El monstruo del lago
Los gobiernos e instituciones internacionales est¨¢n invirtiendo mucho dinero en fomentar la verificaci¨®n de bulos, y m¨¢s que piensan destinar en 2022, aunque con esa v¨ªa no basta
Ha pasado un a?o desde que una turba entr¨® en el Capitolio y uno de cada tres estadounidenses sigue pensando que el presidente Joe Biden quiz¨¢ manipul¨® las elecciones. Son datos de una encuesta encargada por la Universidad de Michigan en la que muchos votantes de Trump aseguran...
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Ha pasado un a?o desde que una turba entr¨® en el Capitolio y uno de cada tres estadounidenses sigue pensando que el presidente Joe Biden quiz¨¢ manipul¨® las elecciones. Son datos de una encuesta encargada por la Universidad de Michigan en la que muchos votantes de Trump aseguran que lo que ocurri¨® el 6 de enero de 2021 fue una simple y leg¨ªtima protesta ciudadana. Investigar los hechos ha costado una barbaridad por los miles de bulos que circulan por la red. A eso hay que sumarle las dificultades t¨¦cnicas por la pandemia y el odio at¨¢vico entre dos Am¨¦ricas enfrentadas.
Ninguno de esos problemas se ha resuelto. Y, en concreto, el de los rumores ha ido a m¨¢s: se planifican cada vez mejor, tienen una agenda detr¨¢s y conectan con los prejuicios de cada sociedad, no solo en EE UU. El que ha circulado en Francia y que afirmaba que la primera dama, Brigitte Macron, era un hombre antes de cambiar de sexo, sali¨® de foros de la ultraderecha y pretend¨ªa embadurnar de transfobia el debate social.
El caso es que tendemos a culpar a internet, aunque esto lleve d¨¦cadas ocurriendo. El antisemitismo, por ejemplo, ha sido un fil¨®n. En 1969 se aliment¨® uno de los rumores m¨¢s crueles y delirantes en la ciudad francesa de Orl¨¦ans. En seis tiendas de ropa, todas regentadas por jud¨ªos, se dec¨ªa que desaparec¨ªan las mujeres. Supuestamente, despu¨¦s de drogarlas en los probadores, una red de prostituci¨®n las sacaba por t¨²neles subterr¨¢neos para venderlas en otros pa¨ªses. La mentira fue engordando hasta que centenares de vecinos se plantaron en los comercios para amenazar a sus due?os. Es interesant¨ªsimo escuchar los testimonios de la ¨¦poca y leer la investigaci¨®n que public¨® el soci¨®logo Edgar Morin meses despu¨¦s y que se titul¨® precisamente El rumor de Orl¨¦ans. Recoge un clima de odio parecido al que a veces vemos hoy en WhatsApp, Facebook y Twitter.
Los gobiernos e instituciones internacionales est¨¢n invirtiendo mucho dinero en fomentar la verificaci¨®n de bulos, y m¨¢s que piensan destinar en 2022, aunque con esa v¨ªa no basta. Nicolas Guilhot, profesor de historia intelectual del Instituto Universitario Europeo de Florencia, cree que deber¨ªamos tener m¨¢s en cuenta el contexto social o las condiciones socioecon¨®micas para analizar bien las teor¨ªas de la conspiraci¨®n. Estamos se?alando al monstruo del lago que de repente saca la cabeza, dice, pero no mirando al fondo, a las aguas negras y congeladas donde pasan tantas cosas. No es suficiente el llamado debunking (intentar exponer o desacreditar afirmaciones consideradas falsas o exageradas). Haciendo solo eso, estamos tratando los bulos como si solo fueran deficiencias cognitivas de la gente que hay que corregir. Y los rumores son mucho m¨¢s: muestran una crisis existencial a la que hay que dar respuesta con visi¨®n pol¨ªtica.@anafuentesf