La nueva revoluci¨®n menstrual
Hoy se habla de la regla sin tapujos en bares, redes sociales y hasta en los Parlamentos. Tras siglos silenciada e ignorada, el feminismo la reivindic¨® en los setenta neg¨¢ndola como un elemento diferenciador. Las nuevas generaciones reclaman ahora el derecho a reconocer que s¨ª lo es
En la pantalla del ordenador se lee: ¡°Taller menstrual¡±. Son las 18.30 de un martes de diciembre. Yaiza Crist¨®bal, arquitecta de 28 a?os, acaba de terminar su jornada laboral. Se conecta desde casa a esta reuni¨®n de Zoom que organiza gratuitamente el Ayuntamiento de Madrid. Las asistentes abren sus c¨¢maras y aparecen Ifara, Mar¨ªa, Noelia¡ Todas est¨¢n entre la veintena y la treintena. No se conocen y esa ser¨¢ la primera vez que escuchen sus voces: ¡°Estoy aqu¨ª porque he empezado a usar la copa menstrual y me ha cambiado la vida. Quiero saber m¨¢s sobre menstruaci¨®n sostenible¡±, dice Noelia. ¡°A m¨ª me han diagnosticado endometriosis. Han tardado a?os y ni siquiera hab¨ªa o¨ªdo hablar de esa enfermedad. Me he sentido desinformada y desamparada¡±, susurra Ifara. Es el turno de Yaiza: ¡°Mi primer d¨ªa de regla sangro una burrada, me recetan la p¨ªldora y me sienta fatal. As¨ª que he decidido que es hora de conocer m¨¢s sobre mi ciclo¡±.
Este acto tan aparentemente natural para ellas, hablar de su regla sin tapujos con desconocidas, habr¨ªa sido impensable hace unas d¨¦cadas. ¡°Entonces se utilizaban todo tipo de eufemismos para ni siquiera nombrarla¡±, recuerda Alicia Botello, antrop¨®loga de la Universidad de Sevilla y autora del libro ?Lleg¨® la regla! Un an¨¢lisis antropol¨®gico y de g¨¦nero sobre la menstruaci¨®n en Espa?a. ¡°Estoy indispuesta, que viene el ej¨¦rcito rojo, estoy mala y un largo etc¨¦tera¡±. Durante siglos la menstruaci¨®n se ha silenciado y rechazado. Las mujeres han vivido sus sangrados y dolores de puertas para dentro, desde la verg¨¹enza y el desconocimiento. Pero eso est¨¢ cambiando de forma acelerada. Las nuevas generaciones tienen acceso a una informaci¨®n que nunca antes hab¨ªa habido. Basta un paseo por las distintas redes sociales para encontrar cuentas de divulgaci¨®n menstrual gestionadas por ginec¨®logas, endocrinas, psic¨®logas, periodistas y hasta activistas menstruales ¡ªque defienden la regla como motor de cambio social y pol¨ªtico¡ª, como la pedagoga Erika Irusta. ¡°Por primera vez este flujo de informaci¨®n es masivo, accesible y multidisciplinar¡±, celebra la fundadora en 2010 de una de las primeras comunidades educativas sobre ciclo menstrual del mundo, Soy1Soy4. La conversaci¨®n de la menstruaci¨®n se est¨¢ naturalizando en bares, redes sociales y Parlamentos. En 2021, tambi¨¦n por primera vez, se ha considerado un ¡°problema de salud p¨²blica¡±, y sus derechos, ¡°derechos humanos¡±, seg¨²n la prestigiosa revista m¨¦dica The Lancet. Y con la pandemia, los desarreglos menstruales y hormonales que cientos de miles de mujeres en el mundo manifestaron en los meses duros del confinamiento y los cambios en sus ciclos ¡ªdos reglas en un mes, importantes retrasos¡¡ª tras pasar la enfermedad y tras la vacunaci¨®n han impulsado este cambio de paradigma tambi¨¦n en el ¨¢mbito de la ciencia, que hasta hoy no ha dedicado muchos esfuerzos a estudiar el ciclo y lo ha ignorado en la mayor¨ªa de sus investigaciones.
¡°No somos iguales a los hombres y no vamos a serlo nunca¡±, sentencia al otro lado del tel¨¦fono Carme Valls, endocrina y autora del libro Mujeres invisibles para la medicina (Capit¨¢n Swing), que ha dedicado su carrera a reivindicar la necesidad de abordar la medicina con perspectiva de g¨¦nero. Explica en su libro c¨®mo hist¨®ricamente la ciencia y la medicina han tomado lo masculino como referente de lo humano sin tener en consideraci¨®n que acontecimientos fisiol¨®gicos y hormonales como el ciclo menstrual son factores diferenciadores muy relevantes a la hora de analizar ciertas enfermedades, sus s¨ªntomas o los efectos de una medicaci¨®n. ¡°En el siglo XIX, por ejemplo, se descubri¨® que la mayor¨ªa de los productos contaminantes son disruptores endocrinos, y esto puede alterar la menstruaci¨®n. Con todos los problemas de contaminaci¨®n medioambiental, cada d¨ªa hay m¨¢s mujeres con alteraciones menstruales. Si hubiese habido m¨¢s estudios sobre el ciclo, posiblemente hoy sabr¨ªamos m¨¢s sobre esta relaci¨®n¡±. Esa falta de investigaci¨®n en el pasado genera tambi¨¦n una falta de conocimiento entre el personal sanitario y de informaci¨®n hacia las pacientes. En su opini¨®n, el problema es que los ginec¨®logos saben de la regla lo que se les ha contado en su especialidad, pero no hay una formaci¨®n espec¨ªfica sobre menstruaci¨®n en las universidades. ¡°La formaci¨®n s¨ª es buena, pero quiz¨¢ es cierto que desde la p¨ªldora no se ha investigado m¨¢s... En parte porque se trata de llegar a conocimiento pr¨¢ctico y ¨²til y la p¨ªldora para ciertos casos es realmente una soluci¨®n, aunque no para todo. Hay otras soluciones tambi¨¦n¡±, dice Javier Castrillo, jefe de ginecolog¨ªa del Hospital de Ver¨ªn (Ourense), que s¨ª ha notado un cambio radical y ¡°muy positivo¡± en las consultas, donde ha desaparecido la verg¨¹enza de hace 20 a?os (¡±antes muchas mujeres ven¨ªan como si tener la regla fuese algo malo¡±) y se habla ¡°m¨¢s libremente y de forma natural¡± de s¨ªntomas, sensaciones y todo tipo de detalles. ¡°La clave es investigar¡±, concluye Valls. ¡°Porque, si hay falta de ciencia, ?qui¨¦n va a hacer la formaci¨®n de las mujeres?¡±.
Hist¨®ricamente han sido ellas mismas las que han buscado y compartido informaci¨®n a partir de sus experiencias. La antrop¨®loga Alicia Botello ha dedicado los ¨²ltimos 15 a?os a entrevistar a ancianas para recopilar y guardar los mitos y leyendas en torno a la menstruaci¨®n que se han ido transmitiendo por tradici¨®n oral. Habla, por ejemplo, de la incompatibilidad que se atribu¨ªa a la sangre con el agua. ¡°De ah¨ª derivan costumbres como las de no lavarse en esos d¨ªas o no meterse en el mar¡±. Explica c¨®mo cada una de esas falsas creencias generaba un miedo y bas¨¢ndose en esos miedos se han construido normas sociales y culturales que han marginado a la mujer. ¡°Y lo curioso es que, pese a las diferencias religiosas, econ¨®micas y socioculturales, el tab¨² y el estigma se repiten en todo el planeta¡±. Ahora, internet y las redes han impulsado un movimiento de reivindicaci¨®n y divulgaci¨®n no cient¨ªfica y comunitaria que est¨¢ rompiendo ese tab¨². ¡°En pa¨ªses como Espa?a, las nuevas generaciones ya no dan credibilidad a esos mitos, pero s¨ª en otros como Senegal. Es fundamental dar informaci¨®n clara sobre la regla para erradicar esos prejuicios. Y la confluencia multidisciplinar que se est¨¢ produciendo hoy es maravillosa porque no hay otra forma de abordarlo. La regla es un hecho fisiol¨®gico, social, cultural, incluso pol¨ªtico¡±.
Artistas que pintan con su sangre menstrual, de la argentina Juliaro a la italiana N¡¯drame; directoras de cine como Lena Dunham que hablan sin filtros de su endometriosis y su operaci¨®n para quitarse el ¨²tero; libros que rompen el tab¨², desmitifican creencias centenarias o promueven el debate¡ En 2019 se cre¨® el emoji de la menstruaci¨®n ¡ªuna gota de sangre algo pol¨¦mica porque podr¨ªa repesentar muchas cosas y, sobre todo, porque se censur¨® el dise?o original: bragas con sangre¡ª. Y este a?o Erika Irusta acaba de terminar una gu¨ªa pedag¨®gica para el CSIC titulada C¨®mo reclamar la menstruaci¨®n que da al profesorado de colegios e institutos herramientas para explicar todo lo necesario a los ni?os y ni?as. Adem¨¢s de las ya mencionadas cuentas en redes y cursos como al que asiste Yaiza ese martes.
¡°?Sab¨¦is c¨®mo es vuestra sangre menstrual: color, textura¡? ?Sab¨¦is qu¨¦ contiene? Agua, l¨ªpidos, prote¨ªnas, c¨¦lulas muertas y madre, restos de hormonas, contaminantes¡¡±. Paloma Alma, la ponente del taller, conversa durante dos horas sobre todo lo que implica menstruar. Fundadora de Escuela Cyclo, la empresa privada desde la que suele impartir talleres sobre la regla ¡ªcon precios que van de los 25 a los 250 euros, seg¨²n el tipo de curso¡ª, habla esa tarde del endometrio, la capa interna del ¨²tero que por acci¨®n hormonal se engrosa cada mes para recibir al feto y, en caso de no producirse embarazo, la mayor¨ªa de ese magma nutritivo se desecha. ¡°Eso es la regla¡±. Explica en qu¨¦ consisten enfermedades como la endometriosis ¡ª?cuando crece endometrio en zonas fuera del ¨²tero, como las trompas de Falopio o los ovarios¡ª, que afecta a entre el 10% y el 20% de las mujeres en edad f¨¦rtil. Y da una clase pr¨¢ctica sobre el material higi¨¦nico menstrual sostenible, de las compresas de tela a la copa, que adem¨¢s vende en su web.
¡°No s¨¦ si las j¨®venes estamos m¨¢s reconciliadas con nuestra menstruaci¨®n, pero tenemos m¨¢s posibilidades de estarlo porque hay m¨¢s herramientas a nuestro alcance¡±, reconoce Marta Bofill (de 24 a?os) por videollamada. Esta periodista es, junto a su colega Laia Fl¨®rez (28), fundadora de Acontrarregla, el podcast que te bajas cada 28 d¨ªas. ¡°Cuanto m¨¢s descubres sobre la regla y m¨¢s vas tirando del hilo, m¨¢s te fascina. ?Engancha!¡±, r¨ªe Fl¨®rez, que comprendi¨® hace a?os que hab¨ªa una barrera entre su ginec¨®logo y ella. ¡°Cuando le cont¨¦ que ten¨ªa unas n¨¢useas insoportables, me dijo que hab¨ªa cuatro s¨ªntomas asociados a la regla, y que las n¨¢useas no eran uno de ellos. Con eso zanj¨® el tema. Y t¨² en ese momento no dices nada, pero piensas: ?que la que tiene la regla todos los meses soy yo! Y s¨¦ lo que siente mi cuerpo¡±. As¨ª fue como Yaiza empez¨® a buscar respuestas en internet. Las tres coinciden en que, a pesar de que sus madres s¨ª les hablaron con naturalidad de la regla, no sab¨ªan lo que realmente implicaba menstruar en esta sociedad y se sintieron solas. Hasta ahora.
La psic¨®loga especializada en terapia menstrual Lola Hern¨¢ndez habla de un movimiento mundial de reconciliaci¨®n con el cuerpo que lleva unos a?os expandi¨¦ndose gracias a iniciativas pioneras como la comunidad ?Soy1Soy4 de Irusta o su propio proyecto itinerante, La Caravana Roja, desde donde ofrece apoyo e informaci¨®n. ¡°He acompa?ado a mujeres que cuando comprenden el origen de su dolor, este desaparece. Hay otras a las que el dolor las va a acompa?ar, pero cambia la forma en que conviven con ¨¦l. Y esto lo abordo desde mi condici¨®n de psic¨®loga y psicoterapeuta¡±, expone. Y a?ade: ¡°Muchas mujeres no consiguen un diagn¨®stico o han normalizado su dolor. Por eso es tan importante aprender a escuchar a nuestro cuerpo y lo que trata de decirnos a trav¨¦s de los s¨ªntomas. As¨ª, cuando el personal m¨¦dico me dice que esto es normal, reconozco al m¨¦dico como profesional, pero tambi¨¦n me reconozco a m¨ª misma como experta en mi propio cuerpo¡±. Esa seguridad es la que ha ganado Yaiza desde que empez¨® a informarse sobre la regla. Y la raz¨®n por la que ha podido encontrar toda esa informaci¨®n es la labor emprendida por mujeres de una o dos generaciones anteriores, como Erika Irusta, Xusa Sanz, enfermera especializada en cambios hormonales y autora de La revoluci¨®n de la menstruaci¨®n (MR), o Carme Valls.
¡°El primer d¨ªa mis sangrados son una burrada. Lleno varias copas menstruales y puedo desmayarme. Lo hab¨ªa asumido como normal. O lo hab¨ªa ignorado, entendiendo que nunca era la prioridad. Pero hace cuatro meses estuve de baja por ansiedad y mi psic¨®loga me recomend¨® varias cuentas de Instagram sobre la regla. Al empezar a leer me di cuenta de que mis s¨ªntomas no son normales¡±. Valls recuerda que hace no tanto era frecuente escuchar a las abuelas que ¡°tener mucho sangrado har¨ªa hijos fuertes¡±. ¡°As¨ª se normalizan s¨ªntomas que no son normales. Todo lo que pase de 80 cent¨ªmetros c¨²bicos (unas cuatro copas menstruales) en los 3-5 d¨ªas del periodo va a provocar falta de hierro, y anemia si no se corrige esa hemorragia. Tampoco es normal, aunque frecuente, el s¨ªndrome premenstrual [reconocido desde 2019 en el cat¨¢logo de enfermedades de la OMS como trastorno disf¨®rico premenstrual y que provoca desde dolor de cabeza, estre?imiento o diarrea hasta fatiga o irritabilidad 14 d¨ªas despu¨¦s del primer d¨ªa de regla]. Est¨¢ relacionado con un desequilibrio en los estr¨®genos y la progesterona¡±. Sin embargo, cuando hace 20 a?os Valls quiso investigarlo, se le deneg¨® la beca. ¡°Me dijeron que no era un tema relevante¡±. ?Que m¨¢s de 1.800 millones de mujeres sangren cada mes durante una media de 40-45 a?os, sufran alteraciones en el estado de ¨¢nimo y dolores, en ocasiones incapacitantes para ciertas actividades, no es relevante? ?Estudiar por qu¨¦ ocurre y c¨®mo podr¨ªa resolverse no es relevante? ?Investigar por qu¨¦ las mujeres menstr¨²an cuando la mayor¨ªa de los mam¨ªferos no lo hacen ¡ªlas paredes del ¨²tero suelen reabsorber el endometrio si no ha habido fecundaci¨®n en lugar de expulsarlo, excepto en humanos, monos, simios, murci¨¦lagos y musara?as elefante¡ª no es relevante? Ha sido el activismo menstrual el que, al promover el autoconocimiento de los cuerpos y los ciclos, ha ayudado a posicionar la regla como motor de cambio social, cultural y pol¨ªtico.
Ya en los setenta, artistas y activistas de la segunda ola feminista pusieron su menstruaci¨®n en el centro de la lucha con im¨¢genes como la primera fotolitograf¨ªa de Judy Chicago, titulada Red Flag (bandera roja, en ingl¨¦s), que mostraba en primer plano su mano extrayendo un tamp¨®n ensangrentado de su vagina. En 1977 naci¨® la Society For Menstrual Cycle Research, donde mujeres de todo el mundo y de todas las disciplinas comparten conocimientos a¨²n hoy. Pero las mujeres en aquellos a?os siguieron viviendo sus sangrados y dolores de puertas para dentro. Entonces, el objetivo era demostrar que ese acontecimiento fisiol¨®gico que se hab¨ªa utilizado durante siglos para marginar a las mujeres no las diferenciaba frente a los hombres a nivel de productividad. ¡°Ocultar la menstruaci¨®n y acallar nuestro cuerpo como estrategia para conquistar el poder¡±, en palabras de Irusta. Aquel movimiento consigui¨® la incorporaci¨®n acad¨¦mica y laboral femenina, pero fue tambi¨¦n la mecha que explosion¨® el bum de la medicaci¨®n para paliar el dolor y de la p¨ªldora para cortar la menstruaci¨®n. Y aunque cada vez m¨¢s ginec¨®logos prestan atenci¨®n a estos temas, esa pr¨¢ctica m¨¦dica sigue muy asentada. ¡°La menstruaci¨®n en s¨ª misma no es dolorosa y las mujeres pueden hacer con ella una vida muy normal. Un 39% tienen alteraciones¡±, aclara Carme Valls. ¡°Reducir ese porcentaje deber¨ªa ser el principal objetivo de la comunidad m¨¦dica en cuanto a investigaci¨®n menstrual. Pero en su lugar usamos anticonceptivos para tratar el dolor, y eso es solo un parche¡±, contin¨²a. A Yaiza le recetaron la p¨ªldora y pararon los s¨ªntomas. ¡°Ante tal alivio, piensas que se ha terminado. Pero cuando pasado un tiempo dej¨¦ de tomarla, todo volvi¨® a ser como antes¡±, lamenta. ¡°Lo que hay que hacer es profundizar en cu¨¢l es la causa de ese dolor para intentar resolver el problema¡±, resume Valls.
¡°Con la perspectiva de los a?os me doy cuenta de que sin esa fase de ocultar y medicalizar, las generaciones siguientes no habr¨ªamos podido estudiar en las universidades y trabajar¡±, reconoce hoy Erika Irusta. ¡°Y posiblemente yo no habr¨ªa podido tener las herramientas para desarrollar mi pensamiento¡±. Fueron los trabajos del Colectivo de Mujeres de Boston, en Estados Unidos, y de Carme Valls, en Espa?a, los que la llevaron a investigar m¨¢s sobre su cuerpo, su ciclo y c¨®mo la cultura la hab¨ªa hecho rechazarlo y rechazarse. ¡°Piensas que est¨¢s loca porque hay d¨ªas que te sientes emocionalmente fuera de control, pero entonces descubres que en realidad no es as¨ª, que es un proceso biol¨®gico y fisiol¨®gico normal que simplemente no nos han explicado ni ense?ado a aceptar¡±.
Autora de Diario de un cuerpo y Yo menstr¨²o. Un manifiesto (ambos de Catedral), ha desarrollado toda una corriente de pensamiento pedag¨®gico que plantea que, si se conocen bien las fases y reacciones biol¨®gicas, fisiol¨®gicas y hormonales del ciclo y se entiende de qu¨¦ manera afectan f¨ªsica, emocional y psicol¨®gicamente, se puede vivir con naturalidad lo que le est¨¢ pasando al cuerpo ¡ªy a la mente¡ª en cada uno de esos momentos y actuar en el d¨ªa a d¨ªa en consecuencia. Es lo que Paloma Alma explica a Yaiza y las dem¨¢s asistentes en el curso de ese martes. ¡°Si sabes que en tus d¨ªas de ovulaci¨®n est¨¢s a tope, y est¨¢ demostrado que hormonalmente es as¨ª, quiz¨¢s es el momento de pedir a tu jefe ese aumento. Si est¨¢s en el d¨ªa de la regla en que te da por llorar, ponte una peli triste y disfruta ese momento. Y si est¨¢s en tu d¨ªa irritable (si lo tienes), evita esa discusi¨®n trascendental con tu pareja¡±, r¨ªe. Pero cuando Irusta empez¨® a hablar en estos t¨¦rminos, hace una d¨¦cada, apenas un pu?ado de mujeres reivindicaba ese camino de aceptaci¨®n y reconciliaci¨®n con la menstruaci¨®n. Ahora que la democratizaci¨®n de internet ha creado una nueva forma de comunicar, parece que su trabajo y el de sus predecesoras est¨¢ dejando poso. ¡°Yo fui m¨¢s de pensamiento y esas j¨®venes son m¨¢s de acci¨®n. Ejecutoras del cambio¡±.
En abril de 2015 una imagen dio la vuelta al mundo: la baterista estadounidense Kiran Gandhi ¡ªde 26 a?os entonces¡ª con el pantal¨®n empapado de sangre cruzando la meta en el marat¨®n de Londres. Decidi¨® correr sin usar material sanitario que retuviese su menstruaci¨®n, lo que se conoce como free bleeding (sangrando libre, en ingl¨¦s). Quer¨ªa denunciar que en muchos pa¨ªses como el suyo [es de origen indio] utilizar productos higi¨¦nicos no es una elecci¨®n, ya que solo el 12% de las mujeres tienen acceso a ellos. La pobreza menstrual, seg¨²n Unicef, no solo en?globa esa falta de acceso a art¨ªculos, sino tambi¨¦n a las instalaciones adecuadas para lavarse durante el periodo. El 20% de las espa?olas sufren esta situaci¨®n seg¨²n la ONG Period Spain. El IVA del 10% asignado a estos productos ¡ªel mismo que al caviar, por ejemplo¨C los convierte en art¨ªculos de lujo para quienes viven bajo el umbral de la pobreza. La propuesta de rebajar este IVA hasta el 4% de los productos de primera necesidad se contempl¨® en los Presupuestos de 2018 y 2019 ¡ªel Gobierno calcul¨® el impacto de esta medida en las arcas p¨²blicas en 18 millones de euros¡ª, pero no sali¨® adelante y los Presupuestos actuales no lo contemplan. Con la covid, sin embargo, se consider¨® desde el primer momento que las mascarillas s¨ª eran de primera necesidad. ¡°La pandemia ha evidenciado c¨®mo las cuestiones que afectan solo a las mujeres se menosprecian¡±, denuncia Irusta.
Este reclamo del feminismo ha llevado la regla a los Parlamentos. En Espa?a, el Pa¨ªs Vasco ha sido el primero en aprobar una iniciativa auton¨®mica que insta al gobierno regional a elaborar un estudio sobre la pobreza menstrual en el territorio y a poner en marcha las medidas pertinentes para erradicarla. Escocia fue pionera en el mundo en 2020 con una ley que establece la distribuci¨®n gratuita de protecciones higi¨¦nicas en los establecimientos p¨²blicos. Nueva Zelanda aprob¨® el pasado marzo distribuirlas en colegios, y en diciembre Francia hizo lo mismo, pero en universidades. La medida, en opini¨®n de Carme Valls, ¡°genera un sesgo hacia los no universitarios¡±.
La pol¨ªtica ha planteado, hasta ahora con gran controversia, la baja laboral en los d¨ªas que las mujeres tienen la regla. En Jap¨®n existe desde mediados del siglo XX, aunque el tab¨² y el estigma en el pa¨ªs permanecen. Italia la propuso en 2017 para quienes tuvieran endometriosis u otras enfermedades menstruales, pero no sali¨® adelante. La divisi¨®n, entonces y ahora, est¨¢ entre quienes consideran que estas concesiones pueden frenar la contrataci¨®n de ellas y quienes creen que la medida acepta por fin a hombres y mujeres con sus diferencias. El argumento de la productividad es pobre y est¨¢ sesgado, seg¨²n critica Paloma Alma: ¡°Se analiza la baja productividad de las mujeres en sus d¨ªas de regla, pero apenas se estudia, por ejemplo, su alta productividad en los d¨ªas de ovulaci¨®n¡±.
En este contexto de ebullici¨®n donde la menstruaci¨®n se reivindica desde de lo social, cultural, cient¨ªfico, pol¨ªtico y econ¨®mico, Irusta piensa en sus m¨¢s de 10.000 alumnas: ¡°Se ha hecho mucho trabajo para pensar que no existe una revoluci¨®n menstrual. ?Claro que existe!¡±. Pero igual que lo que sirvi¨® en los setenta no sirve ahora, puede que lo que defendemos hoy no sirva para las personas menstruantes del futuro. Para la antrop¨®loga Alicia Botello, hay que romper con el mito de basar la esencia de la mujer en la menstruaci¨®n. ¡°Con la menarquia [primera regla] se consideraba que se convert¨ªa la ni?a en mujer. Esa relaci¨®n entre menstruaci¨®n y mujer dejar¨ªa fuera a aquellas mujeres que no menstr¨²an porque tienen la menopausia, sufren amenorrea, etc¨¦tera. Por tanto, si entendemos que ser mujer va m¨¢s all¨¢ de la menstruaci¨®n, tener la menstruaci¨®n no te hace necesariamente mujer. Hay personas transexuales, por ejemplo, y pueden ser hombres que menstr¨²an o mujeres que no lo hacen¡±. Irusta recuerda: ¡°Nuestra experiencia menstrual como mujeres la escribieron los hombres. Y cuando vimos que no se correspond¨ªa con nuestra realidad, pensamos que ¨¦ramos nosotras las que est¨¢bamos mal¡±. Ahora que las mujeres se est¨¢n adue?ando de su ciclo y reescribiendo la forma de relacionarse con ¨¦l, lo tiene claro: ¡°Si no generamos espacios para conocer esas otras vivencias, haremos con esas personas menstruantes lo que hicieron con nosotras. Para cuidar y actuar respetando todas las experiencias necesitamos todos los cuerpos y todas las voces¡±.
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