Constituci¨®n del 78: reformar para preservar
Debemos renovar nuestra casa com¨²n bajo un pacto intergeneracional que permita sostener el proyecto de una Espa?a unida, al tiempo que solidaria, integradora y rica en su diversidad
La Constituci¨®n de 1978 cumple este 6 de diciembre 43 a?os. No tomamos como fecha de su nacimiento aquella en la que fue aprobada por las Cortes, tampoco cuando se sancion¨® por el Rey o cuando entr¨® en vigor tras su publicaci¨®n, sino el d¨ªa en que fue ratificada por el pueblo espa?ol en refer¨¦ndum. Algo que expresa en s¨ª mismo el simbolismo democr¨¢tico de esta efem¨¦ride.
Una Constituci¨®n que ha ofrecido un marco para la convivencia pac¨ªfica en democracia, el cual ha permitido erigir un Estado social y democr¨¢tico de Derecho, desde el reconocimiento, adem¨¢s, de amplias cotas de autonom¨ªa...
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La Constituci¨®n de 1978 cumple este 6 de diciembre 43 a?os. No tomamos como fecha de su nacimiento aquella en la que fue aprobada por las Cortes, tampoco cuando se sancion¨® por el Rey o cuando entr¨® en vigor tras su publicaci¨®n, sino el d¨ªa en que fue ratificada por el pueblo espa?ol en refer¨¦ndum. Algo que expresa en s¨ª mismo el simbolismo democr¨¢tico de esta efem¨¦ride.
Una Constituci¨®n que ha ofrecido un marco para la convivencia pac¨ªfica en democracia, el cual ha permitido erigir un Estado social y democr¨¢tico de Derecho, desde el reconocimiento, adem¨¢s, de amplias cotas de autonom¨ªa pol¨ªtica a las Comunidades Aut¨®nomas que lo integran. Asimismo, este marco democr¨¢tico es el que ha llevado a Espa?a a la Uni¨®n Europea. Y todo ello se ha conseguido, en buena medida, gracias a que la del 78 naci¨® como una Constituci¨®n de consenso, con vocaci¨®n intergeneracional e integradora de la pluralidad. Como declararon los padres constituyentes, la ¡°conciencia moral profunda¡± de la Constituci¨®n del 78 se encuentra en ¡°la voluntad de concordia, el prop¨®sito de transacci¨®n entre las posiciones encontradas y la b¨²squeda de espacios de encuentro se?oreados por la tolerancia¡±.
Como j¨®venes constitucionalistas que somos los firmantes, aunque no vivimos aquel momento ni votamos en ese refer¨¦ndum constitucional, recibimos el legado constitucional de nuestros padres y abuelos asumi¨¦ndolo como propio y reivindicamos el valor simb¨®lico de la Transici¨®n.
Ahora bien, reconocemos tambi¨¦n que ni nuestra democracia ni nuestra Constituci¨®n son perfectas, y que el tiempo no pasa en balde: se han producido profundos cambios socioecon¨®micos y tecnol¨®gicos de alcance global, y la sociedad espa?ola se ha transformado intensamente en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Adem¨¢s, hay cuestiones que el constituyente dej¨® abiertas en 1978 y que convendr¨ªa cerrar; am¨¦n de que se han superado algunas razones que justificaron determinadas decisiones constitucionales en relaci¨®n con el sistema pol¨ªtico y que han provocado ciertos defectos de forma, como nos ense?ara el maestro Rubio Llorente.
Entre las m¨¢s importantes, las tensiones a las que se ha visto sometida la organizaci¨®n territorial, una cuesti¨®n que, en su d¨ªa, qued¨® en su mayor medida ¡°desconstitucionalizada¡±. Asimismo, despu¨¦s de la crisis financiera de 2008 se hizo evidente la crisis de nuestra democracia representativa y llevamos a?os acusando una preocupante degeneraci¨®n partitocr¨¢tica que no ha logrado ser corregida, al contrario. Recientemente, se han hecho patentes los riesgos de la expansi¨®n de ideolog¨ªas iliberales y de aquellas contrarias al Estado social, que amenazan con dinamitar algunas conquistas constitucionales. Por ¨²ltimo, se ha producido un importante cambio generacional que en cierto modo ha hecho desaparecer el sustrato pol¨ªtico que caracteriz¨® la Transici¨®n.
Estas circunstancias muestran, a nuestro entender, la necesidad de abrirse a la renovaci¨®n. Pero no se trata de emprender un nuevo proceso constituyente, sino de actualizar para conservar lo mejor de nuestra Ley Fundamental y para adaptarla, al mismo tiempo, a los retos y desaf¨ªos del presente. La reforma no es un menoscabo del esp¨ªritu constitucional, sino su mejor garant¨ªa pol¨ªtica y jur¨ªdica.
Es cierto que para cumplir con ese prop¨®sito de actualizaci¨®n podr¨ªa comenzarse por adoptar buenas pr¨¢cticas pol¨ªticas y por acometer reformas puntuales de algunas leyes clave, como la ley electoral o la del poder judicial. Pero creemos que la estaci¨®n de llegada debe ser la reforma de la Constituci¨®n. Es esta v¨ªa la ¨²nica cargada de la fuerza y el simbolismo para renovar nuestros consensos b¨¢sicos con proyecci¨®n intergeneracional. Adem¨¢s, el procedimiento de reforma previsto en la Constituci¨®n a¨²na las virtudes del principio representativo, que apela al debate sereno en sede parlamentaria, con la posibilidad de la participaci¨®n directa del pueblo para reforzar la legitimidad democr¨¢tica del proceso. Por esa raz¨®n se debe ser prudente en la propuesta de referendos previos a la reforma constitucional que afecten a alguno de los consensos fundamentales, habida cuenta de sus planteamientos divisivos y binarios que tienden a la polarizaci¨®n, tal y como evidencia la experiencia en otros pa¨ªses.
Y, en todo caso, hemos de ser conscientes de que cualquier reforma legal o constitucional quedar¨¢ en papel mojado o, a¨²n peor, puede ser contraproducente si no se realiza en consonancia con el esp¨ªritu de tolerancia que guio a nuestros mayores. Solo desde la concertaci¨®n y el di¨¢logo se pueden forjar consensos fundamentales.
El presupuesto para el buen funcionamiento democr¨¢tico es que los actores pol¨ªtico-institucionales muestren un compromiso diario con los ideales constitucionales. De ah¨ª la importancia de resaltar que los partidos pol¨ªticos deben abandonar la l¨®gica partitocr¨¢tica y autorreferencial que tan severamente ha erosionado nuestra democracia. Todos los actores institucionales, pero muy especialmente los partidos, han de manifestar una verdadera ¡°voluntad de Constituci¨®n¡±, en tanto en ocasiones han de renunciar a sus intereses propios para dar adecuado cumplimiento al sentido de nuestra Norma Fundamental. Pr¨¢cticas como el ¡°sistema de bot¨ªn¡±, que lleva a un reparto por cuotas partidistas en la designaci¨®n de los magistrados y vocales de ¨®rganos constitucionales, son quiz¨¢ el ejemplo m¨¢s evidente de esa falta de voluntad constitucional.
En definitiva, comprometidos con el objetivo de infundir ese esp¨ªritu de concordia pol¨ªtica y de lealtad constitucional, como j¨®venes constitucionalistas creemos que debemos avanzar en la mejora de nuestro orden constitucional. Debemos renovar nuestra casa com¨²n bajo un pacto intergeneracional que preserve la convivencia en la Constituci¨®n. Un pacto que permita sostener el proyecto de una Espa?a unida, al tiempo que solidaria, integradora y rica en su diversidad.