Avidez de poder y pulsi¨®n suicida
Cada cual tiene el derecho de suicidarse a su manera, lo malo es cuando nos afecta a todos. Quedarnos sin oposici¨®n no es un trago f¨¢cil de digerir, menos a¨²n cuando ni siquiera responde a discrepancias ideol¨®gicas, sino a la ya aludida codicia de poder
El hombre es un animal orgi¨¢stico, siempre quiere m¨¢s. Est¨¢ claro en lo referente a las ansias de placeres, riqueza y honores, pero donde es verdaderamente patol¨®gico es en el apetito de poder. Aqu¨ª no hay l¨ªmites que valgan, no hay quien lo sacie. Traducido al tema de los ¨²ltimos d¨ªas, lo reconocemos enseguida en las dos partes implicadas en la disputa interna del PP, ...
El hombre es un animal orgi¨¢stico, siempre quiere m¨¢s. Est¨¢ claro en lo referente a las ansias de placeres, riqueza y honores, pero donde es verdaderamente patol¨®gico es en el apetito de poder. Aqu¨ª no hay l¨ªmites que valgan, no hay quien lo sacie. Traducido al tema de los ¨²ltimos d¨ªas, lo reconocemos enseguida en las dos partes implicadas en la disputa interna del PP, que est¨¢ acabando como La guerra de los Rose, en una liquidaci¨®n mutua de los contendientes. Con el escabroso agravante de publicidad, a la vista de todos.
Cada cual tiene el derecho de suicidarse a su manera, lo malo es cuando nos afecta a todos. Quedarnos sin oposici¨®n no es un trago f¨¢cil de digerir, menos a¨²n cuando ni siquiera responde a discrepancias ideol¨®gicas, sino a la ya aludida codicia de poder. Podr¨ªa llegar a entenderse como una fractura derivada de diferencias estrat¨¦gicas respecto a qu¨¦ hacer con Vox, pero no por personalismos enfermizos e imp¨²dicos navajeos barriobajeros. M¨¢s a¨²n cuando el efecto inmediato va a ser el subid¨®n de la ultraderecha. Es muy posible que Espa?a caiga en una din¨¢mica parecida a la ya sufrida por Italia y Francia, la dinamitaci¨®n de la derecha liberal tradicional y su conversi¨®n en extremismo nacional-populista. Con el agravante, adem¨¢s, de la aparici¨®n de nuevas fuerzas radicalizadas. No hay m¨¢s que ver el fen¨®meno de Zemmour en Francia y los Fratelli d¡¯Italia en el pa¨ªs transalpino, que ahora mismo es el primer partido italiano en los sondeos. Hemos sido contagiados, pues, con el mal de la derecha eurolatina.
Lo m¨¢s ir¨®nico de todo esto es que lo ¨²nico que unificaba a todas las tribus de la derecha espa?ola, su aut¨¦ntico cemento, era el odio a S¨¢nchez, uno de los m¨¢s beneficiados por este giro surrealista. El PP ha hecho un pan como unas tortas. Y esto contribuye a sacar a la luz nuestra principal patolog¨ªa, las divisiones internas. Puede sonar muy crudo, pero cuando ya no unifica ni el odio com¨²n, cuando este se traslada al propio bloque, es que tenemos un problema. De nuevo el efecto corrosivo de la avidez de poder. Con el resultado de una mayor fragmentaci¨®n pol¨ªtica y m¨¢s polarizaci¨®n. El PSOE puede acabar como una especie de partido hegem¨®nico de tama?o mediano en medio de una sopa de letras. Pero la izquierda se equivocar¨ªa si se deja llevar por la schadenfreude, la alegr¨ªa por los males ajenos. El roto sist¨¦mico producido es tremendo.
Por todo ello la gran pregunta es si hay alguna posibilidad de regeneraci¨®n para el PP. No se me ocurre otra que, en primer lugar, dilucidar el caso del hermano de Ayuso por instancias imparciales y con plena aplicaci¨®n de la responsabilidad pol¨ªtica. No olvidemos que aqu¨ª el apetito de poder aparece fundido a la codicia econ¨®mica de toda la vida. En segundo lugar, la convocatoria inmediata de un congreso extraordinario del partido para proceder a la renovaci¨®n del liderazgo. Casado ya no puede llevar las riendas. Sus maniobras en la oscuridad y su torpe guerra de poder con la presidenta madrile?a lo han abrasado. Regeneraci¨®n moral y regeneraci¨®n pol¨ªtica. Si aquel trata de evitarlo parapet¨¢ndose en el aparato del partido no har¨¢ m¨¢s que alargar su agon¨ªa y provocar m¨¢s divisiones y confusi¨®n. Queda por saber si hay alguien ah¨ª con capacidad ¨Dy voluntad¨D para tomar las riendas, ejercer el liderazgo, regenerar el discurso y estar dispuesto a aguantar la traves¨ªa del desierto. Pero no hay otra. La alternativa es disolverse en la banalidad de otras derechas cl¨¢sicas europeas. A fin de cuentas, hacerle el juego a Vox. Y a Ayuso. Y perpetuar a su querido S¨¢nchez, claro.