Colombia contra la casta
Si Petro gana el 19 de junio, sumar¨ªa a Colombia a un complejo segundo tiempo de los progresismos latinoamericanos, en busca de una identidad renovada. En caso de ganar Hern¨¢ndez, el pa¨ªs entrar¨ªa en un incierto populismo de derechas
La primera vuelta de las elecciones colombianas ha sido un nuevo escenario del a menudo imprevisible voto anticasta. De hecho, han pasado a la segunda vuelta dos candidatos que se posicionaron contra el establishment pol¨ªtico con perfiles antit¨¦ticos: uno de ellos, Gustavo Petro (62 a?os), desde un proyecto reformista de izquierdas y ecosocial que expresa las ansias de cambio contenidas en las protestas de los ¨²ltimos a?os; el otro, el rico y pintoresco Rodolfo Hern¨¢ndez (77 a?os), desde un sobreactuado discurso anticorrupci¨®n y un uso intensivo de las redes sociales.
Fue un voto de hartazgo despu¨¦s del impopular Gobierno de Iv¨¢n Duque, en el marco del debilitamiento de los partidos tradicionales, el fuerte deterioro de los indicadores sociales y el uso de la papeleta electoral como arma anti¨¦lite. La paradoja ser¨¢ que Hern¨¢ndez, el candidato m¨¢s ¡±antipolitiquero¡±, ser¨¢ el instrumento m¨¢s eficaz de los partidos tradicionales para enfrentarse a Petro en la segunda vuelta.
Si el candidato de izquierdas ten¨ªa grandes chances de vencer al derechista Federico Fico Guti¨¦rrez, el escenario es m¨¢s incierto contra el ¡°populista de TikTok¡± que habla contra la ¡°ladronera¡± y la ¡±vagabunder¨ªa¡±, y puede decir, sin sonrojarse, que no admira a Hitler como asegur¨® en una ocasi¨®n, sino que se confundi¨® de alem¨¢n y se refer¨ªa a Albert Einstein. El exalcalde de Bucaramanga, quien rehuy¨® los debates electorales y est¨¢ acusado de corrupci¨®n, entra en la categor¨ªa del ¡°ser¨¢ lo que sea pero dice las cosas como son¡±. Casi sin parlamentarios, si gana ser¨¢ un reh¨¦n de los partidos tradicionales en el Congreso. Hay dos forma de ganar, dijo: comprar los votos o emocionar a los votantes.
Gustavo Petro hizo una elecci¨®n hist¨®rica para la izquierda, hasta hace poco bloqueada por la demonizaci¨®n de cualquier proyecto progresista como proguerrilla, sin olvidar casos como el verdadero exterminio de la Uni¨®n Patri¨®tica en los ochenta. El candidato del Pacto Hist¨®rico conect¨® con demandas de cambio de los j¨®venes urbanos, y su acompa?ante en el binomio presidencial, la afrocolombiana Francia M¨¢rquez, puso en el centro a los sectores hist¨®ricamente m¨¢s discriminados, pero no ampli¨® el espectro ideol¨®gico de la coalici¨®n. El programa petrista apela a la Constituci¨®n de 1991 como instrumento del cambio, una Carta surgida de una ejemplar Asamblea Constituyente que tuvo entre sus presidentes a Antonio Navarro Wolff, proveniente del mismo movimiento guerrillero que Petro, el M-19, uno de los primeros en negociar la paz con el Estado colombiano. Mientras que la derecha denuncia que Petro fomenta una divisoria lucha de clases, gran parte de la poblaci¨®n hist¨®ricamente relegada siente que fue el propio Estado ¡ªcooptado por las ¨¦lites¡ª el promotor de una lucha de clases en favor de los de ¡°arriba¡± mediante el uso sin piedad de militares y paramilitares.
Estas elecciones tambi¨¦n parecen haber dejado atr¨¢s la era Uribe. Como recuerda la revista digital La Silla Vac¨ªa, por primera vez en este siglo el expresidente no fue el eje de la campa?a electoral. ¡°Salvamos al pa¨ªs y ahora somos unos leprosos¡±, lamentaba un uribista. Ninguno de los candidatos se opuso esta vez a los acuerdos de paz firmados con la guerrilla por el entonces presidente Juan Manuel Santos y vapuleados por el uribismo. Nadie cree que esos acuerdos sean la panacea, pero hay consenso en que son la base de cualquier avance democr¨¢tico y social.
Petro combin¨® un discurso ideol¨®gico progresista con un mayor pragmatismo que en campa?as anteriores para ampliar su base de apoyo e incorpor¨® a operadores de la vieja pol¨ªtica (incluso algunos provenientes del uribismo y del santismo). Esa ampliaci¨®n se pondr¨¢ a prueba en el balotaje del 19 de junio.
Ambas campa?as luchar¨¢n a brazo partido por definir el sentido del ¡°cambio¡± y buscar¨¢n mostrar que el proyecto del rival es un ¡°suicidio¡±. En la derecha insisten en que, en caso de ganar Petro, el suicidio es la ¡°venezuelizaci¨®n¡± de Colombia, el caballito de batalla habitual. Y del lado del Pacto Hist¨®rico buscar¨¢n mostrar a Hern¨¢ndez como un instrumento de la derecha, un improvisado y una figura de TikTok sin conexi¨®n con el pa¨ªs real. A diferencia de la primera vuelta, Hern¨¢ndez tendr¨¢ un mayor escrutinio p¨²blico sobre su figura.
Con m¨¢s edad, Hern¨¢ndez encarna un voto anticasta en el que resuenan figuras como el salvadore?o Nayib Bukele, que ha desplegado una nueva forma de autoritarismo milenial. Tambi¨¦n repiquetean en su discurso los llamados del diputado argentino Javier Milei a ¡°echar a los pol¨ªticos a patadas en el culo¡±.
Lo cierto es que con el voto colombiano se termina de derrumbar el eje del Pac¨ªfico latinoamericano como oasis antipopulista (retomando una palabra del entonces presidente chileno Sebasti¨¢n Pi?era). En caso de ganar Petro, sumar¨ªa a Colombia a un complejo segundo tiempo de los progresismos latinoamericanos, en busca de una identidad renovada. Para lograr su meta, llam¨® a una enorme movilizaci¨®n para ¡°convencer con amor¡± a quienes no votaron (45% del padr¨®n electoral) y a quienes lo hicieron por el centro o por la derecha. Para ello cit¨® al popular caudillo liberal Jorge Eli¨¦cer Gait¨¢n, asesinado en 1948 y recuerdo de la imposibilidad de Colombia de avanzar sin sangre hacia la reforma social. En caso de ganar Hern¨¢ndez, el pa¨ªs entrar¨ªa en un incierto populismo de derechas. En cualquier caso, bastante lejos de cualquier oasis.
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