domingo?
Si la distinci¨®n entre el pueblo y la ¨¦lite como clave para explicar los problemas de Chile favorece al Frente Amplio, el clivaje entre orden y desorden es propicio para la opci¨®n de Jos¨¦ Antonio Kast
Chile hasta octubre del a?o 2019 era el pa¨ªs m¨¢s pr¨®spero y de mejores expectativas de la regi¨®n. Pose¨ªa un manejo econ¨®mico reconocido y una alta estabilidad institucional. Sin embargo, desde entonces -apenas 18 meses de haber elegido por segunda vez a un presidente de derecha, algo excepcional en su historia pol¨ªtica- el pa¨ªs se ha visto envuelto en una atm¨®sfera encendida de violencia y desasosiego ?Qu¨¦ pudo ocurrir para que lo q...
Chile hasta octubre del a?o 2019 era el pa¨ªs m¨¢s pr¨®spero y de mejores expectativas de la regi¨®n. Pose¨ªa un manejo econ¨®mico reconocido y una alta estabilidad institucional. Sin embargo, desde entonces -apenas 18 meses de haber elegido por segunda vez a un presidente de derecha, algo excepcional en su historia pol¨ªtica- el pa¨ªs se ha visto envuelto en una atm¨®sfera encendida de violencia y desasosiego ?Qu¨¦ pudo ocurrir para que lo que el presidente Pi?era llam¨® un ¡°oasis en la regi¨®n¡± repitiera, o aparentara repetir, el ciclo habitual de malestar y desorden que, por desgracia, ha llegado a ser la marca registrada de la regi¨®n?
Las respuestas que las candidaturas presidenciales dan a esas preguntas permiten prever lo que se juega en la elecci¨®n de este domingo.
El Frente Amplio -este ¨²ltimo en alg¨²n sentido un remedo de Podemos, aunque su l¨ªder Gabriel Boric no lleva coleta ni ense?a en la universidad puesto que a¨²n no se grad¨²a- ha sostenido que la modernizaci¨®n de Chile es, en realidad, una fantas¨ªa, un relato mendaz que oculta una forma de capitalismo individualista y abusivo que, a cambio de expandir el consumo inmediato, permite el enriquecimiento de una ¨¦lite cicatera y ego¨ªsta, deteriora la cohesi¨®n y la solidaridad y, llegada la hora de la vejez y la enfermedad, desampara a las mayor¨ªas. Este punto de vista sugiere abandonar el modelo que hasta ahora ha seguido Chile y dar un giro que incremente con intensidad el papel del Estado, aumente para ello la carga tributaria y revise los acuerdos de comercio que Chile ha suscrito. En torno a estas ideas, y en alianza con el Partido Comunista, se arremolinan un conjunto de fuerzas pol¨ªticas con marcado tinte generacional y alta sensibilidad hacia las identidades de toda ¨ªndole, sexuales, ¨¦tnicas, de g¨¦nero.
Hasta ahora las encuestas -las que con todo hay que tomar cum grano salis- predicen que junto al candidato del Frente Amplio pasar¨¢ al balotaje el candidato conservador. Este ¨²ltimo es Jos¨¦ Antonio Kast, un pol¨ªtico formado a la sombra de los cuadros pol¨ªticos de la dictadura que gobern¨® Chile entre 1973 y 1990. Kast representa en cuestiones culturales lo que Vargas Llosa llamar¨ªa una ¡°derecha cavernaria¡±, al¨¦rgica a la diversidad sexual y familiar, a la agenda de g¨¦nero y al aborto. Su diagn¨®stico de lo que ha ocurrido en Chile apunta m¨¢s bien a una crisis de autoridad. Resuenan en el discurso de Kast los viejos temas de la derecha: unidad nacional, respeto por la tradici¨®n, disminuci¨®n del papel del Estado ?Qu¨¦ explica el alza que en los ¨²ltimos sondeos experiment¨® hasta situarlo a las puertas del balotaje? Como suele ocurrir, han sido la violencia y el desorden de la protesta (que el Frente Amplio justific¨® y que hoy se muestra t¨ªmido en condenar) lo que ha movido a los grupos medios a moverse a su sombra en busca de seguridad.
Si la distinci¨®n entre el pueblo y la ¨¦lite como clave para explicar los problemas de Chile favorece al Frente Amplio, el clivaje entre orden y desorden es propicio para la opci¨®n de Jos¨¦ Antonio Kast.
Hay otras dos candidaturas competitivas - ya se dijo que esto de las encuestas hay que tomarlo con cuidado, como quien toma peque?as dosis de veneno- que son las de Yasna Provoste por la centroizquierda y la Sebastian Sichel, por la centroderecha.
El caso de Provoste -la ¨²nica mujer en competencia- es digno de an¨¢lisis. Se hizo de la candidatura promoviendo ¡°m¨ªnimos comunes¡± entre el Gobierno y la oposici¨®n y en los ¨²ltimos debates ha enfatizado ser parte de las fuerzas pol¨ªticas que impulsaron la modernizaci¨®n (la ¡°coalici¨®n m¨¢s exitosa de la historia¡± dijo entonces). El problema es que apenas anteayer casi coincid¨ªa con las tesis de m¨¢s a la izquierda y, en vez de enorgullecerse, abjuraba de los logros de los ¨²ltimos treinta a?os ?Alcanzar¨¢ esa declaraci¨®n tard¨ªa a atraer en torno suyo al electorado moderado, aquel que no cree que los ¨²ltimos treinta a?os fueron un fraude? Lo m¨¢s probable es que no. El socialismo y la Democracia Cristiana se han declarado muchas veces avergonzados de lo que hicieron como para que, a estas alturas, el orgullo que declaran sea digno de cr¨¦dito.
Sebasti¨¢n Sichel es el candidato independiente que gan¨® las primarias de la derecha. En torno a ¨¦l se agrupan los sectores m¨¢s liberales. Posee una agenda liberal en la esfera de la cultura, y ha subrayado que para los pr¨®ximos a?os no hay atajos y que el gradualismo es el ¨²nico camino para atender las demandas sociales -especialmente en vejez y enfermedad. Su error -que le ha significado una baja en las encuestas frente a Kast- fue acentuar su historia de vida plagada de meritocracia, m¨¢s que una agenda de cambios. Con todo, en la ¨²ltima semana ha mejorado su desempe?o y es probable que si no pasa el balotaje al menos pueda influir en la agenda de Kast evitando lo cavernario de esta ¨²ltima.
?Qu¨¦ se juega en todo esto? Los momentos de crisis pueden ser le¨ªdos como un fruto del ¨¦xito modernizador o como la prueba flagrante de su fracaso. Sichel se sit¨²a en la primera alternativa, Boric y Provoste en la otra. Las consecuencias de ello son obvias: corregir las patolog¨ªas de la modernizaci¨®n chilena o, en cambio, modificar el rumbo.
?Y el resto de los candidatos? Bueno, los que restan carecen de la posibilidad de pasar al balotaje. Marco Enriquez Ominami, un pol¨ªtico socialista, narcisista e histri¨®nico como pocos, postula por cuarta vez y amenaza con convertir la candidatura presidencial en su profesi¨®n. Franco Parisi es un candidato a la distancia que postula desde Estados Unidos, donde se encuentra sin poder ingresar a Chile porque adeuda ingentes pensiones alimentarias a los hijos que dej¨® ac¨¢. Y est¨¢ Eduardo Art¨¦s, un profesor de b¨¢sica cuyo h¨¦roe es Stalin y cuyo modelo, no exagero, es Corea del Norte.
Estos ¨²ltimos candidatos son, sin embargo, un cable a tierra: muestran que, a pesar de la modernizaci¨®n, el realismo m¨¢gico tan ben¨¦fico en la literatura latinoamericana sigue siendo el vicio pol¨ªtico de la regi¨®n. Y del que, a pesar de todos sus progresos, Chile no logra exonerarse del todo.
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