Cambios en Colombia
La victoria de Petro en la primera vuelta corre el riesgo de ser revertida por la uni¨®n de las derechas en la segunda
Colombia vot¨® el domingo contra la continuidad y el establishment. La primera vuelta de las presidenciales, con una participaci¨®n del 54%, dio la victoria al izquierdista Gustavo Petro (40,8% del voto). Su triunfo sorprendi¨® menos que la irrupci¨®n del ...
Colombia vot¨® el domingo contra la continuidad y el establishment. La primera vuelta de las presidenciales, con una participaci¨®n del 54%, dio la victoria al izquierdista Gustavo Petro (40,8% del voto). Su triunfo sorprendi¨® menos que la irrupci¨®n del candidato populista Rodolfo Hern¨¢ndez, quien, con un 28% y absorbiendo votos de la derecha, pas¨® con fuerza a la segunda vuelta, que se celebrar¨¢ el 19 de junio.
Los dos contendientes, situados ideol¨®gicamente en las ant¨ªpodas, han hecho suya la aspiraci¨®n de cambio de una amplia parte del electorado. El profundo malestar que vive la sociedad colombiana alimenta un deseo que en los ¨²ltimos a?os se ha ahondado por efecto de una dur¨ªsima pandemia que ha empobrecido a un pa¨ªs ya de por s¨ª d¨¦bil econ¨®micamente y por un Gobierno incapaz de superar el descontento social.
En este contexto, la victoria de dos candidatos que se presentan como ajenos al sistema, m¨¢s all¨¢ de la falacia de tal posicionamiento, evidencia el fracaso de un entramado de poder elitista y miope ante las transformaciones que se han operado en Colombia. La apuesta del uribismo por Fico Guti¨¦rrez (23,9%) ha fallado estrepitosamente, dando por cerrado un ciclo hist¨®rico, en particular tras el expl¨ªcito apoyo que recibi¨® por parte tanto del Partido Conservador como de los liberales para cerrar el paso a Petro. Paralelamente, el centro ha colapsado con Sergio Fajardo (4,2%), cuyo discurso moderado ha quedado sepultado por las turbulencias de la polarizaci¨®n.
Una etapa se ha cerrado y el futuro se presenta a¨²n incierto. En este sentido, el avance de Hern¨¢ndez, de 77 a?os, un populista que sigue parcialmente la estela de Donald Trump, abre todo tipo de interrogantes. En julio tendr¨¢ que sentarse en el banquillo por un oscuro caso de contrataciones cuando era alcalde de Bucaramanga, y en su haber figuran una larga lista de estrambotes (incluida una declaraci¨®n de admiraci¨®n por Hitler que luego corrigi¨®) y palabras lacerantes contra las mujeres y los migrantes. Esos antecedentes no han frenado su sorprendente ascenso electoral. A su favor juega adem¨¢s el realineamiento de fuerzas que trae consigo la segunda vuelta. El propio Fico, en una muestra de la alta capacidad mutacional del uribismo para mantenerse en la m¨¦dula del poder, ha pedido ya el voto por ¨¦l, aumentando enormemente sus expectativas de ganar la presidencia.
Este giro desaf¨ªa abiertamente a Petro, cuya comparecencia en la noche de los comicios tuvo poco de triunfal. A la lucha contra su techo electoral (nunca en la historia reciente de Colombia ha ganado un izquierdista la presidencia) tiene que sumar ahora la entrada en juego de un candidato al que dan alas los vientos del populismo y de una derecha plet¨®rica en recursos. Son escollos que solo podr¨¢ superar si, aparte de sumar apoyos en el centro menos proclive al uribismo, se muestra capaz de salir de sus caladeros naturales y convencer a aquellos que no le votaron de que el cambio que postula realmente representa una mejora para todos los ciudadanos.
Quedan tres semanas para la segunda vuelta. Es poco tiempo, pero la pol¨ªtica colombiana vive en aceleraci¨®n constante. Este domingo ganaron el malestar y el deseo de un cambio real. Los dos son factores leg¨ªtimos que alimentan a menudo el populismo y la radicalizaci¨®n: ninguna de las dos condiciones favorece la prosperidad de un pa¨ªs con heridas profundas.