El pasado ya se llama Merkel
No basta con gestionar las crisis como ha sabido hacerlo la canciller. Hace falta ahora una actitud menos acomodaticia y m¨¢s exigente, especialmente ante los socios iliberales e incumplidores, como Hungr¨ªa y Polonia
A¨²n no se ha ido y ya ha empezado a descontarse su ausencia. Angela Merkel todav¨ªa est¨¢ en la Canciller¨ªa pero ya ha entrado en el purgatorio normalmente circunstancial que suele castigar a quienes han destacado en exceso sobre sus contempor¨¢neos.
Ciertas novedades del nuevo Gobierno constituyen una cr¨ªtica al balance de los que le han precedido. Es europe¨ª...
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A¨²n no se ha ido y ya ha empezado a descontarse su ausencia. Angela Merkel todav¨ªa est¨¢ en la Canciller¨ªa pero ya ha entrado en el purgatorio normalmente circunstancial que suele castigar a quienes han destacado en exceso sobre sus contempor¨¢neos.
Ciertas novedades del nuevo Gobierno constituyen una cr¨ªtica al balance de los que le han precedido. Es europe¨ªsta sin reticencias ni complejos: Merkel los ten¨ªa. Dispuesto a cambiar cuanto haga falta: la canciller solo cambiaba cuando no hab¨ªa m¨¢s remedio, siempre a ¨²ltima hora. Con una visi¨®n de la Uni¨®n Europea m¨¢s institucional y equilibrada, m¨¢s cl¨¢sica en el m¨¦todo de integraci¨®n europea encabezado por la Comisi¨®n, en vez del m¨¦todo merkeliano de la uni¨®n intergubernamental, liderado por los Gobiernos nacionales y, necesariamente, por Francia y Alemania.
Las expectativas excesivas suelen arrojar resultados mediocres. No es seguro que el nuevo canciller vuele tan alto como Merkel. De haber llevado en su programa en 2005 el cambio que se ha producido en Alemania en estos 16 a?os no habr¨ªa sido nunca canciller. Solo el cierre de las centrales nucleares, sus pol¨ªticas de inmigraci¨®n y la emisi¨®n de deuda europea componen un programa socialdem¨®crata y verde que ya quisiera igualar la coalici¨®n del sem¨¢foro que le va a dar el relevo. Con un m¨¦rito adicional, propio de su liderazgo de la derecha: ha desplazado la opini¨®n y el voto de los conservadores alemanes hacia el centro, cuando la mayor¨ªa de sus correligionarios de todo el mundo, Espa?a incluida, han hecho exactamente lo contrario.
Gracias a su prudencia, son brillantes los resultados. La decepci¨®n no se dio cita con ella. Vamos a ver si Olaf Scholz tiene tanta suerte. Sus expectativas son altas y significativas en pol¨ªtica exterior. La soberan¨ªa estrat¨¦gica europea, no una mera autonom¨ªa, es un concepto caudal del contrato de coalici¨®n. Hay que conservar los equilibrios, ciertamente, y ah¨ª est¨¢n el compromiso transatl¨¢ntico y la OTAN, pero habr¨¢ que garantizar tambi¨¦n la soberan¨ªa energ¨¦tica para evitar el chantaje de los autoritarios; y la digital, estrechamente vinculada a la seguridad y a la ciberguerra.
Alemania dejar¨¢ de ser el hegem¨®n reticente. Predicar¨¢ su europe¨ªsmo con el ejemplo de sus pol¨ªticas sociales, de igualdad, medioambientales y digitales. Tomar¨¢ un rumbo m¨¢s decidido y orientado a los derechos humanos y los valores democr¨¢ticos. No basta con gestionar las crisis como ha sabido hacerlo Merkel. Hace falta ahora una actitud menos acomodaticia y m¨¢s exigente, especialmente ante los socios iliberales e incumplidores, como Hungr¨ªa y Polonia. En el contrato de coalici¨®n se define una solidaridad tambi¨¦n estrat¨¦gica entre quienes comparten valores y sistemas liberales. Es el dibujo de una comunidad democr¨¢tica frente a la alianza autoritaria fraguada bajo el liderazgo de Mosc¨² y Pek¨ªn. Vasto y ambicioso programa.