?No a la guerra!
La firme oposici¨®n a la injerencia de Putin en Ucrania constituye hoy la tarea democr¨¢tica. Dejarle las manos libres es la mejor invitaci¨®n al conflicto
Tal como se produjo en un primer momento, el ¡°no a la guerra¡± era de esperar. La actitud inicialmente adoptada por el componente izquierdista del Gobierno, as¨ª como por su renacido fundador, responde a antecedentes conocidos. El europe¨ªsmo de Unidas Podemos (UP) estuvo siempre marcado por su desconfianza ante la Uni¨®n Europea, la cr¨ªtica a Estados Unidos, y la ausencia de toda censura dirigida a las dictaduras latinoamericanas (Venezuela, ...
Tal como se produjo en un primer momento, el ¡°no a la guerra¡± era de esperar. La actitud inicialmente adoptada por el componente izquierdista del Gobierno, as¨ª como por su renacido fundador, responde a antecedentes conocidos. El europe¨ªsmo de Unidas Podemos (UP) estuvo siempre marcado por su desconfianza ante la Uni¨®n Europea, la cr¨ªtica a Estados Unidos, y la ausencia de toda censura dirigida a las dictaduras latinoamericanas (Venezuela, Cuba, Nicaragua). Tampoco les hab¨ªa importado lo m¨¢s m¨ªnimo que Rusia se anexionara Crimea por la fuerza, ni que alentase y mantuviese, tambi¨¦n por las armas, una guerra de secesi¨®n en las rep¨²blicas rus¨®fonas de Ucrania, todo sin hablar nunca de guerra.
En cuanto a deslealtad, culmina un desacuerdo expresado cada vez que la pol¨ªtica gubernamental no encajaba en sus esquemas. Fue una puja reiterada de radicalismo y disconformidad p¨²blica, salvo cuando se trataba de satanizar a la derecha. Menos mal que ah¨ª estuvo tambi¨¦n Yolanda D¨ªaz, para hacer pol¨ªtica de otro modo. Y posiblemente tambi¨¦n ahora para poner sordina a la protesta de UP, que se ha desvanecido por encanto.
El pacifismo responde a profundas ra¨ªces, busca el apoyo de la orientaci¨®n vigente en la mayor¨ªa de los ciudadanos de vivir en democracia y en paz, para rechazar la guerra. En nuestra variante izquierdista est¨¢ asociado al antiamericanismo, para lo cual el imperialismo de Estados Unidos proporcion¨® hist¨®ricamente demasiadas justificaciones. Otro tanto hizo el sovi¨¦tico que, sin embargo, qued¨® a la sombra del primero, habida cuenta del apoyo estadounidense a la dictadura de Franco.
Las cosas han cambiado. Sin provocar a nadie, Ucrania ha recibido ya desde 2014 suficiente dosis de agresiones rusas, en Crimea y en el Donb¨¢s: Nada justifica un nuevo ataque anunciado a bombo y platillo, no solo por los 100.000 hombres puestos desde hace meses junto a la frontera, sino el domingo mismo, en espect¨¢culo visto en la televisi¨®n rusa internacional, por la masa de carros de combate camino de Bielorrusia, para completar por el noroeste una eventual invasi¨®n. No necesita anunciarla de palabra. S¨ª habla de ¡°medidas militares y t¨¦cnicas apropiadas¡± (sic). Vlad¨ªmir Putin explica la raz¨®n de fondo: Rusia y Ucrania son el mismo pueblo. No admite su independencia y menos su europe¨ªsmo.
Si atendemos a las palabras pronunciadas por Pablo Iglesias, y a las de los dirigentes de UP, en su primera reacci¨®n, se impone una equidistancia pacifista: ni Rusia, ni EE UU, paz. Exhiben as¨ª una ceguera voluntaria al dejar de lado que Ucrania no ha amenazado a Rusia, ni est¨¢ integr¨¢ndose en la OTAN, lo cual ser¨ªa su derecho, de facto descartado en la circunstancia actual. Hay solo un agresor, pues ya es agresi¨®n la amenaza militar justificada de modo expreso por Putin y su ministro Sergu¨¦i Lavrov, de no ser aceptado su ultim¨¢tum, que no admite enmiendas.
Resulta l¨®gico que los pacifistas se manifiesten en defensa de su ideal, exigiendo su cumplimiento por Europa, pero antes debieran hacerlo frente a la Embajada rusa. Nunca lo har¨¢n, porque su campo pol¨ªtico, desde Podemos y el PCE a Bildu, est¨¢ ya elegido, as¨ª como el blanco de sus condenas.
Cuando el imperialismo americano, de George Bush y Dick Cheney, decidi¨® la invasi¨®n de Irak, fue apoyado por intelectuales de renombre, entonces desde el mantra de la democracia. Sirvieron para avalar la gran mentira de que Sadam Husein ten¨ªa armas qu¨ªmicas, justificando el disparate. No fue in¨²til la siembra de confusi¨®n sobre la opini¨®n p¨²blica, que ahora asumir¨ªa el pacifismo prorruso, parad¨®jicamente respaldado por los intereses capitalistas, aqu¨ª y ahora. El mal puede encontrarse en una u otra orilla, solo que en esta ocasi¨®n la orilla est¨¢ bien definida. A partir de ah¨ª, carece de sentido la analog¨ªa establecida desde el ¡°no a la guerra¡± entre el ataque criminal de Estados Unidos a Irak y el imaginario en curso de la OTAN a Rusia.
Tales estrategias de manipulaci¨®n del discurso pol¨ªtico tampoco son nuevas. De cara a la opini¨®n, result¨® siempre eficaz practicar las inversiones de significado, del tipo de la operada por los nazis con el c¨¦lebre letrero de Auschwitz (Arbeit macht frei, el trabajo hace libre) o por los comunistas alemanes, quienes acu?aron lo de Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, que de democr¨¢tica no ten¨ªa nada. La observaci¨®n concierne de modo directo a los nuevos prop¨®sitos hechos p¨²blicos por Pablo Iglesias, al apuntar su resurgimiento pol¨ªtico, en el marco de la precampa?a de Castilla y Le¨®n, con la condena de la implicaci¨®n de Espa?a (y Europa) en el conflicto del Este.
Aborda el caso de Ucrania desde su habitual recurso a supuestas evidencias, expresadas con rotundidad, mediante la secuencia habitual de tuit-posverdad-consigna: ¡°?Qu¨¦ tenemos que ganar al ampliarse la OTAN con Ucrania!¡±, sentencia, ocultando que en este momento Ucrania, pa¨ªs soberano, no est¨¢ ingresando en la OTAN y que los objetivos de Putin son imponer su soberan¨ªa limitada y el retroceso territorial de la Alianza. Y ocultando tambi¨¦n el Ej¨¦rcito ruso acechante en la frontera, sustituido por el espectro de la guerra nuclear. El escenario queda suficientemente deformado, a favor de Putin: el agresor deviene v¨ªctima de la amenaza OTAN y, por si faltase algo, todo se envuelve en la descalificaci¨®n de la ministra de Defensa, aquejada de un ¡°fulgor b¨¦lico¡±, sinsentido que apunta a la homofon¨ªa con ¡°furor¡±. Estamos ante un estilo de propaganda pol¨ªtica eficaz, pero que no remite a la izquierda cl¨¢sica, sino a la t¨¦cnica patentada por los maestros de la videocracia.
Fue Juan Carlos Monedero quien defini¨® a Pablo Iglesias como leninista amable, si bien para el tema que nos ocupa, su v¨ªnculo y el del pacifismo izquierdista con esa tradici¨®n, remite al enmascaramiento de la pol¨ªtica exterior sovi¨¦tica, que llev¨® a cabo con ¨¦xito el Movimiento por la Paz de los a?os cincuenta. En ¨¦l militaron destacados intelectuales, de Le Corbusier y Joliot-Curie a Picasso. La URSS encarnaba la paz, el mundo occidental, con Estados Unidos al frente, la guerra. Todo val¨ªa para el campo sovi¨¦tico ¡ªejemplo: invasi¨®n de Corea¡ª, cualquier respuesta ser¨ªa signo de belicosidad imperialista (la cual, por cierto, tampoco era imaginaria).
La picassiana paloma de la paz, emblema de tal pacifismo, cubri¨® de suciedad su propio nido, de Budapest en 1956 a Afganist¨¢n en 1979. Frente a esa deriva, la posibilidad de conversi¨®n a la democracia qued¨® de manifiesto cuando en 1968 Pasionaria y Santiago Carrillo, dirigentes del PCE, denunciaron frontalmente la invasi¨®n de Checoslovaquia decidida por la URSS. Es el ejemplo a seguir. En esa misma l¨ªnea, desde la paz y por la paz, agotando la negociaci¨®n, la firme oposici¨®n a la injerencia de Putin en Ucrania constituye hoy la tarea democr¨¢tica. Si para rehacer su URSS, sometiendo a Ucrania, Putin lanza uno u otro tipo de intervenci¨®n, es el ¨²nico responsable. Dejarle las manos libres, como se hiciera con Hitler en los a?os treinta, es la mejor invitaci¨®n a la guerra.