El virus Djokovic
El tenista ha sido escuchado, ha podido defenderse de forma suficiente y han intervenido todas las autoridades ejecutivas y judiciales pertinentes. Por ello, el campe¨®n deportivo no se convertir¨¢ en un icono respetable del movimiento antivacunas
Australia ha deportado a Novak Djokovic tras un procedimiento bastante ejemplar, incluyendo sus vacilaciones y errores. O sea, s¨®lido desde la ¨®ptica garantista de los derechos humanos individuales, del imperio de la ley, del respeto al Estado de derecho, de la salud y el inter¨¦s p¨²blico. El tenista ha sido escuchado, ha podido defenderse de forma suficiente, se ha dispensado el tiempo necesario y han intervenido todas las autoridades ejecutivas y judiciales pertinentes.
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Australia ha deportado a Novak Djokovic tras un procedimiento bastante ejemplar, incluyendo sus vacilaciones y errores. O sea, s¨®lido desde la ¨®ptica garantista de los derechos humanos individuales, del imperio de la ley, del respeto al Estado de derecho, de la salud y el inter¨¦s p¨²blico. El tenista ha sido escuchado, ha podido defenderse de forma suficiente, se ha dispensado el tiempo necesario y han intervenido todas las autoridades ejecutivas y judiciales pertinentes.
Por ello, el campe¨®n deportivo no se convertir¨¢ en un icono respetable del movimiento antivacunas. Y porque ¨¦l mismo ha reconocido tres errores graves en su actuaci¨®n. Que podr¨ªan configurar algo peor, un intento de enga?o a las autoridades y a los ciudadanos australianos embarcados en una rigorista campa?a antipandemia. Aunque eso ser¨¢ dif¨ªcil saberlo, pues desconocemos el detalle del historial m¨¦dico ¡ªy de sus eventuales manipulaciones¡ª, y est¨¢ bien que sea as¨ª, que se preserve esa privacidad de sus datos personales: forma parte del elenco garantista en las democracias.
Pero sus quiebros han inquietado. ¡°Fue un error de juicio¡± entrevistarse, enfermo, con un periodista en Belgrado, reconoci¨®. ¡°Fue un error humano¡± declarar que no hab¨ªa pasado por otro pa¨ªs (Espa?a) antes de volar a Melbourne, concedi¨®. ¡°Probablemente comet¨ª un error¡± al afirmar que el panel que le facilit¨® en principio el vuelo fue del Gobierno federal, y no de la autoridad deportiva y del Estado de Victoria, asever¨®.
A esos errores se les suman sus apariciones sin mascarilla en eventos p¨²blicos cuando ¡ªdice que¡ª estaba contagiado (sin contar las sugerencias de que nunca se infect¨®). Y se les agrega su campa?a antiprotecci¨®n (¡°Me opongo a la vacunaci¨®n¡± y a que ¡°nadie me obligase a vacunarme para poder viajar¡±, declar¨® ya en 2020). El virus Djokovic no son sus errores, sean inexactitudes o falsedades. Es que de ellos y de su conducta se infiere la falta de credibilidad sobre su respeto al derecho de los dem¨¢s a no ser infectados.
Por eso Australia le expulsa. Eso s¨ª, tras cometer dos fallos: un expediente favorable elaborado a la ligera a nivel estatal (Victoria) y un reprobable ninguneo de los agentes federales de inmigraci¨®n a su derecho a un procedimiento equitativo (con tiempo holgado para organizar su defensa). Por eso el juez Kelly suspendi¨® la cancelaci¨®n del visado. Esa rectificaci¨®n, la pausa en la decisi¨®n final del Gobierno federal de deportarle ¡ªpor razones mayores de ¡°salud¡±, ¡°buen orden¡± e ¡°inter¨¦s p¨²blico¡±¡ª y el sometimiento del caso a un tribunal en pleno han validado el proceso. Replica el Gobierno serbio que era mejor ahorrar esos pasos, esa ¡°tortura¡±. As¨ª piensan los partidarios de los juicios sumar¨ªsimos. Dios nos libre de ellos.