La pulsi¨®n de muerte del PP
El enfrentamiento entre Isabel D¨ªaz Ayuso y Pablo Casado, tan ¨¢spero que cuesta imaginar una tregua, no obedece a diferencias ideol¨®gicas: es una lucha desnuda por el poder
Una se?al de que la oposici¨®n va mal es que se hable m¨¢s de ella que de la gesti¨®n del Gobierno. Esta semana, esa fase ha quedado atr¨¢s. Las vacilaciones han dado paso a la autodestrucci¨®n, y el Partido Popular no nos interesa como alternativa de gobierno, sino por el espect¨¢culo glorioso de su cat¨¢strofe.
El PP ha conseguido ganar p¨ªrricamente unas elecciones anticipadas por razones t¨¢cticas, revelar el espejismo autogenerado del ¡°cambio de ciclo¡± y visibilizar el crecimiento de Vox, embarullarse con los pactos aceptando los marcos de sus adversarios y desatar una feroz batalla interna. El enfrentamiento entre Isabel D¨ªaz Ayuso y Pablo Casado es tan ¨¢spero que cuesta imaginar una tregua. El conflicto, que ocurre en la formaci¨®n y en los medios, no obedece a diferencias ideol¨®gicas: es una cuesti¨®n de lucha desnuda por el poder y tiene un elemento de animadversi¨®n personal, el aire melodram¨¢tico y sucio de una bronca de instituto. Ninguno de los protagonistas resulta favorecido. No lo es la presidenta de la Comunidad de Madrid, que quiz¨¢ no afronte responsabilidades legales, pero s¨ª graves da?os reputacionales. Y no lo es la direcci¨®n del partido, que a su asombrosa torpeza estrat¨¦gica suma una llamativa mezquindad. Las apelaciones a la ejemplaridad de Pablo Casado ser¨ªan m¨¢s veros¨ªmiles si no hubiera dicho, por ejemplo, que le filtraron la informaci¨®n privada desde una Administraci¨®n y prefiri¨® hacer una investigaci¨®n interna a presentar el asunto ante la justicia: entre otras cosas, como si la informaci¨®n tuviera aplicaciones m¨¢s ¨²tiles. El recurso a la cuesti¨®n de principios tambi¨¦n ser¨ªa m¨¢s claro si el PP no hubiera pedido a la presidenta de la Comunidad de Madrid que participara en la campa?a de las elecciones en Castilla y Le¨®n. Tampoco parecen del todo ejemplares los intentos de espionaje, la TIA de Teo.
Esa combinaci¨®n de amateurismo y mala fe desacredita a la direcci¨®n del PP; el caso reaviva la asociaci¨®n de corrupci¨®n. El presidente, con el aparato y con malas artes, se pelea con la pol¨ªtica m¨¢s popular de su formaci¨®n: es dif¨ªcil desterrar la imagen de una l¨ªder votada y querida a la que persiguen bur¨®cratas de partido. Tampoco es la primera vez que el aparato se enfrenta a una mujer: Aguirre, ?lvarez de Toledo, S¨¢enz de Santamar¨ªa, Cifuentes. El caso beneficia al PSOE, pero tambi¨¦n a Vox. Quienes est¨¢n realmente preocupados ¡ªy no secretamente contentos¡ª por el ascenso de la ultraderecha no tienen nada que celebrar.
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