Espiar, deporte mundial
No respetar las comunicaciones privadas es una regresi¨®n impura y da?ina que se ampara en esta est¨²pida sumisi¨®n tecnol¨®gica que llamamos progreso
Espiar y dejar rastro es como estafar con factura. Pero es el descaro de nuestros d¨ªas. En el espionaje a los l¨ªderes independentistas catalanes por parte de los servicios secretos espa?oles hay huellas que se?alan hacia algo que definitivamente anda torcido en nuestra comprensi¨®n de la amplitud de las libertades. A estas alturas ya sabemos que desde cuerpos policiales se fabricaron informes falsos para salpicar en prensa a personajes inc¨®modos. Conocemos presiones, escuchas y funcionamientos err¨®neos durante el mandato de Rajoy, cuando se utilizaron fondos p¨²blicos para destruir pruebas incriminatorias contra su partido a ra¨ªz de los papeles de B¨¢rcenas. Pero hay algo m¨¢s que se torci¨® en ese periodo y cuyas consecuencias se?alan al caso que nos ocupa. El Gobierno del PP decidi¨® evitar el refer¨¦ndum ilegal del 1 de octubre por medios policiales antes de encarar el asunto con la firmeza pol¨ªtica que precisaba. El resultado lo conocemos: uno de los grandes fracasos de los servicios secretos nacionales, que ni localizaron las urnas ni desaconsejaron al Gobierno la respuesta con uso de la fuerza frente al refer¨¦ndum ilegal, por lo que durante aquella ma?ana se dej¨® una imagen da?ada del pa¨ªs y sus instituciones que quiz¨¢ era lo que m¨¢s persegu¨ªan los secesionistas catalanes.
La fuga de Puigdemont y algunos de sus colaboradores tuvo un doble efecto. Por un lado, profundiz¨® la err¨¢tica capacidad de acci¨®n del espionaje espa?ol para afrontar un asunto que es pol¨ªtico. Desde entonces, los episodios ca¨®ticos se suman sin mucho sentido. Pero tambi¨¦n, en el bando secesionista caus¨® estupor esa divisi¨®n de estrategias, cre¨® un agujero enorme de traici¨®n y sinsentido, por el cual algunos protagonistas encaraban penas de prisi¨®n y otros jugaban a h¨¦roes de cart¨®n piedra. Los indultos aprobados por el Gobierno de S¨¢nchez retrataron a este como alguien valiente frente a una opini¨®n mayoritaria en contra y ayud¨® a evidenciar la desincron¨ªa y el encono entre las familias independentistas. Pero el espionaje ahora apunta indiscriminadamente incluso al presidente y a la ministra de Defensa, por lo que urge trabajar para esclarecer responsabilidades en una bola de nieve que no hace m¨¢s que crecer y crecer.
Este caso, que tiene recorrido pol¨ªtico y judicial, coincidi¨® con la publicaci¨®n de las conversaciones privadas del presidente de la Federaci¨®n de F¨²tbol. La fuente era su m¨®vil descerrajado. ?Por qui¨¦n? A nadie le ha importado. El programa Pegasus deja rastro y salpica a todos los gobiernos que lo han adquirido de la empresa NSO con la autorizaci¨®n del pa¨ªs de la patente, Israel. Pr¨¢cticamente el mundo entero est¨¢ espiado a trav¨¦s de su m¨®vil y ordenador. Y la pregunta es si este avance tecnol¨®gico fortalece la seguridad del mundo o por el contrario, termina de destrozar las libertades tal y como las conoc¨ªamos. Espiar a abogados y representantes pol¨ªticos e institucionales es muy grave. Este fracaso operacional es un nuevo error de estrategia pol¨ªtica frente al desaf¨ªo catal¨¢n cuando mostraba signos de agotamiento. Visto en el contexto internacional, con guerra incluida, suena a una generalizada crisis de fe en la democracia por parte de sus propios representantes. No respetar las comunicaciones privadas es una regresi¨®n impura y da?ina que se ampara en esta est¨²pida sumisi¨®n tecnol¨®gica que llamamos progreso.
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