Degradaci¨®n de Afganist¨¢n
La orden de negar la educaci¨®n a las mujeres ratifica la naturaleza retr¨®grada del r¨¦gimen talib¨¢n
La tragedia de Ucrania convive con tragedias cronificadas en otras partes del mundo. La fragil¨ªsima esperanza de que el Gobierno de Afganist¨¢n respetase los m¨¢s elementales derechos de las mujeres se ha visto defraudada sin paliativos desde el mi¨¦rcoles pasado. La orden emitida por el Gobierno fundamentalista afgano de suspender en todo el pa¨ªs el derecho a la educaci¨®n de las mujeres a partir de los 12 a?os confirma de forma dram¨¢...
La tragedia de Ucrania convive con tragedias cronificadas en otras partes del mundo. La fragil¨ªsima esperanza de que el Gobierno de Afganist¨¢n respetase los m¨¢s elementales derechos de las mujeres se ha visto defraudada sin paliativos desde el mi¨¦rcoles pasado. La orden emitida por el Gobierno fundamentalista afgano de suspender en todo el pa¨ªs el derecho a la educaci¨®n de las mujeres a partir de los 12 a?os confirma de forma dram¨¢tica la naturaleza retr¨®grada del r¨¦gimen talib¨¢n. Desde su vuelta al poder el pasado 15 de agosto, ha aplicado sistem¨¢tica e implacablemente una visi¨®n distorsionada y sectaria del islam en todos los ¨¢mbitos de la vida social y privada de sus ciudadanos.
Desgraciadamente, los augurios m¨¢s pesimistas realizados a la vista de la ca¨®tica retirada de EE UU el pasado verano sobre la p¨¦rdida total de libertad de las afganas se van cumpliendo. Las gen¨¦ricas promesas de respeto a los derechos de las mujeres realizadas por los responsables talibanes mientras miles de personas se agolpaban en el aeropuerto de Kabul tratando de huir del pa¨ªs se han demostrado vanas. La persecuci¨®n con sa?a de la imagen femenina en cualquier ¨¢mbito de la vida civil, ya fuera en carteles publicitarios o maniqu¨ªes en los escaparates de las tiendas, desment¨ªa sobre la marcha declaraciones de intenciones pronunciadas con el ¨²nico objetivo de evitar la cr¨ªtica internacional, un prolongado colapso econ¨®mico y el fin del suministro de ayuda internacional. Desde entonces, los institutos y universidades afganas han permanecido cerrados para las mujeres. Pero el r¨¦gimen integrista anunci¨® a bombo y platillo su reapertura para el pasado mi¨¦rcoles. La decisi¨®n apenas se puso en marcha durante unas horas. El pretexto oficial es que el Gobierno todav¨ªa debe asegurarse de que la ense?anza para las mujeres cumpla con su visi¨®n de la religi¨®n isl¨¢mica y la decisi¨®n est¨¢ tomada ¡°hasta nueva orden¡±.
No es posible decir que esto sea una sorpresa. El primer r¨¦gimen talib¨¢n (1996-2001) se caracteriz¨®, entre otras atrocidades, por una persecuci¨®n a las mujeres que inclu¨ªa desde apaleamientos, flagelaciones, lapidaciones y ejecuciones p¨²blicas hasta la denegaci¨®n del acceso a los derechos de educaci¨®n y salud y constantes humillaciones p¨²blicas. Absolutamente nada indica que la situaci¨®n ahora vaya a ser diferente. Conviene resaltar que los talibanes adem¨¢s utilizan de reh¨¦n a su poblaci¨®n como escudo ante las posibles represalias de una comunidad internacional. Cortar la ayuda humanitaria se ha convertido actualmente en casi la ¨²nica arma de presi¨®n, pero su aplicaci¨®n perjudicar¨ªa directamente a cientos de miles de personas que dependen de ella ante la m¨¢s que probable indiferencia de los talibanes. En cualquier caso, Occidente no puede dar por cerrado este cap¨ªtulo acuciado por otras urgencias. La persecuci¨®n contra las mujeres en Afganist¨¢n avanza con plena impunidad.