Yo, gord¨®foba
Se supone que una se?ora de 55 a?os con la cabeza medianamente amueblada debiera tener aplomo de sobra para pasar de las opiniones ajenas sobre su cuerpo. Mentira. O verdad a medias
En el cole me llamaban La Casi: casi gorda, casi flaca, casi fea, casi guapa. Pertenec¨ªa, digamos, a la clase media de los pringaos del recreo. Como ten¨ªan blancos m¨¢s f¨¢ciles ¡ªun tartaja; un mariquita; una gorda, gord¨ªsima¡ª los matones y matonas del patio, que haberlas hab¨ªalas, me ninguneaban sin hacerme sangre, o no tanta como a otros. Ya me mortificaba yo sola. Para expiar la culpa de no ser perfecta, no me puse vaqueros ni minifaldas ni biquinis en toda mi adolescencia. Despu¨¦s vinieron las dietas m¨¢s o menos salvajes, los subidones de la p¨¦rdida de peso, los bajonazos del efecto r...
En el cole me llamaban La Casi: casi gorda, casi flaca, casi fea, casi guapa. Pertenec¨ªa, digamos, a la clase media de los pringaos del recreo. Como ten¨ªan blancos m¨¢s f¨¢ciles ¡ªun tartaja; un mariquita; una gorda, gord¨ªsima¡ª los matones y matonas del patio, que haberlas hab¨ªalas, me ninguneaban sin hacerme sangre, o no tanta como a otros. Ya me mortificaba yo sola. Para expiar la culpa de no ser perfecta, no me puse vaqueros ni minifaldas ni biquinis en toda mi adolescencia. Despu¨¦s vinieron las dietas m¨¢s o menos salvajes, los subidones de la p¨¦rdida de peso, los bajonazos del efecto rebote y, sin darte ni cuenta, la interiorizaci¨®n profunda de que nunca dejas de ser la gordita de la clase por mucho que adelgaces.
Han pasado las d¨¦cadas, con sus dichas y debacles. Se supone que una se?ora de 55 a?os con la cabeza medianamente amueblada debiera tener aplomo de sobra para pasar de las opiniones ajenas sobre su cuerpo. Mentira. O verdad a medias. Demasiadas veces, el juicio m¨¢s severo es el propio. As¨ª que, como me tiene m¨¢s calada que mi ginec¨®loga, mi m¨®vil ha concluido que otro a?o llego tarde a la operaci¨®n bikini y lleva semanas bombarde¨¢ndome con anuncios de dietas milagro y fotos del antes y el despu¨¦s de mujeres de todo pelaje, con mi consiguiente sentimiento de culpa. Lo de siempre, vamos. La novedad es que ahora, adem¨¢s, me saltan fotos de chicas de talla XXL que se autorretratan orgullosas disfrutando de la vida en vaqueros apretados, microminifaldas y biquinis de cortinilla. Ole ellas. No quiero pensar lo que han tenido y tienen que o¨ªrle al pr¨®jimo antes de decidir ser libres y ponerse lo que les da la gana. Por mi parte, admito que me admira y me asombra a la vez su osad¨ªa al vestirse tan bien o tan mal como se visten las flacas. ?Soy gord¨®foba sin saberlo? Es posible, pero en m¨ª est¨¢, est¨¢ en nosotros, dejar de serlo. Otro d¨ªa, si eso, hablamos de los hombres y sus complejos, que tenerlos los tienen, aunque los callen.