El precio de una abuela
Cuando en M¨¦xico muere la madre de una mujer con hijos, el salario de la trabajadora se ve reducido de media un 27%. No pasa lo mismo cuando fallece el abuelo ni se ve afectado el salario del padre
Mi abuela materna fue enfermera en su juventud y sigui¨® siendo, hasta su vejez, una cuidadora profesional. Aunque viv¨ªamos al otro lado de la ciudad, me cuid¨® durante incontables enfermedades, fines de semana y vacaciones. Me cuid¨®, hasta que hubo que cuidarla a ella. Un d¨ªa amaneci¨® segura de que estaba en Acapulco y de ah¨ª en adelante padeci¨® una demencia senil que no le permit¨ªa hacer nada sola. Mi madre y sus hermanos se turnaban para acompa?arla y contrataban enfermeras y aquello era un desastre m¨¢s o menos funcional. Cuando muri¨® mi abuela, mi madre jur¨® que no iba a volver a tener masco...
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Mi abuela materna fue enfermera en su juventud y sigui¨® siendo, hasta su vejez, una cuidadora profesional. Aunque viv¨ªamos al otro lado de la ciudad, me cuid¨® durante incontables enfermedades, fines de semana y vacaciones. Me cuid¨®, hasta que hubo que cuidarla a ella. Un d¨ªa amaneci¨® segura de que estaba en Acapulco y de ah¨ª en adelante padeci¨® una demencia senil que no le permit¨ªa hacer nada sola. Mi madre y sus hermanos se turnaban para acompa?arla y contrataban enfermeras y aquello era un desastre m¨¢s o menos funcional. Cuando muri¨® mi abuela, mi madre jur¨® que no iba a volver a tener mascotas, porque ya hab¨ªa cuidado a suficientes seres vivos en su vida. Pero naci¨® mi hijo y cambi¨® de parecer: decidi¨® involucrarse en su cuidado y su crianza. Mi pareja y yo nos dividimos esas labores, pero el apoyo de mi madre ha sido fundamental. Las varias horas a la semana en que arma con mi hijo museos miniatura, fabrican monstruos de papel y se inventan recetas de cocina nos han dado tiempo para trabajar y tener peque?os momentos de soledad.
Hace unos a?os, mi madre se enferm¨® de c¨¢ncer. Pas¨® por esos brutales bombardeos de quimioterapias y empez¨® despu¨¦s a tomar una medicina para que el c¨¢ncer no vuelva. La medicina, llamada Lynparza, cuesta en M¨¦xico 150.000 pesos mensuales, 37.878 m¨¢s de lo que gana el presidente. La tiene que tomar por el resto de su vida. El sistema de salud mexicano incluye la medicina en su cuadro b¨¢sico; sin embargo, se encuentra (como tantas otras) en desabasto. ¡°No es que est¨¦ en desabasto¡±, le dijo a mi madre su doctora, ¡°tiene una clave y un registro, pero no existe un procedimiento para solicitarla. As¨ª que est¨¢ y no est¨¢¡±. A la luz de este enigma metaf¨ªsico, mi madre tuvo que buscar una alternativa. Tiene la fortuna de estar casada con un alem¨¢n (un abuelo maravilloso), as¨ª que se ir¨¢n a vivir all¨¢, donde el Estado le cobra 10 euros mensuales por la Lynparza.
Hace unos d¨ªas me encontr¨¦ en redes sociales con un art¨ªculo de Miguel Talamas, para Northwestern University, que prueba que cuando una abuela muere en M¨¦xico el salario de la madre se reduce en promedio un 27%. El salario del padre no se ve afectado, y si muere un abuelo, el salario de la madre queda intacto. Hasta ese grado est¨¢ normalizado que las mujeres son quienes deben encargarse de los cuidados. En M¨¦xico las abuelas son las cuidadoras principales. Se ocupan de casi el 40% de los ni?os de hasta 6 a?os, aquellos que no van a escuelas o guarder¨ªas. Las madres reciben pocos meses de permiso de maternidad y casi nunca tienen horarios compatibles con la crianza. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupaci¨®n y Empleo de 2018, 8 de cada 10 trabajadoras no dispone de acceso a guarder¨ªas. El estudio de Talamas muestra que cuando una mujer cuenta con la ayuda de una abuela es un 11% m¨¢s probable que pueda trabajar. Una abuela le permite ahorrar, porque muchas veces ganar¨ªa en el trabajo lo mismo que cuesta una guarder¨ªa. Cuando la madre tiene acceso a guarder¨ªas gratuitas o subsidiadas, la muerte de una abuela tiene un impacto econ¨®mico menor, aunque de todas formas lo tiene.
En 2019, el Gobierno de M¨¦xico desapareci¨® el programa de estancias infantiles (guarder¨ªas subsidiadas) y a cambio ofreci¨® pagarles a las abuelas que cuidan de sus nietos. El dinero llega a trav¨¦s de las madres: 900 pesos mensuales. El cuidado de las abuelas es trabajo no remunerado y remunerarlo adecuadamente es, como dir¨ªa Silvia Federici, una forma de hacerlo visible, reconocido y valorado. Pero esto no puede hacerse a costa de los servicios de cuidado fuera de la casa, que son la opci¨®n de los millones de madres que no cuentan con una abuela.
Varias organizaciones civiles llevan tiempo luchando para que en M¨¦xico se cree un Sistema Nacional de Cuidados similar a los que existen en Uruguay o Dinamarca. Un sistema nacional de cuidados incluir¨ªa proyectos de educaci¨®n para la primera infancia que sean verdaderos espacios para el desarrollo infantil. Significar¨ªa apoyos para las personas cuidadoras de ni?os, personas de la tercera edad y personas enfermas, centros de d¨ªa y relevos para que estas personas cuidadoras puedan tener un tiempo personal m¨ªnimo, entre otras cosas. Actualmente, est¨¢ sobre la mesa de an¨¢lisis del Senado una propuesta de reforma al art¨ªculo 4? constitucional, que incluye la creaci¨®n de un Sistema Nacional de Cuidados.
Urge tambi¨¦n acabar con el desabasto de medicinas, pasar las leyes necesarias para que madres y padres tengan permisos de maternidad y paternidad de por lo menos un a?o, y para que haya jornadas de trabajo reducidas, entre muchos otros cambios que mejorar¨ªan la calidad de vida de millones de personas.
Llevo d¨ªas pensando qu¨¦ voy a hacer cuando mi hijo extra?e a su abuela, c¨®mo podemos trasladar el museo miniatura a mi casa y si ser¨¦ capaz de contarle cada d¨ªa ese cuento infinito sobre el monstruo Bunkaga.