¡°?No me maten!¡±
El grito de un joven congol¨¦s linchado en la playa en R¨ªo de Janeiro quiz¨¢s sirva para que a la hora de ir a las urnas los brasile?os decidan devolver al pa¨ªs su felicidad
Se llamaba Moise Mugenyi Kabagambe el joven congol¨¦s de 24 a?os que el 24 de enero pasado fue linchado en la playa de Barra da Tijuca, en R¨ªo de Janeiro, frente al kiosko Tropicalia. A pesar de que los brasile?os est¨¢n tristemente acostumbrados a convivir con uno de los porcentajes de homicidios mayores del mundo, esta vez, la dureza del crimen ha conmovido a todo el pa¨ªs. El grito del joven antes de agonizar, ¡°?No me maten!¡±, sigue resonando en las redes sociales y en la conciencia de quienes a pesar de todo apuestan y trabajan cada d¨ªa a favor de la paz y de la concordia.
Seg¨²n la pro...
Se llamaba Moise Mugenyi Kabagambe el joven congol¨¦s de 24 a?os que el 24 de enero pasado fue linchado en la playa de Barra da Tijuca, en R¨ªo de Janeiro, frente al kiosko Tropicalia. A pesar de que los brasile?os est¨¢n tristemente acostumbrados a convivir con uno de los porcentajes de homicidios mayores del mundo, esta vez, la dureza del crimen ha conmovido a todo el pa¨ªs. El grito del joven antes de agonizar, ¡°?No me maten!¡±, sigue resonando en las redes sociales y en la conciencia de quienes a pesar de todo apuestan y trabajan cada d¨ªa a favor de la paz y de la concordia.
Seg¨²n la promotora que analiza el caso, que qued¨® grabado en las c¨¢maras de seguridad del kiosco, ¡°se comprueba una acci¨®n en el grado m¨¢s alto de crueldad, de perversidad, de desprecio por la vida¡±. El joven que trabajaba como camarero en el kiosco es descrito por los clientes como ¡°alegre y educado¡±. Perdi¨® la vida solo por haber pedido al due?o del chiringuito que le pagase 200 reales (33 euros o algo menos de 38 d¨®lares) que le deb¨ªa.
El joven que gritaba para que no lo mataran fue linchado por cinco hombres a base de puntapi¨¦s, pu?etazos y golpes de madera. Seg¨²n los ex¨¢menes m¨¦dicos, Moise estuvo agonizando 10 minutos antes de fallecer y fue encontrado atado de pies y manos, a¨²n con los ojos abiertos.
Quiz¨¢s la brutal ejecuci¨®n llevada a cabo en la arena de la bella playa de R¨ªo, envidia del mundo, est¨¢ causando una doble indignaci¨®n en la sociedad y ha hecho estallar las redes sociales porque el pa¨ªs vive pol¨ªticamente en un clima donde el Gobierno del fascista Jair Bolsonaro tiene como lema que el ¡°mejor bandido es el bandido muerto¡±. Si es ejecutado, mejor a¨²n.
El presidente es un defensor de la tortura y de la pena de muerte. Su pol¨ªtica, sus gustos, sus deportes tienen todos relaci¨®n con las armas, cuyo mercado ha facilitado porque su sue?o es que todo el pa¨ªs est¨¦ armado. Su gesto preferido es el de simular con las manos el acto de disparar un revolver. Durante la campa?a electoral indign¨® una escena en la que el candidato a presidir el pa¨ªs tom¨® en sus brazos a una ni?a de cinco a?os y le ense?¨® a imitar, mientras re¨ªa feliz, el acto de disparar un arma con su mano inocente.
Toda esa pasi¨®n por las armas del jefe del Estado ha ido creando un clima en el pa¨ªs en el que la violencia y las ejecuciones sumarias se han convertido en algo normal. Dir¨ªa deportivo si el adjetivo no me hiriera en la boca.
Hay quien teoriza que Brasil fue siempre un pa¨ªs violento. Es verdad solo en parte y es que hoy esa violencia es institucional alimentada por los instintos de muerte de un presidente que se burla, por ejemplo, de quienes se protegen de la pandemia consider¨¢ndolos ¡°cobardes¡±.
Llevo 20 a?os en este pa¨ªs y soy testigo de que la violencia de hoy ha cambiado de cara porque es alimentada desde el poder con el desprecio por la vida y la exaltaci¨®n de la dictadura militar. Hoy, quiz¨¢s como reacci¨®n a ese clima de muerte que se ha instalado, est¨¢ creciendo en todo el pa¨ªs un movimiento in¨¦dito de solidaridad, por ejemplo, con al aumento que est¨¢ habiendo de personas sin techo que viven y mueren en la calle.
Quiz¨¢s el exceso de falta de humanidad del presidente est¨¦ despertando en la sociedad un movimiento de defensa de la vida, de acogimiento de los m¨¢s dejados a su suerte por la grave crisis econ¨®mica. Ese Brasil que reacciona a la violencia con sentimientos de compasi¨®n y ayuda a los que se van quedando perdidos en la vida me recuerda la escena que yo presenci¨¦ al llegar aqu¨ª. Fue en la playa de Copacabana, tambi¨¦n en R¨ªo de Janeiro, donde una mujer ya mayor, cay¨® desmayada. En pocos segundos se juntaron una docena de personas con su m¨®vil en la mano llamando a una ambulancia. En el Consulado me dec¨ªan entonces que los espa?oles que ven¨ªan a Brasil quer¨ªan quedarse. Comentaban que aqu¨ª " la gente es amable, alegre y solidaria¡±.
Hoy aquella alegr¨ªa y aquel esp¨ªritu de acogida se est¨¢ perdiendo en medio del humo de sentimientos de hostilidad, desconfianza y violencia instigados desde el poder. Como ha dicho el expresidente Lula da Silva, que aparece en los sondeos como el candidato con mayor fuerza para derrotar a Bolsonaro, ¡°Brasil necesita recobrar su alegr¨ªa perdida¡±.
El grito del joven trabajador congol¨¦s de ¡°?No me maten!¡± que sigue resonando en la arena blanca de las playas de R¨ªo donde fue vilmente ejecutado y agoniz¨® con los ojos abiertos, quiz¨¢s sirva, triste paradoja, para que a la hora de ir a las urnas los brasile?os decidan esta vez devolver al pa¨ªs su felicidad perdida tras haberse liberado de la pesadilla del que es ya considerado como el peor y m¨¢s violento de los gobiernos democr¨¢ticos de este pa¨ªs.
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