Nadie muere despu¨¦s de una batalla contra un infarto
¡°No se puede librar una guerra cuando uno est¨¢ tan mal. ?C¨®mo va a luchar uno cuando est¨¢ que no levanta cabeza?¡±, dijo Hitchens antes de morir de c¨¢ncer

Hice un ejercicio sencillo. Puse ¡°Julia Otero gana batalla c¨¢ncer¡± en Google y me salieron much¨ªsimos resultados; puse ¡°Almudena Grandes pierde batalla c¨¢ncer¡± y no me sali¨® ninguno. Eso no quiere decir que Almudena Grandes no haya perdido algo ¡ªla vida, de hecho¡ª ni que Julia Otero haya ganado ¡ªha conservado, en cualquier caso¡ª. Lo que quiere decir es que el concepto del c¨¢ncer como batalla presenta algunos desajustes, sobre todo est¨¦ticos: solo faltaba que un paciente de c¨¢ncer, despu¨¦s de haberlo sufrido, sea presentado como perdedor de algo.
Esta conversaci¨®n se produce en Desde dentro (Anagrama, 2021), el ¨²ltimo libro de Martin Amis. ¡°?C¨®mo se lig¨® la idea de combate al c¨¢ncer?¡±, pregunta Christopher Hitchens a Amis. Por qu¨¦, insiste, no se dice que una persona muere tras una intensa batalla contra el ictus o una cardiopat¨ªa. Amis le rebate. Hitchens, brillant¨ªsimamente, contraataca: ¡°No se puede librar una guerra cuando uno est¨¢ tan mal. Es absurdo. ?C¨®mo va a luchar uno cuando est¨¢ que no levanta cabeza?¡±. ¡°Manteniendo el ¨¢nimo y el valor. T¨² te sientas en el escritorio, no te quedas lloriqueando en un rinc¨®n¡±, responde Amis. ¡°A m¨ª¡±, dice Hitchens en el hospital, ¡°me parece que lo de la lucha lo han puesto ah¨ª para embaucarte y hacerte creer que en parte depende de ti [¡]. Esto no es una lucha. ?Contra qu¨¦ o qui¨¦n lucho? ?Contra mi vida pasada, mi cuerpo, contra m¨ª mismo? El paciente ni siquiera puede huir del paciente¡±.
En De vidas ajenas (Anagrama, 2009), Emmanuel Carr¨¨re realiza una devastadora disecci¨®n sobre el c¨¢ncer. En el libro, ?tienne confiesa que la enfermedad le vino bien para sentirse vivo; hab¨ªa elegido la nada y ahora el dolor se abri¨® paso y de repente tuvo una misi¨®n relacionada con ese mal: destruirlo. Una mujer, Juliette, llega a decir que prefiere que no la desposean de su c¨¢ncer porque, sencillamente, siente que es algo suyo. S¨ª, es un libro inc¨®modo. Pero pone a hablar a los pacientes, no impone la narrativa de los medios. Que un paciente, al ser diagnosticado, sienta que tiene que librar una batalla es leg¨ªtimo y seguramente le ayude psicol¨®gicamente (de hecho nuestras defensas batallan a cada instante, casi siempre ¡ªlas mejores veces¡ª sin que nos enteremos). Pero que los medios de comunicaci¨®n adoptemos un relato en embellecidos t¨¦rminos b¨¦licos conduce al desajuste mencionado: si has titulado que Julia Otero ha ganado, tienes que titular que Almudena Grandes ha perdido.
No es literatura; no es Fritz Zorn, muerto a los 32 a?os, diciendo: ¡°El c¨¢ncer es una enfermedad del alma de la que solo puedo decir: es una suerte que finalmente haya hecho eclosi¨®n¡±. No es una p¨¢gina de deportes en la que se nos informe del minuto y resultado reprochando al equipo rival su juego sucio y animando a los nuestros a plantarle cara. No es una p¨¢gina de sociedad en la que explorar distintas formas de condescendencia y conmiseraci¨®n. No es un acto de resistencia, no el tuyo al menos, que eres alguien al que de repente, como dice Hitchens, le quitan la fuerza y le dicen: ¡°Y ahora a luchar¡±. M¨¢s bien, si te quitan la fuerza, lo que tienes que decir es lo que dice mi querida amiga Ana Cerme?o: ¡°Y ahora, que yo no puedo, a luchar vosotros por m¨ª: a utilizar mis impuestos, a investigar, a hacer tratamientos, a curarme¡±. De este modo, si alguien tiene la indecorosa idea de que una persona ha perdido una batalla contra una enfermedad, que se incluya en la derrota.
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