Sin convivencia, qu¨¦ importa la lengua
Est¨¢ bien lo conseguido hasta ahora, pero no es suficiente. Queda trecho por recorrer para la lengua catalana, sin necesidad de aventuras secesionistas ni de imposiciones monoling¨¹istas
Sense catal¨¤, no hi ha escola. ?Cuanta raz¨®n! Sin catal¨¢n no puede haber escuela catalana, es decir, una escuela que se precie como tal en Catalu?a, mi pa¨ªs. Suscribo sin matices la pancarta, aunque no suscribo lo que quer¨ªan decir, pero no hab¨ªan escrito, los manifestantes, un centenar de ciudadanos que salieron a la calle en Canet de Mar el s¨¢bado 11 de diciembre de 2021 en protesta por la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a (TSJC) ...
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Sense catal¨¤, no hi ha escola. ?Cuanta raz¨®n! Sin catal¨¢n no puede haber escuela catalana, es decir, una escuela que se precie como tal en Catalu?a, mi pa¨ªs. Suscribo sin matices la pancarta, aunque no suscribo lo que quer¨ªan decir, pero no hab¨ªan escrito, los manifestantes, un centenar de ciudadanos que salieron a la calle en Canet de Mar el s¨¢bado 11 de diciembre de 2021 en protesta por la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a (TSJC) que obliga a la escuela Tur¨® del Drac a impartir un 25% de las clases en castellano.
¡°Si hay castellano en la escuela, no hay escuela catalana¡±. Este y no otro es el mensaje subliminal que todo el mundo entiende, quienes est¨¢n a favor de la escuela monoling¨¹e catalana, los manifestantes, y quienes est¨¢n en contra, aquellos contra los que protestan. Para una parte de la opini¨®n catalana, especialmente la independentista, el castellano, lengua materna de la mitad de la poblaci¨®n, y familiar ¡ªes decir, de padres o abuelos¡ª de un porcentaje mucho mayor, quiz¨¢s el 70% debe recibir, en cambio, el tratamiento propio de una lengua extranjera. Ciertamente privilegiada, en la medida en que se imparte como asignatura obligatoria en todo el curr¨ªculo escolar, pero extranjera al fin y al cabo, como el ingl¨¦s o el franc¨¦s. Y el resto de la ense?anza debe ser enteramente en catal¨¢n. Al terminar la escolaridad, se argumenta que los j¨®venes dominar¨¢n las dos lenguas, aunque ser¨¢ m¨¢s por efecto del biling¨¹ismo social, en la familia, en la calle y en los medios de comunicaci¨®n, que por la acci¨®n pedag¨®gica, que no transmitir¨¢ a estos ni?os el registro culto de lengua castellana que corresponde a una buena ense?anza cient¨ªfica y human¨ªstica, sino que lo har¨¢, en caso de que as¨ª suceda, solo en catal¨¢n.
Al parecer, se trata del modelo catal¨¢n de la inmersi¨®n, ampliamente consensuado. Indiscutible e irreformable, habr¨ªa que a?adir a esa dogm¨¢tica y falaz argumentaci¨®n usual en boca del secesionismo. Este es un debate profundamente equivocado y envuelto en una nube de tergiversaciones impropia de una sociedad civilizada. No est¨¢ en discusi¨®n la inmersi¨®n, como eficaz m¨¦todo de ense?anza intensiva de una lengua, ni esta es incompatible con la modesta propuesta de reservar una asignatura troncal, una sola, no una mar¨ªa, no la gimnasia o las artes pl¨¢sticas, a la ense?anza del castellano. Tampoco es incompatible con esta propuesta el mantenimiento de una ¨²nica l¨ªnea de ense?anza, sin separar a los alumnos en raz¨®n de su lengua materna, en la que la lengua catalana sea utilizada normalmente y constituya el centro de gravedad, tal como ha reconocido el Tribunal Constitucional.
El modelo catal¨¢n, al que tantos ¨¦xitos se atribuye, probablemente de forma algo exagerada, se basa en estos dos elementos: inmersi¨®n para los ni?os reci¨¦n llegados sin conocimiento de la lengua y circuito ¨²nico que no segregue a los alumnos en funci¨®n de la lengua. A estos dos elementos habr¨ªa que a?adir la inteligencia y la flexibilidad de los centros, las asociaciones de padres y la administraci¨®n para acomodar la intensidad del uso de cada una de las dos lenguas en funci¨®n del contexto social del centro: si hay alg¨²n consenso es que los alumnos de ciudades o barrios de inmigraci¨®n reciente necesitan m¨¢s catal¨¢n, mientras que en ciertas zonas del territorio catal¨¢n es imprescindible intensificar el castellano. Conociendo el pa?o y escuchando c¨®mo se expresan los j¨®venes, especialmente algunos, se dir¨ªa que estamos haciendo exactamente lo contrario: m¨¢s catal¨¢n donde el catal¨¢n es ampliamente hegem¨®nico y m¨¢s castellano donde solo se habla castellano.
Estas son cuestiones que no debieran dilucidarse en la pelea pol¨ªtica ni utilizarse para argumentar ni a favor de la independencia ni en contra. Cuando esto sucede, como ha sucedido y sigue sucediendo, ?alguien puede quejarse de que el litigio llegue a los tribunales? Llega a los tribunales porque quienes representan a los ciudadanos lo han querido. Quien ataque a los jueces que han dirimido en la controversia seg¨²n su mejor criterio profesional lo menos que merece es ser tachado de hip¨®crita, y m¨¢s todav¨ªa si tiene alguna responsabilidad de gobierno, como es el caso del consejero de Educaci¨®n.
Su desprecio hacia la judicatura y su incapacidad para ponerse en los zapatos de los otros, en este caso los padres de la ni?a de cinco a?os contra los que se celebr¨® la manifestaci¨®n, le descalifican para gobernar. ?C¨®mo podr¨¢ pedir luego que se cumplan las leyes, las sentencias y sus propias instrucciones si desde el Gobierno se propugna la desobediencia? Conozco la respuesta. Se trata de reconocer solo las leyes y decisiones surgidas del Parlamento de Catalu?a. Es decir, la lengua, nuevamente, al servicio de la independencia. No se trata, por tanto, del modelo ling¨¹¨ªstico catal¨¢n sino del modelo secesionista de gobierno catal¨¢n, que no reconoce la validez de la legislaci¨®n espa?ola, del Estado de derecho y de los tribunales.
Este camino podr¨ªa ser hip¨®crita, pero inteligente si condujera a alg¨²n sitio. Conduce al fracaso pol¨ªtico. Perjudica a la lengua catalana. A su prestigio en Catalu?a y fuera de Catalu?a y, por tanto, a su futuro. Aleja a los nuevos hablantes e inc¨®moda a los catalanes y a los catalanistas liberales de toda la vida, que los hay y en abundancia. Por mucho que se empe?en con la pintura tremendista de la Espa?a anticatalana, con la inestimable colaboraci¨®n de Pablo Casado y sus calumnias, todo lo que ha progresado la lengua catalana en la historia, con la Mancomunidad, con la Segunda Rep¨²blica y con la actual Constituci¨®n de 1978, ha sido gracias al talento pol¨ªtico pactista de los catalanes que han conseguido que su lengua recibiera suficientes apoyos en el conjunto de Espa?a, fuera reconocido en el plano legal y avanzara en su reconocimiento. Un proyecto de Estado independiente como el que se ha exhibido en los ¨²ltimos 10 a?os podr¨ªa ser literalmente letal para una lengua que ha sido enriquecida demogr¨¢ficamente por la inmigraci¨®n y favorecida por la capitalidad editorial y cultural espa?ola de Barcelona.
Est¨¢ bien lo conseguido hasta ahora, pero no es suficiente. As¨ª lo pensamos muchos. Queda trecho por recorrer para la lengua catalana, sin necesidad de aventuras secesionistas ni de imposiciones monoling¨¹istas. Un mayor reconocimiento en las instituciones espa?olas en general, ciertamente. Una mejor proyecci¨®n internacional, sin proyectos pol¨ªticos t¨®xicos de por medio. Una presencia en los medios audiovisuales y digitales, Netflix entre otros, claro. Una mejor coordinaci¨®n de esfuerzos con las comunidades aut¨®nomas de habla catalana, la Comunidad Valenciana y la Balear. Pero nada de todo esto se podr¨¢ hacer si la mitad del arco pol¨ªtico espa?ol y una gran parte de la opini¨®n p¨²blica consideran que todas estas propuestas est¨¢n al servicio de la secesi¨®n y no de una mayor integraci¨®n de Catalu?a en la uni¨®n libre y democr¨¢tica de todos los ciudadanos y pueblos de Espa?a.
Por tanto, adem¨¢s de hip¨®critas, est¨²pidos. Si no sirvieran todos estos argumentos, muchos de ellos pol¨ªticos, queda uno mucho m¨¢s sencillo e incluso moral: ?para qu¨¦ nos sirven las lenguas si perdemos la convivencia, que es el alma aut¨¦ntica de Catalu?a? Si perdemos el alma para salvar la lengua, terminaremos perdi¨¦ndolas ambas, el alma y la lengua.