El d¨ªa del destape
Nadie ha tirado las mascarillas al aire, como los birretes de los estudiantes en una graduaci¨®n, quiz¨¢ porque no se aprecia ese final
Lleg¨® el d¨ªa del destape facial y a¨²n no ha estallado la gran org¨ªa que muchos vaticinaban como fiesta de fin de pandemia. Nadie ha tirado las mascarillas al aire, como los birretes de los estudiantes en una graduaci¨®n, quiz¨¢ porque no se aprecia ese final. O quiz¨¢ porque, entre guerras e inflaciones, nadie tiene el cuerpo para juergas. O tal vez porque quienes tienen ganas no se atreven, intimidados por...
Lleg¨® el d¨ªa del destape facial y a¨²n no ha estallado la gran org¨ªa que muchos vaticinaban como fiesta de fin de pandemia. Nadie ha tirado las mascarillas al aire, como los birretes de los estudiantes en una graduaci¨®n, quiz¨¢ porque no se aprecia ese final. O quiz¨¢ porque, entre guerras e inflaciones, nadie tiene el cuerpo para juergas. O tal vez porque quienes tienen ganas no se atreven, intimidados por los que seguir¨¢n llevando mascarillas y por quienes casi parece que desean una nueva ola para darse el gusto de tener raz¨®n.
Yo no celebro este destape, al que me uno con alegr¨ªa, sino algo mucho m¨¢s sutil y, por ello, m¨¢s importante: la recuperaci¨®n de la mayor¨ªa de edad. Por primera vez desde que vino la peste, la responsabilidad individual suena con el sentido ¨¦tico y filos¨®fico fuerte que le hab¨ªan robado. Ya no se invoca en tono de rega?ina, como la madre que le dice al hijo: t¨² ver¨¢s (y, afirm¨¢ndole el libre albedr¨ªo, se lo niega). No se hablaba de la responsabilidad individual como la constataci¨®n de la libertad del individuo que asume las consecuencias del uso de esta, sino como amenaza. Tanto nos han negado la condici¨®n de adultos que, cuando reobligaron en diciembre a taparse la boca en exteriores, el Gobierno aludi¨® a razones de pedagog¨ªa: llevar mascarilla serv¨ªa de recordatorio pand¨¦mico, como si los ciudadanos fu¨¦semos beb¨¦s a los que hay que adiestrar con gestos y colores y no pudi¨¦semos asimilar una informaci¨®n cient¨ªfica veraz.
Recuperar la condici¨®n de adulto asusta m¨¢s que la exposici¨®n a un contagio. En el caos, reconforta una presencia paternal que sonr¨ªa y susurre cuatro frases hechas. En los debates de la primavera de 2020, hubo incluso quien admir¨® la eficacia autoritaria de China, que manejaba la situaci¨®n mucho mejor que las desquiciadas y cacof¨®nicas democracias, tan remilgadas con los derechos humanos. Tambi¨¦n se resinti¨® mucho la palabra libertad, que Ayuso utiliz¨® para ganar unas elecciones al puro estilo Delacroix, enarbolando una bandeja con ca?as en vez de una bandera tricolor. Para atacar a la presidenta de Madrid, sus enemigos malbarataron la palabra libertad, que, para una parte de la izquierda, qued¨® reducida a un chiste sobre cayetanos.
Antes de arreglar los granitos, las dentaduras y los complejos f¨ªsicos que el destape va a se?alar en las caras de todos, tenemos que reparar el da?o ¨¦tico: recuperar el sentido fuerte de las palabras que sostienen una sociedad democr¨¢tica. Va a ser m¨¢s dif¨ªcil quitarle las mascarillas metaf¨®ricas a la libertad y a la responsabilidad que destapar las caras.