De la fatiga al desconcierto pand¨¦mico
Es complicado justificar toques de queda sin dotar de m¨¢s recursos al sistema sanitario o pretender volver a las mascarillas en exteriores mientras no se pone coto a los actos multitudinarios
Como la azafata del avi¨®n a la que miramos de reojo cuando empiezan las turbulencias buscando esa mueca que nos d¨¦ idea de la gravedad de la situaci¨®n, los responsables pol¨ªticos transmitir¨¢n estos d¨ªas, a trav¨¦s de sus decisiones y no de sus alocuciones, el grado de preocupaci¨®n que debemos tener. Ser¨¢ lo que hagan, y no lo que digan, lo que contribuir¨¢ a agravar o rebajar el desconcierto.
Lo que transmitan deber¨¢ ser cre¨ªble para una poblaci¨®n que vive pendiente de la evoluci¨®n de la pandemia. ...
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Como la azafata del avi¨®n a la que miramos de reojo cuando empiezan las turbulencias buscando esa mueca que nos d¨¦ idea de la gravedad de la situaci¨®n, los responsables pol¨ªticos transmitir¨¢n estos d¨ªas, a trav¨¦s de sus decisiones y no de sus alocuciones, el grado de preocupaci¨®n que debemos tener. Ser¨¢ lo que hagan, y no lo que digan, lo que contribuir¨¢ a agravar o rebajar el desconcierto.
Lo que transmitan deber¨¢ ser cre¨ªble para una poblaci¨®n que vive pendiente de la evoluci¨®n de la pandemia. Seg¨²n el Bar¨®metro del CIS de octubre, el 81% de las personas entrevistadas dec¨ªan creer que lo peor de la pandemia hab¨ªa pasado, mientras que en el estudio de diciembre el porcentaje ha descendido al 60,8%.
La constataci¨®n general del ¨¦xito colectivo que ha sido la campa?a de vacunaci¨®n, el orgullo creado por el comportamiento social que el 70% ¡ªseg¨²n el CIS¡ª califica de ¡°colaboraci¨®n y solidaridad¡±, los buenos datos tanto de empleo como de crecimiento econ¨®mico y la necesidad de insuflar entusiasmo y esperanza a una sociedad con signos evidentes de fatiga pand¨¦mica hab¨ªan creado una sensaci¨®n de ¡°salida del t¨²nel¡±. Sin embargo, lo que ha dejado atr¨¢s el cansancio no ha sido tanto la recuperaci¨®n sino el desconcierto
Elementos no siempre suficientemente valorados, como la cultura cient¨ªfica y el papel ejemplarizante de la pol¨ªtica, tienen mucho que decir en esta nueva fase. Respecto al primero, la facilidad con la que en Espa?a ha avanzado la vacunaci¨®n ¡ªcon razones hist¨®ricas que lo explican¡ª contrasta con la dificultad de hacer entender que la vacuna protege de la gravedad pero no del contagio. De la misma manera, cuando ¨®micron apareci¨® en nuestras vidas no se consigui¨® hacer entender que aunque fuese menos grave ¡ªasunto a¨²n en estudio¡ª su extenso impacto pod¨ªa llegar a poner en jaque al sistema sanitario.
A tales dificultades se unen comportamientos contradictorios de los responsables pol¨ªticos. Mientras las primeras noticias que apuntaban a una nueva ola iban apareciendo, alcaldes de las grandes ciudades mostraban orgullosos la reactivaci¨®n tur¨ªstica y la recuperaci¨®n econ¨®mica patente en el retorno de las muchedumbres a los centros comerciales, las luces y los adornos navide?os.
La sociedad espa?ola no ha mostrado a lo largo de estos dos a?os grandes resistencias a las restricciones, m¨¢s bien al contrario. Ahora bien, en esta nueva fase de desconcierto pand¨¦mico hay que extremar ese elemento tan potente de seducci¨®n que es la coherencia. Es complicado justificar toques de queda sin dotar de m¨¢s recursos al sistema sanitario, algo que reclama m¨¢s del 95% de la ciudadan¨ªa; o pretender volver a las mascarillas en exteriores mientras no se pone coto a los actos multitudinarios. El reto del momento es entender c¨®mo hemos pasado de la fatiga al desconcierto pand¨¦mico, y acertar con las claves que ayuden a gestionarlo sin olvidar que, por importantes que puedan ser las p¨¦rdidas econ¨®micas en Navidad, m¨¢s lo ser¨¢n si la ola se prolonga.