El salario de los j¨®venes
Los lectores escriben sobre la situaci¨®n econ¨®mica de las nuevas generaciones, la literatura en los institutos, el dolor menstrual y la subida de precios
Hasta el ¨²ltimo tercio del siglo pasado, cualquier joven que hubiera podido acceder a un puesto de trabajo ganaba un salario que le permitir¨ªa alquilar o comprar una vivienda con m¨¢s o menos dificultades, amueblarla y acceder a muchos bienes de consumo. La mayor¨ªa de los j¨®venes de ahora que tengan la suerte de conseguir un puesto de trabajo, en general no suelen pasar de la categor¨ªa de becario o, en el mejor de los casos, de la de mileuristas, lo que no les permite alcanzar cuanto s¨ª pod¨ªan aqu...
Hasta el ¨²ltimo tercio del siglo pasado, cualquier joven que hubiera podido acceder a un puesto de trabajo ganaba un salario que le permitir¨ªa alquilar o comprar una vivienda con m¨¢s o menos dificultades, amueblarla y acceder a muchos bienes de consumo. La mayor¨ªa de los j¨®venes de ahora que tengan la suerte de conseguir un puesto de trabajo, en general no suelen pasar de la categor¨ªa de becario o, en el mejor de los casos, de la de mileuristas, lo que no les permite alcanzar cuanto s¨ª pod¨ªan aquellos otros j¨®venes. ?C¨®mo hemos llegado a esta an¨®mala situaci¨®n? Pues porque, mientras que los salarios de los j¨®venes se han ido devaluando poco a poco, muchas de las empresas que proporcionan empleo s¨ª que han podido incrementar sus beneficios y fortalecer su situaci¨®n econ¨®mica y financiera. ?Seremos capaces de arbitrar todos los medios necesarios para subsanar esta anomal¨ªa o seguiremos manteniendo a nuestros j¨®venes en el destierro de la sociedad de consumo?
Jos¨¦ Mar¨ªa Margolles L¨®pez. Madrid
Literatura en las aulas
Me resulta ofensivo que se ponga en entredicho la forma en la que se ense?a Literatura. Soy profesora de secundaria y he visto disfrutar a algunos de mis alumnos no solo con la lectura, sino tambi¨¦n con el estudio de la literatura, que en ning¨²n caso debe entenderse como una memorizaci¨®n de movimientos, obras y autores. Se trata de comprender las obras en su contexto. No veo el problema que hay en que se lea tambi¨¦n a los cl¨¢sicos, que lo son por ser atemporales. Si los alumnos no leen a los cl¨¢sicos no es porque tengan una distancia ¡°sideral¡± con ellos, sino porque cuentan con otros muchos est¨ªmulos m¨¢s inmediatos y que conllevan un esfuerzo menor. Adem¨¢s, no los entienden por el desconocimiento del l¨¦xico que reina en estos tiempos. La educaci¨®n deber¨ªa atender m¨¢s a las materias ¡ªincluido el griego y el lat¨ªn¡ª que contribuyen al conocimiento de nuestra lengua. Para esto, la lectura de nuestros cl¨¢sicos es una magn¨ªfica opci¨®n.
Almudena Pedreira Campillo. Madrid
?Un dolor ¡°normal¡±?
Casi tres d¨¦cadas sintiendo dentelladas en las entra?as. ¡°Es normal¡±, dec¨ªan. Tan normal como que te recojan del suelo del ba?o del colegio porque te has quedado inconsciente; que acabes en el hospital; que te retuerzas sobre la mesa del trabajo porque irse a casa est¨¢ mal visto. ¡°Con la edad mejorar¨¢¡±, dec¨ªan. A punto de cumplir 40 a?os, sigo chillando de dolor mientras mi marido llama a Urgencias. ¡°Ya se le pasar¨¢¡±, les oigo decir. Porque es normal. Y siempre puedes tomar la p¨ªldora. El ser humano es capaz de conquistar el espacio, pero el dolor menstrual sigue siendo un misterio. Un misterio que nos debilita, nos incapacita y nos tortura cada mes. Y me pregunto: si no fuera solo cosa nuestra, ?seguir¨ªa siendo normal?
Mamen Segura. Albolote (Granada)
Precios disparados
Cada vez que hay una crisis, los precios de los productos b¨¢sicos (luz, gas, carburantes, alimentos) se disparan. Parece que algunos desaprensivos consideran que las crisis son un buen momento para subir los precios y hacer caja a costa del sufrimiento de las clases populares. No entiendo por qu¨¦ no existen mecanismos para impedir estos abusos.
Carlos Osorio Garc¨ªa de Oteyza. Madrid