El ¡®realfooding¡¯ y los trastornos alimentarios
Los lectores escriben sobre los problemas del fen¨®meno Carlos R¨ªos, los incendios forestales, la situaci¨®n de la hosteler¨ªa y las fiestas populares
Ojal¨¢ no viera el libro de Carlos R¨ªos colocado en un estante de la habitaci¨®n de mi hija. Se podr¨ªa pensar que nada tiene de malo su ¨¦xito, pero una avalancha de profesionales reconoce que las ideas que difunde tienen una alta incidencia para desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria y lo he conocido de primera mano en casa. Recuerdo los cambios que fue produciendo en la alimentaci¨®n de mi hija y el grado de culpabilidad para poder volver a comer con cierta normalidad. ...
Ojal¨¢ no viera el libro de Carlos R¨ªos colocado en un estante de la habitaci¨®n de mi hija. Se podr¨ªa pensar que nada tiene de malo su ¨¦xito, pero una avalancha de profesionales reconoce que las ideas que difunde tienen una alta incidencia para desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria y lo he conocido de primera mano en casa. Recuerdo los cambios que fue produciendo en la alimentaci¨®n de mi hija y el grado de culpabilidad para poder volver a comer con cierta normalidad. Conf¨ªo en que muchos seguidores de este ¡°gur¨² alimenticio¡± se quiten la venda y no sean tan entusiastas con su l¨ªder. Si quieres cuidarte simplemente basta con eliminar un poco de lo que todos sabemos que no hay que abusar. ?El realfooding permite s¨®lo un 10% semanal de ultraprocesados!, y esto es otra gran trampa que lleva a la enfermedad: contabilizar la ingesta y crear culpa cuando te excedes. Pero tengo esperanzas en mi hija y pienso seguir luchando por lo que considero saludable en cuerpo y mente, porque este verano me dijo: ¡°Mam¨¢ no quiero volver a pasar otro verano sin comer helados¡±.
Mar¨ªa Jos¨¦ Garc¨ªa Alcalde. Salamanca
Ecologistas pir¨®manos
Contemplamos con grave pesar las im¨¢genes de los incendios forestales que en plena ola de calor asolan nuestro pa¨ªs. Pero con mayor estupor a¨²n vemos c¨®mo, desde determinados ¨¢mbitos pol¨ªticos, se intenta asociar y culpabilizar de dichos incendios al movimiento ambientalista. Afirmaciones carentes de cualquier rigor que intentan tapar y negar lo que los cient¨ªficos nos llevan a?os alertando. Los incendios no pueden ser achacados a las personas que trabajan y dejan su vida por un mundo m¨¢s sostenible y mejor, o de que el monte est¨¦ sucio por su culpa (una falsedad mas), sino a relaci¨®n directa de las condiciones metereol¨®gicas extremas que el cambio clim¨¢tico origina, y que los que realizan dichas afirmaciones todav¨ªa siguen negando.
Eduardo Gil Delgado. Los Molinos (Madrid)
Nadie quiere ser camarero
Ayer, muy de ma?ana, salimos mi marido y yo a pasear al perro. A la vuelta, paramos a desayunar en la cafeter¨ªa junto a casa: dos caf¨¦s. Al final del d¨ªa, volvimos de nuevo al parque y, como no hab¨ªa que madrugar, paramos de nuevo: dos cervezas. Misma cafeter¨ªa, misma mesa, misma camarera, 11 horas despu¨¦s. ¡°Pero, ?vives aqu¨ª?¡±, preguntamos sorprendidos. ¡°No¡±, respondi¨®, ¡°pero hago 16 horas cada d¨ªa. Estoy sustituyendo a una compa?era. Ya me queda solo una semana y luego¡¡±. ¡°?Vacaciones?¡±. ¡°No, volver¨¦ a mi turno normal¡±. Leo en EL PA?S: ¡°Nadie quiere ser camarero¡±. ?Qu¨¦ curioso!
Ignacio Alonso Mart¨ªnez. Madrid
Fiestas populares
El verano, ese maravilloso tiempo esperado por todos, nos acerca a las vacaciones, el mar o la monta?a, los amigos, los parientes y especialmente a las fiestas populares. La depresi¨®n y la tristeza, la rutina y la cotidianidad ceden su espacio a la alegr¨ªa y la exuberancia, la transformaci¨®n del orden existente, a la locura y lo carnavalesco, la excitaci¨®n sensorial, es tiempo de comer y beber abundantemente. Es ¨¦poca de alegr¨ªa, de paz, de bienestar unido al ajetreo propio de la fiesta. Si a un pueblo le quit¨¢ramos sus celebraciones, se consumir¨ªa en un presente sin esperanzas, perder¨ªa su identidad.
Mar¨ªa Luisa Alonso Alcal¨¢. Zaragoza