Instrucciones para llorar
Las l¨¢grimas m¨¢s potentes se derraman por un peque?o incidente mientras pasa una cat¨¢strofe mayor. Para eso se debieron inventar las redes: para llorar tragedias chiquitas en plena debacle
Lo bueno de llorar en Twitter es que hay muchas formas de hacerlo. Siempre puedes elegir qu¨¦ lloro te encaja mejor. La clave es c¨®mo lo nombren. Primera regla: de los que sacan la foto del lloriqu¨ªn de El Chiringuito de Jugones a la primera interacci¨®n hay que huir. Esos son los peores. Son los abusones que pedir¨¢n ¡°buahambulancias¡±, te mandar¨¢n ¡°...
Lo bueno de llorar en Twitter es que hay muchas formas de hacerlo. Siempre puedes elegir qu¨¦ lloro te encaja mejor. La clave es c¨®mo lo nombren. Primera regla: de los que sacan la foto del lloriqu¨ªn de El Chiringuito de Jugones a la primera interacci¨®n hay que huir. Esos son los peores. Son los abusones que pedir¨¢n ¡°buahambulancias¡±, te mandar¨¢n ¡°a la llorer¨ªa¡± y entregar¨¢n a su primog¨¦nita con tal de salir en @mejoreszasca, el BOE de los faltones. Silenciar¨¢n tu llanto como se abucheaba desde la ¨²ltima fila del bus escolar: montando barullo y mal. No hay candados suficientes para protegerse de los que te llaman ¡°llorica¡±. Tirar¨¢n de comodines viscosos que siempre leyeron a otros primero, como esa ¡°hostia que se ha o¨ªdo hasta en Sebastopol¡± que lleva a?os retumbando con su eco molesto y que esconde un d¨¦ficit de abrazos.
La poeta Heather Christle cont¨® en El libro de las l¨¢grimas que si ves llorando a alguien junto a un coche lo m¨¢s probable es que te acerques a ofrecer ayuda, pero que si est¨¢ haci¨¦ndolo dentro no dir¨¢s nada, pasar¨¢s de largo y respetar¨¢s su llanto. Intuir¨¢s esa privacidad y sabr¨¢s que ah¨ª dentro est¨¢ a salvo. En Twitter todos estamos soltando l¨¢grimas junto a esa puerta. Los m¨¢s majos ser¨¢n los del shitposting, los de postear basura ir¨®nica que nunca lo acaba siendo. Subir¨¢n fotos de gatos llorosos que miran por la ventana diciendo ¡°Me boi a aser la automorision¡± y buscar¨¢n c¨®mplices con los que re¨ªrse con esas faltas de ortograf¨ªa entre tanta desdicha. Los aprovechados, los del sadfishing, querr¨¢n pescar tu atenci¨®n romantizando tu tristeza con lemas monetizables: ¡°Fin del verano: lloradita tranqui y 2x1 en Uber Eats¡±.
Si me preguntan dir¨¦ que en Twitter hay d¨ªas de lloros absurdos y que esos son los mejores. Son los momentos Campofr¨ªo, por aquel anuncio que quiso curar el guerracivilismo pol¨ªtico de todo un pa¨ªs vendiendo embutidos. En esos instantes se firma una paz moment¨¢nea, como cuando se intercambiaban pitillos en las trincheras y luego se segu¨ªa pegando tiros como si nada. Ah¨ª no hay frente ideol¨®gico que valga. El dedo se relaja y replica euf¨®rico los v¨ªdeos de se?oras felices que cantan con alpacas en la monta?a o gatos convertidos en sirenas antiterremotos. Esos d¨ªas lloramos hermanados con un ¡°JAJAJA mira esto por favor¡± y nos llevamos ese llanto gozoso a otras redes as¨ª, atropellado, porque a la urgencia de pasar ese tesoro evasor no hay coma ni corrector que lo frene.
En Twitter los d¨ªas malos son de lloros ego¨ªstas y dispersos. Cuando nos falta contexto y salimos de ah¨ª m¨¢s cansados y con una migra?a rara, como si nos hubiese salido un quiste nuevo en el cuerpo. Los buenos son los de las lloradas de grupo. Esas son jornadas brillantes y r¨¢pidas en las que el ingenio se dispara como un cohete y sentimos que ya no escribimos solos en ese muro de lamentaciones porque se nos ha sintonizado la mente.
Dicen que las l¨¢grimas m¨¢s potentes se derraman por un peque?o incidente mientras pasa una cat¨¢strofe a¨²n mucho mayor. Como quien moquea por un vaso roto en pleno divorcio. Para eso se debi¨® inventar Twitter: para llorar tragedias chiquitas en plena debacle. Puede que aqu¨ª afuera la tensi¨®n dominante la dicte el terror a un virus y una guerra inminente, pero ah¨ª dentro se vivir¨¢n sentidas terapias grupales por cualquier otro detalle. Rebosaremos l¨¢grimas en caliente, pero tambi¨¦n quedar¨¢n las que nunca se enfr¨ªan. Esas son las m¨¢s peligrosas. Como los torrentes del Benidorm Fest, que nos ha dejado suspendidos en bucle durante d¨ªas gritando en c¨ªrculos, retorciendo opiniones de sociopol¨ªtica por haber perdido la teta y la pandereta en un concurso de canciones en el que antes siempre primaba la diversi¨®n. Ese es uno de los peligros de llorar en Twitter: lo que separa esa sensaci¨®n de comuni¨®n instant¨¢nea de la del berrinche delirante apenas dura lo que tres saltos de scroll.